La Fiesta del Cine, esa promoción a la que se acogen varias salas nacionales durante tres días en los que las entradas se venden a 2.90 euros, ha vuelto a batir un nuevo récord. 1.546.629 asistentes en sólo dos jornadas, en las que buena parte de la población se animó a ver el psicodrama voyeur de La Chica del Tren, lo nuevo de Tim Burton o, sobre todo, la verbena de la lágrima que es Un Monstruo viene a Verme, del catalán Bayona.
Con el feliz éxito de convocatoria que habrá servido como balón de oxígeno para las cifras en taquilla (los asistentes han sido casi un 600% más que en las mismas fechas de la semana pasada), también llega la otra parte. La inevitable queja de los espectadores dedicada a por qué la cartelera no puede vivir una “fiesta del cine” continua. Por qué hay que pagar el resto del año una entrada de cine tan cara.
La subida de la entrada de cine, en perspectiva
Porque el cine se ha encarecido. Y mucho. Lo remarcaba la organización de consumidores Facua en su último estudio. En ese análisis basado en resultados de 129 en las 50 capitales de provincia, contaba cómo entre enero de 2004 y el mismo mes de 2014 el precio medio de la entrada en un día laborable ha subido en España un 45,2%, pasando de 4,80 a 6,97 euros. El aumento supera con creces el del IPC, que en el mismo periodo se ha incrementado en un 26,6%.
En resumen, en 10 años acude al cine casi la mitad de gente, se ha encarecido el precio casi otro tanto por ciento y la recaudación es bastante pareja a la que se hacía hace una década.
Es un gran encarecimiento, pero por el momento el cine no es el tabaco, que ha doblado su precio en esos mismos 10 años de tiempo. La cerveza por su parte se ha encarecido un 28%, y el libro solo en cinco años (2007-2012) aumentó su precio medio un 31%. Otras formas de ocio, sin embargo, han bajado el precio de sus productos en términos totales en ese mismo período, como las consolas y los discos de videojuegos o el CD de música, aunque estos últimos datos no están integrados en el mercado español y deberían ser contrastados.
¿Y es el del encarecimiento de la entrada un fenómeno local? No, en 10 años el precio del ticket en Gran Bretaña ha aumentado, de media, un 48% y en Estados Unidos un 29%.
Y la bajada de la Fiesta del Cine, en perspectiva
¿Y qué lleva una entrada de cine? Un 21% de IVA que va a pasar al Gobierno, un 3% de entidades de gestión de derechos de autor, un 34,2% de exhibidores (las salas de cine) y un 41.8% de distribuidores, entre otros, los que negocian con las majors. Estos porcentajes son orientativos, ya que pueden variar dependiendo del poder de negociación de cada agente con cada sala, cada productora, etc. Pero es importante señalar dónde están los márgenes de recorte.
La fiesta del cine no es un mero recorte de alguno de esos porcentajes, no son Cinesa y Yelmo acordando bajar su recaudación de un 34 a un 5%, sino un pacto entre los múltiples agentes para, durante unos días, exigir menos ingresos para cada una de las partes. Una gestión difícil que puede funcionar para casos puntuales pero que seguro sería mucho más complicada de consolidar en la taquilla de todo el año.
Otro de los problemas a los que se enfrenta la industria de cada a una bajada de precios es el del funcionamiento de la demanda de su propio mercado. Frente a esa creencia popular que dicta que, si poniendo la entrada a mitad de precio irá el doble de gente, la realidad no es tan sencilla. Por ejemplo, esta última Fiesta del Cine ha triunfado, pero sus dos últimas convocatorias habían perdido espectadores en comparación con las anteriores ediciones. El dinero recaudado por las salas se mantiene sobre todo por la subida de precios, ya que los espectadores no hacen más que bajar.
Pero la cuestión es que, por su naturaleza, la demanda del cine es inelástica, y el mercado fluctúa fuertemente según el interés del público por las películas. En el año en el que se introdujo el IVA del 21% y la entrada se encareció de golpe más que en períodos anteriores, los espectadores no abandonaron las salas más que lo que lo hicieron entre 2004 y 2005. Por cómo mantuvo el tipo la industria, la cosecha de 2012 sedujo lo bastante, o al menos no los ahuyentó como se esperaría de esa subida de precios.
Cuando se vieron los primeros resultados de la Fiesta del Cine ya se explicó la paradoja a la que tendrían que enfrentarse los cines: si ponemos la entrada a mitad de precio, habrá que atraer al doble de personas que van ahora sólo para mantener los beneficios actuales. Borja de Benito Porto, de la Federación de Cines de España explicó que "no se puede extrapolar el comportamiento de tres días a todo el año”, que los picos de audiencia fluctúan enormemente dependiendo de la semana.
Como apuntábamos, no todas las convocatorias de esta marca han tenido el mismo éxito, y teniendo la segunda parte de Los Vengadores en Cartel, la cita de mayo del año pasado vendió un 33% menos de entradas. En eCartelera apuntaban a las dos semifinales de la Champions y a la inferior calidad de las películas como culpables de la bajada de interés del público. Además, que la Fiesta del Cine sea un evento bianual funciona también como experiencia, y si la cartelera tuviese el precio contínuo, perdería ese atractivo temporal.
Tampoco podemos desestimar que en nuestro país la sala de cine no es una forma de ocio especialmente querida. España es la quinta potencia mundial en descarga de contenidos culturales, y el 49% de los españoles afirma no ir nunca en todo el año al cine. No podemos saber cuántos de los usuarios que descargan contenidos de forma habitual acuden a las salas durante la Fiesta del Cine sólo para vivir la experiencia de la gran pantalla cuando pueden consumir el producto en sí (u otros productos similares) desde sus casas, ni tampoco cuántos de los que no van ni siquiera algún miércoles, cuando es Día del Espectador a un precio de 3.90 euros, se animarán a unas entradas a 2.90.
El precio por países: España, un buen lugar para el cine
Si comparamos nuestras entradas de cine con las del resto de países no salimos nada mal parados. El precio promedio de una entrada de cine en cualquier jornada en 2014 (se hace la media de varias salas nacionales) nos pone en una posición ventajosa. De 173 países encuestados por NationMaster ocupamos el puesto 33, con los 10.92 dólares de media (al igual que en Italia, Grecia o Chipre). Encabezan la lista de países más caros Arabia saudí, Angola y Suiza, con 60, 21.50 y 20.21 dólares respectivamente de precio medio.
¿60 dólares por un ticket en Arabia Saudí? ¿Están locos? No, se trata más bien de una excepcionalidad: el cine allí es un evento lujoso que sólo tiene lugar en ocasiones muy especiales (aunque esto podría cambiar pronto). Salvando este país de libertades restrictivas, el resto de naciones de cabeza de lista sí tienen una distribución más asentada, y esos 20 dólares por una entrada en Suiza es lo que pagarías por ver Un monstruo viene a verme de verla en una butaca en Berna. Por supuesto, para entender mejor el precio habría que tener en cuenta la renta per cápita y, sobre todo, que no todos los países de occidente han sufrido la misma sangría económica y laboral que han vivido los españoles en los últimos años.
"La gente va a dejar de ir a las salas, de todas formas"
Es otra de las ideas más extendidas, el debate de la sala de cine es una pérdida de tiempo en un mundo con Netflix. Sin que podamos afirmar categóricamente que esto sea verdad o mentira que la cultura de la sala esté muerta, las predicciones que PwC ha hecho sobre la industria en los próximos 4 años afirman que la recaudación en taquilla va a tener un ligero aumento. Según estos investigadores la industria de las salas, a nivel mundial, pasará de tener un 43% del mercado de la industria del cine a tener un 46%.
Es decir, no sabemos si las salas van a recaudar ese poco más bien mediante un aumento de precio medio en la entrada o justificado en que se prevé que más gente se anime a ver las películas, pero queda claro que el sistema de proyección de películas aún mantiene una buena salud.
No ocurre lo mismo con el cine doméstico, o al menos en lo referente al formato físico. El DVD y el BluRay caerán de aquí a 2019, según PwC, de los 30.000 millones a los 23.000 millones de dólares anuales. Una cifra que no anuncia aún la muerte de este sistema, pero que sí le pronostica un duro futuro a largo plazo. Mucha mejor temperatura tiene la distribución digital. Netflix, Amazon y los servicios de suscripción de contenidos de este estilo crecerán un 19%. Debates aparte, quedan todavía unas horas para aprovechar de esta última jornada de cine barato. ¿Te animas a probar los kleenex de Un monstruo viene a verme? Estás a tiempo.
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