Es uno de los grandes mitos medioambientales de nuestro tiempo: una gigantesca "isla de basura" en el Mar de los Sargazos navega a la deriva en pleno Océano Pacífico, fruto de la incapacidad humana para gestionar los residuos que genera. Aunque la "isla" como tal tiene más de ficción que de realidad, lo cierto es que sí hay una descomunal porción del océano colonizada por plásticos y microplásticos contaminantes. Y es más grande de lo que creíamos.
Tres veces Francia. ¿Cómo de grande? Pues unas 16 veces. Hasta ahora, se había estimado que la "isla de basura" podía ocupar aproximadamente la superficie de Texas (similar a la de España). Un estudio realizado a lo largo de tres años y publicado ahora por The Ocean Cleanup enmienda la plana: en realidad, la balsa de plásticos del Pacífico se expande a lo largo de un millón y medio de kilómetros cuadrados, unas tres veces Francia (o una Mongolia entera).
Sabemos poco de la balsa. Gran parte del problema a la hora de medir la isla es que sabíamos poco de ella. Por un lado, el imaginario popular la asocia a una suerte de "balsa" física repleta de plástico, tan densa que podrías caminar sobre ella. No es así: se compone a un 95% de microplásticos, partículas de plástico que llevan años en alta mar y que se han fotodegradado hasta convertirse en minúsculas piezas de entre 0,05 y 0,5 milímetros de diámetro.
De ahí que fuera compleja medirla. El nuevo estudio se ha pasado tres años navegando con una veintena de barcos por la zona. Y la ha sobrevolado con un avión.
Sigue siendo un problema. Pero que sea más invisible de lo comúnmente asumido no significa que no sea un peligro: miles de especies animales consumen su contenido a diario, generando un grave problema medioambiental. Alrededor de la mitad de los microplásticos, se cuenta en el trabajo, provienen de redes de pesca y otro material marinero. El resto lo componen restos más mundanos (las célebres botellas) tanto de las costas como de otros barcos mercantes o turísticos.
Por qué se forma. El Mar de los Sargazos es célebre a nivel internacional por ser un cruce de corrientes que empuja el plástico hacia dentro. Hay al menos otras dos aglomeraciones de plásticos y microplásticos en el Océano Pacífico, y se han registrado otras en el Atlántico. Su formación es fruto de los ciclos de viento naturales de los mares. Ahora bien, la causa original es otra: el progresivo consumo de plástico de los humanos, y nuestra incapacidad para reciclarlo.
Irá a más. El trabajo no es nada optimista: de los 400 gramos por kilómetro cuadrado estimados en 1970 hemos pasado a los 1,23 kilos de 2015. En cifras brutas, hablamos de alrededor 80.000 toneladas de plástico flotando en diversa concentración y tamaño entre la costa de California y la de Hawaii. De forma nada casual, el consumo de plásticos ha seguido disparado y al alza durante las últimas décadas, y nada indica que vaya a remitir en el corto plazo.
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