Edimburgo es, sin lugar a dudas, una de las ciudades con más encanto de Europa. La capital de Escocia cuenta con un particular ambiente medieval que la convierte en una auténtica joya dentro de este bello y verde país, pero al mismo tiempo arrastra una tradición de leyendas oscuras que también son un importante reclamo turístico.
Personalmente me considero una persona escéptica y lo de creer en espíritus vengativos no va conmigo, pero eso no me impide disfrutar de oscuros misterios y tradiciones locales, que además en el caso de Edimburgo vienen acompañados de algunos retorcidos hechos registrados. En particular los cementerios de la ciudad, cargados de macabras historias, son sujeto de mucho interés.
A éstos se puede acceder libremente a cualquier hora del día, así que para dar algo más de emoción al asunto, me aventuré a realizar la ruta por los “puntos calientes” de noche, examinando de primera mano zonas donde historias de fantasmas y escabrosos acontecimientos históricos se dan de la mano. La experiencia, lo digo ya, no es apta para personas fácilmente sugestionables.
Edimburgo, historias para no dormir
El recorrido incluye varias paradas, pero posiblemente la más célebre sea la del cementerio de Greyfriars, cuya leyenda oscura comenzó cuando una zona fue empleada como prisión para un grupo de rebeldes conocidos como los Covenanters. El área donde acabaron siendo enterrados, de la cual cuentan que sus visitantes a veces salen con moratones, fue cerrada hace unos años por el ayuntamiento de la ciudad debido a algunos sucesos desagradables (a cargo de vivos, claro), así que no pude poner mi cuerpo a prueba de golpes fantasmales.
También en este campo santo y dentro de un mausoleo que sí está accesible se encuentra Sir George Mackenzie, abogado que se hizo famoso por su sanguinaria persecución de los Covenanters, y sobre cuyo fantasma también se ha escrito bastante. En las inmediaciones del cementerio se encuentra el enorme colegio que sirvió a J.K. Rowling de inspiración para crear Hogwarts, lo que añade aún un punto más de fantasía a la zona.
Otro imprescindible es el antiguo cementerio de Calton, que entre otros divertimentos sirvió como zona para ahorcar criminales y fue también uno de los lugares favoritos de los famosos ladrones de cuerpos Hare y Burke. Irónicamente, entre tanta leyenda reposa el filósofo David Hume, gran paladín del empirismo y de la razón; su mausoleo había sufrido alguna clase de extraño vandalismo cuando estuve en la zona y por ello estaba sellado. No muy lejos, siguiendo el ascenso de la colina, encontraremos también otro fantasmagórico punto donde en el medievo se quemaba a las personas acusadas de brujería.
Pero por si revivir de noche y entre la espesa niebla todas estas historias no fuera lo suficientemente inquietante, la macabra decoración de estos cementerios, con abundantes calaveras, estatuas siniestras y extrañas referencias al Más allá termina de aportar el toque definitivo a la experiencia. Obviamente, salí de allí sin cruzarme con ningún tipo de presencia ni recibir ningún ataque en mi cuerpo, pues al final las leyendas no son más que eso, pero habiendo disfrutado de esa extraña forma de diversión que solo lo terrorífico puede producir.
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