Construida en 1986 por Saddam Hussein, la presa de Mosul ha sido desde entonces una de las obras de ingeniería más notables de Irak. Años de inestabilidad gubernamental y de conflicto bélico podrían poner fin a su aventura: su estado está tan deteriorado, por falta de mantenimiento continuado, que la presa de Mosul corre serio riesgo de derrumbarse. Las posibles consecuencias de tal desastre son tan sólo teóricas, pero tenemos antecedentes en nuestra historia que permiten intuir cuál sería la magnitud de la tragedia.
Antes de ello, observemos en detalle qué ha sucedido en Mosul. El embalse represa las aguas del Tigris, uno de los dos ríos que vertebran el país de norte a sur y que fue testigo del inicio de la civilización, con una capacidad de almacenamiento de 11.1 kilómetros cúbicos de agua. Ha sido desde su construcción la presa más grande de Irak, y una de las cuatro más importantes de Oriente Medio. En esencia, ofrece electricidad a la importante ciudad de Mosul, de más de un millón y medio de habitantes y la más relevante del norte de Irak.
He aquí parte del problema: Mosul ha sido objeto de crudísimos combates entre ISIS y las fuerzas kurdas de Irak. La presa se ubica río arriba, algunos kilómetros al norte de la ciudad, y aunque ahora está en manos de las tropas kurdas, fue controlada por el ejército salafista durante dos meses. Mientras los combates por el control de Mosul continúan, con una posible y sustancial derrota de ISIS, nadie se ha preocupado por el mantenimiento y control del dique. Eso ha repercutido en su salud arquitectónica, de por sí muy frágil.
Prácticamente desde su puesta en funcionamiento, la presa de Mosul sufrió de carencias estructurales, con necesarias mejoras y reparaciones constantes. Al ubicarse sobre un terreno karst compuesto principalmente de yeso, y por tanto fácilmente erosionable, las filtraciones han sido constantes, así como las intervenciones. Un equipo de técnicos del ejército estadounidense llegó a definirla en 2006 como "la presa más peligrosa del mundo", previendo, en caso de derrumbe, una gigantesca ola que inundaría no sólo Mosul sino también Bagdad, centenares de kilómetros río abajo. Ahora, esa posibilidad es real.
¿Qué contiene exactamente el dique? A vista de satélite:
De quedar libre tamaño volumen de agua, acrecentado durante los próximos meses por el deshielo de las montañas al sur de Turquía, las vidas de millones de personas correrían peligro.
Vajont: el desastre más estremecedor
Como cualquier otro embalse de tan gran magnitud, impresiona. Por desgracia, no necesitamos de cálculos matemáticos y suposiciones futuras para saber las consecuencias de un gran dique venido abajo. La historia de la humanidad está repleta de embalses destinados a controlar el curso de los ríos, en aras de su aprovechamiento energético o de abastecimiento. De forma consecuente, la historia de la humanidad también está repleta de desastres arquitectónicos o de ingeniería que han derivado en extraordinarias tragedias.
De entre todas, quizá la que mejor ayude a comprender lo que sucedería en Mosul es la catástrofe de Vajont, en los Alpes italianos. Construida durante los años sesenta sobre una estructura de bóveda, de extrema complejidad en comparación a las mucho más habituales de gravedad, el desastre de la presa de Vajont ni siquiera se llevó por delante la estructura física del dique: un deslizamiento de tierras se precipitó sobre las aguas estancadas, provocó un megatsunami que saltó por encima de la presa y arrasó en su camino con todos los asentamientos humanos en el valle del Piavi.
Murieron casi 2.000 personas. La presa de Vajont, por absurdo que pueda parecer, permanece intacta desde entonces, pero sus efectos fueron muy notables en la geografía humana de la región. En esencia, el agua, que se precipitó por el valle a una altísima velocidad, borró el paisaje de la región, no dejando restos o ruinas.
El ejemplo de Vajont no es exactamente comparable la de Mosul: aunque en su momento la presa era la más grande de Europa (y la más alta del mundo), las condiciones geográficas variaban. Vajont se encontraba enclaustrada en un angosto valle alpino, reforzando la capacidad destructiva del torrente de agua liberado. No es el caso de la de Mosul, pero tampoco sus dimensiones son semejantes: la construcción iraquí alberga muchísima más agua que la italiana, haciendo de su posible colapso un escenario totalmente nuevo.
Banqiao: el desastre más gigantesco
En términos numéricos, el derrumbe del dique iraquí encontraría mayores paralelismos con el que es, hasta la fecha, el mayor desastre de ingeniería hidráulica registrado en la historia. Ocurrió en China, en 1975, y terminó con la vida de más de 175.000 personas (desplazando a varios millones más). La presa de Banqiao, sobre el río Ru, se vino abajo por una variada mezcla de factores, entre los que jugó un papel determinante el tifón Nina.
Construida a mediados de los cincuenta en precarias condiciones tecnológicas, debida a la ausencia de información hidráulica recopilada por aquel entonces por el gobierno chino post-revolucionario, el embalse tenía como finalidad resistir las numerosas inundaciones que afectaban al valle del Huan por aquel entonces. En teoría, estaba destinada a resistir lluvias extraordinarias por encima de los 300 milímetros diarios. Sin embargo, su teórica pobre construcción y la llegada del tifón, que dejó más de 1.000 milímetros diarios en precipitaciones, provocó su colapso inmediato, y una inundación letal para millones de chinos.
Desde entonces, sólo un desastre ha provocado la muerte de más de mil personas: el de Morvi, en la India, en 1979, acabando con la vida de 5.000 habitantes cercanos. Ninguno de los casos anteriores se asemeja a Mosul en dimensiones: pese a no contarse entre las cincuenta de mayor volumen del planeta, es gigantesa, y una liberación repentina de sus aguas represadas podría derivar en una ola de más de diez metros de alto y en inundaciones letales para todo el valle del Tigris.
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