Hay escándalos políticos de lo más increíbles en el mundo. Hace no mucho vincularon a David Cameron con la cerdofilia. En España Adif podría haber hecho pasar a recolectores de alfachofas por topógrafos en un desfalco de 17 millones de euros. Luego está lo de Corea del Sur.
No sabemos muy bien cómo explicar esto sin que parezca que nos lo estamos inventando, pero allá va. Miles de personas se manifestaron el sábado por el centro de Seúl pidiendo la dimisión de la presidenta del país, Park Geun Hye. Park y su amiga en la sombra, “la mujer Rasputin”, como la llaman en el país, son las protagonistas del mayor desfalco financiero que hayan vivido los coreanos en su historia. Pero no hay que quedarse en los 65 millones de euros que Choi Sun Sil se llevó a sus organizaciones, es que Choi era la verdadera mandataria del país. Park hacía todo lo que ella le decía.
Hablar con los muertos puede llevarte a la Casa Azul
Hay que retroceder 40 años, a 1974, para entender los orígenes de este vínculo. El padre de la Rasputina Choi, Choe Tae Min, interfiere en la vida de la joven Park, que a sus 22 años acababa de perder a su madre en un atentado. Choe, expolicía, ejercía ya por aquella época como fundador de la secta llamada Iglesia de la Vida Eterna, una mezcla budismo, confucionismo y cristianismo.
Este hombre le dijo a Park que su madre se le había aparecido y le había pedido que la ayudara, según el diario The Hankyoeh. Así se ganó la confianza de la futura presidenta, que en aquel momento ansiaba poder comunicarse con su madre, aunque sea en el más allá. Siempre le tuvo en muy buena estima.
Aquí hay que hacer un inciso: la sociedad coreana es altamente supersticiosa, con lo que creer en una espiritualidad así no es algo tan extraño como podría parecernos a los occidentales. Por ejemplo, y hace no mucho, la amante de un ministro que se quedó embarazada afirmó que su hijo era obra de Dios y no del ministro. Es decir, que lo de Park y Choi es raro, pero sólo un poco.
En 1979, cuando mejor relación había entre ambos, el padre de Park (el general que gobernaba el país) fue víctima de otro atentado. En el juicio sobre el caso, el jefe de seguridad del gobernador le advirtió al juez que el asesinato fue una consecuencia del fracaso del general por pararle los pies a Choi Tae Min y su corrupción política. Choe, el padre, murió en 1994, pero la influencia de esta familia se mantuvo viva en la vida política.
Control en cuerpo y alma: el monigote llamado Park
Porque sí, Choi y Park eran superamigas, “hermanas” se llamaban, hasta el punto en que la hija del chamán tenía “control absoluto de cuerpo y alma” de la presidenta. Le escribía los discursos, accedía a información confidencial, nombraba altos cargos y, yendo más allá, diciéndole a Park qué debía vestir en los actos públicos. La imagen de que los políticos son títeres manejados por fuerzas ocultas encuentra así en el caso coreano su mejor retrato real.
Choi también movió algunos hilos para lucrarse en empresas personales (de ahí los 65 millones) en unos escándalos que salen ahora y en los que se han mentado pesos pesados como Samsung y Hyundai. También logró cambiar los criterios de admisión de una prestigiosa universidad, para asegurarse de que su hija ingresase en el centro. Para el momento en el que todo esto ha salido a la luz, Choi ya estaba en Alemania, pero el clamor popular la ha hecho regresar a su país para enfrentarse a la justicia.
En la vorágine informativa, se ha llegado a decir incluso que se podrían haber realizado rituales religiosos dentro de la residencia oficial del Jefe de Estado, la Casa Azul, siguiendo los preceptos chamánicos de la Iglesia de la Vida Eterna, pero en una conferencia de prensa la todavía presidenta lo ha negado todo.
El escándalo ha salpicado a muchas facetas, incluido el k-pop
¿Que qué tiene que ver un género musical con un caso de corrupción de tintes paranormales? Porque la cultura formaba una parte fundamental de la influencia de la Rasputin coreana. Ella había orquestado un “comité de celebridades” que usaba para influir en la industria del entretenimiento. O eso se alega, ya que todo el asunto aún se está investigando.
Celebridades como el antiguo campeón olímpico de esgrima Ko Young-tae o el director de videoclips Cha Eun-taek se beneficiaron presuntamente de contratos públicos con la organización Creative Korea, que pretendía fomentar la cultura popular coreana en el exterior. Así que ahora, cuando veas algunos inocentes videos de pop coreano como el siguiente, de Cha, estarás consumiendo una pequeña parte de la corrupción del país asiático.
¿Sabes con quién trabajó también Cha para hacer un videoclip?
Sip, está todo conectado.
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