¿Cómo de inteligentes son nuestras mascotas? Es un tema que sale de tanto en cuanto, cuando les miramos a los ojos preguntándonos si estarán entendiendo las frases de cariño que les soltamos. Pero no cabe duda de que la perra de Emily Crisp no es sólo inteligente, sino que es el canino más tierno que vas a encontrar este mes en las redes.
Sentada, mordisqueando tranquilamente con lo que parece una especie de pepinillo de plástico, Jolene mira al humano que entra por la puerta y tiene el mismo disfraz que el juguete que ella tiene entre los dientes. Como si de una película romántica se tratase, la cámara se ralentiza, Jolene se levanta despacio, no llegando a creerse del todo lo que ven sus ojos. Luego llega el abrazo, después las risas y el juego. Un flechazo que ha conquistado ya a más de 50 millones de personas sumando sus comparticiones en distintas plataformas.
Así buena parte de los internautas que han visto el momento vivido por Emily Crisp y su mascota pueden haber disfrutado del video pensando que, tal y como reza el video original, no hay forma de hacer más feliz a tu animal que “haciéndote pasar por su juguete predilecto”, pero puede que hayamos sido engañados por nuestra mirada humanocéntrica.
Porque como nos cuenta Ricardo Luis Bruno, médico veterinario y experto en comportamiento animal de felinos y caninos, “el tema del disfraz similar al juguete de la perra es una visión humana que no tiene mucho que ver con la conducta de la perra”.
Para Bruno, que es firme en su versión de lo que ocurre en el video, “lo que ha contentado al animal no es el disfraz de su dueño. La perra se alegra y excita cuando reconoce, seguramente por el olor, que el chico vestido de verde es su dueño. Seguramente la perra estará acostumbrada a jugar de ese modo con su dueño aunque éste no se encuentre disfrazado”.
¿Y por qué sucede esto? Según Bruno esta situación es similar a los juegos del escondite. “ocurre lo mismo cuando un propietario, estando en el parque con su perro, se esconde detrás de un árbol o arbusto y el animal comienza a buscarlo con la mirada. Cuando finalmente el dueño se deja ver y el perro lo reconoce, ejecuta una conducta similar a la que se observa en el vídeo en cuestión”.
La interpretación del médico se corrobora en otros estudios conductuales, como el de 2011 publicado por la American Psychological Association que tras analizar el comportamiento de los perros adultos concluyó que su inteligencia es, para que nos entendamos, similar a la que posee un niño humano de dos años. Puede entender el lenguaje corporal, los sentimientos de sus dueños, su sentido de la justicia, sentir ciertos grados de empatía e incluso el significado de 165 palabras, pero es más difícil de comprender que se ha trasladado a una versión gigante de tela y antropomórfica su pequeño muñeco de plástico.
Por supuesto, descubrir que el motivo de asombro del caso no se corresponde con lo que probablemente haya sucedido en ese minuto de grabación no evita que el video de Emily Crisp sea una de esas pequeñas piezas que nos permiten seguir creyendo en el poder del amor. Es más, si se confirma que Jolene ve a su dueño todos los días y aun así es capaz de animarse tanto ante la simple visión de su compañero humano, estamos ante una perra con un corazón que no tiene límites.
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