Países Bajos es un lugar surgido de una postal: sus ciudades son coquetas y conservan un entramado urbano congelado en el tiempo, y sus campos y paisajes son un gozo para la vista. Lo sorprendente, revisando la colección de fotografías del país hace cien años, es que ha sobrevivido al yugo del tiempo. Si su encanto parece provenir de un lugar pasado y remoto, de una arcadia feliz donde todo era mejor, es porque quizá lo sea.
Revisando los fotocromos seleccionados por Retronaut a través de la colección de la Detroit Publishing Company, que entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX envió a toda suerte de fotógrafos a retratar el mundo en la primera técnica a todo color, podemos descubrir cómo Países Bajos ha sido capaz de resguardarse a las transformaciones del futuro en lo estético, legando su particular universo urbano y campestre para las generaciones del futuro.
Esta colección, que atraviesa el corazón de Holanda, las provincias marítimas y las ciudades más importantes del país, desde Ámsterdam hasta Rotterdam pasando por La Haya, también es un retrato de los usos y modos de la sociedad neerlandesa en la recta final de la centuria revolucionaria. Un país que se asomaba a la modernidad (los puentes de hierro de Rotterdam) pero que aún pervivía en una sociedad muy tradicional.