La Vuelta a España 2016 afronta hoy su etapa reina, un larguísimo recorrido a través del pirineo francés que desembocará en el coloso del Aubisque, uno de los puertos más duros y emblemáticos de los Pirineos. Con motivo de la edición actual, que enfrenta a tres de los mejores vueltómanos de su generación, hemos querido rendir un pequeño homenaje al ciclismo español repasando sus grandes actuaciones en las grandes vueltas. Una mirada histórica a los momentos que colocaron al deporte nacional en la cima del pedal.
Más aún cuando la última gran generación de ciclistas españoles se apaga. Retirado Óscar Freire, al punto de la retirada Joaquim Rodríguez, envejecidos Samuel Sánchez y Alejandro Valverde, en decadencia Alberto Contador, el futuro del ciclismo nacional se antoja complejo. Los relevos no parecen ser consistentes (Mikel Landa) o cuentan con una edad y unas características que les impiden ser el futuro (Ion Izagirre, Juan José Lobato, David de la Cruz). Nos quedarán estos 17 gloriosos momentos del pasado.
El orden no es jerárquico.
1. Marino Lejarreta reina en los Lagos (1983)
Si hay un puerto-mito en la historia de la Vuelta a España, ese es Los Lagos de Covadonga. Puerto habitual de los ganaderos de la zona, se convirtió en referente absoluto de la Vuelta desde 1983, cuando su primera subida mostró una dureza y una impronta ciclista monumental. Ganó la etapa el inolvidable Marino Lejarreta, tras una subida en la que logró deshacerse de Bernard Hinault, el gran dominador del ciclismo mundial en los ochenta.
2. Perico Delgado, el Tour y Alpe D'Huez (1988)
El tercer ganador español de la historia del Tour de Francia impuso su ley en las legendarias rampas de Alpe D'Huez, tras una ascensión dominadora en la que doblegó a todos sus rivales. Sólo aguantaron su rueda, y a duras penas, los colombianos Parra y Herrera, mientras el grueso de los favoritos observaban caer y caer a los minutos. Sería aquí donde Delgado cimentaría su triunfo, y la montaña a la que siempre sería recordaro, pero sentenciaría el Tour, en realidad, en la etapa siguiente, una contrarreloj que le dejó a las puertas de París.
3. Miguel Induráin en La Plagne (1995)
En su quinto y último Tour de Francia, Induráin ofreció un espectáculo de ritmo pocas veces igualado en la ronda gala desde entonces. Asomaban a su espalda una decena de teóricos aspirantes a arrebatarle una gloria hasta entonces inexplorada (cinco rondas consecutivas), y por delante se había escapado Alex Zülle, a más de cuatro minutos y medio, con idénticos objetivos. Cuatro kilómetros después, ascendida la primera parte de La Plagne, no quedaba nadie, sólo él: un ritmo infernal que aniquiló a sus rivales y que cercenó la ventaja de Zülle.
Un espectáculo.
4. Alberto Contador en Fuente Dé (2012)
Tras perder el Tour de Francia 2010 y el Giro de Italia 2011 a consecuencia de una sanción por dopaje, Alberto Contador volvía a la competición con dudas sobre su estado físico en 2012, en la Vuelta a España. La Vuelta coincidía con un Joaquim Rodríguez en el punto álgido de su carrera, tras acariciar con los dedos el Giro hacía unos meses. Rodríguez dominó toda la carrera hasta la llegada a Fuente Dé. Contador, entonces, atacó solo a 60 kilómetros de meta, obtuvo un soberbio colchón sobre Rodríguez y Valverde y sentenció la Vuelta.
5. La primera subida a l'Angliru (1999)
En la recta final del siglo XX, la Vuelta andaba ansiosa por encontrar una nueva montaña que acompañara a Los Lagos de Covadonga en su particular cima mitología. Encontró en l'Angliru, una barbaridad de puerto de 12 kilómetros al 10% con rampas máximas del 23%, un filón. Lo ascendió por primera vez en 1999, cuando nadie sabía exactamente que esperar. El resultado fue alucinante: epopeya entre las nubes, las luces de los coches encendidas y las rampas imposibles. Ganó, además, el Chaba, escalador español del momento.
6. Bahamontes de camino a Grenoble (1959)
De manera un tanto injusta, la memoria del ciclismo siempre recuerda al Bahamontes de 1954, ensimismado en la escalada, en el maillot de la montaña y en comerse un helado. Bahamontes fue más: extravagante, solitario y alocado, épico y heróico, pero también ganador cuando quiso. En 1959, camino de Grenoble y tras controlar bien la carrera y estar cerca del amarillo, pacta con su amigo Charly Gaul, otro demencial escalador, reventar al equipo francés de Anquetil y Bobet en los Alpes.
Se escapan. Y los hunden. Bahamontes se queda con un amarillo que no soltará hasta París.
7. Ocaña pierde la gloria en Menté (1971)
Luis Ocaña fue, quizá, el mayor talento ciclista que produjo España hasta la llegada de Miguel Induráin. Su suerte, sin embargo, fue nefasta: en 1971, cuando el ciclismo estaba dominado por el mejor corredor de todos los tiempos, Eddy Merckx, un estelar Ocaña había alcanzado el liderato de la carrera en la undécima etapa, relegando al belga a más de nueve minutos.
Bajando el Menté de amarillo dos etapas después, sin embargo, Ocaña cayó. Tragedia: la lesión, muy grave, le impidió continuar. En meta, el orgullo de Merckx le impidó ponerse de amarillo. La historia se recuerda por el respeto de Merckx, que no respetaba a nada ni a nadie, hacia Ocaña, y porque el conquense lograría redimirse dos años después ganando de forma tiránica el Tour de 1973.
8. Mikel Nieve conquistando Val di Fassa (2011)
Más allá de la soberana exhibición de Mikel Nieve, ciclista vasco por aquel entonces enrolado en las filas del Euskaltel Euskadi, lo destacable de la etapa es su increíble dureza. Cinco puertos durísimos a lo largo de 230 kilómetros, terminando en la inédita, aterradora y preciosa subida a la estación de esquí de Val di Fassa. Al espectáculo se sumó la lluvia y la oscuridad, y el resultado fueron más de siete horas de puro ciclismo en el que Nieve remontó la heroica de Garzelli y Contador afianzó de forma soberbia su segundo Giro de Italia.
Posteriormente, la sanción por dopaje en el Tour de Francia 2010 le arrebataría el título. Val di Fassa fue, por méritos propios, una de las estapas más duras de la historia del ciclismo moderno, y una estampa inolvidable para el aficionado.
9. El Tarangu en Monte Naranco (1974)
Ligeramente olvidado por su incapacidad para ganar ya fuera el Giro de Italia o el Tour de Francia, el asturiano José Manuel Fuente, conocido popularmente como El Tarangu, fue el otro gran corredor español de los setenta. Junto a Ocaña, labró victorias (y una rivalidad) históricas. Una de ellas llegó en la primera ascensión al Monte Naranco, que hoy lleva su nombre. Viniendo de Pajares, atacó a Ocaña, vigente campeón del Tour, afianzando su liderado. Ganaría aquella Vuelta, la segunda en su palmarés.
10. Carlos Sastre gana el Tour en Alpe D'Huez (2008)
El abulense Carlos Sastre siempre había destacado por ser un interesante escalador, pero poco más. Habitual de los top ten del Tour de Francia, carrera por la que, como muchos otros escaladores españoles, había desarrollado una particular obsesión, siempre había quedado lejos de la victoria. Hasta 2008, donde un Tour muy abierto y disputado le permite llegar en una excelente posición a la última y decisiva etapa de montaña: Alpe D'Huez. Como Pedro Delgado veinte años antes, destroza a sus rivales y sentencia la ronda.
11. Olano perdiéndolo todo en el Mortirolo (1996)
No todo son victorias en la épica del ciclismo español. Pocas estampas resultan tan icónicas como el sufrimiento de Abraham Olano, flamante campeón del mundo, rodador y excelso contrarrelojista, perdiendo hasta el carné de identidad en las rampas del Mortirolo. Olano había adquirido la maglia rosa el día anterior tras un desfallecimiento de Tonkov, pero afrontado el legendario coloso italiano, de rampas de hasta 18% y considerado el puerto más duro del mundo, Olano vio como su ventaja, como sus fuerzas, se evaporaba.
Si mediada la ascensión perdía tan sólo 30 segundos con Tonkov y el resto de ligeros escaladores que le acosaban, en la cima se dejaba, extasiado y abandonado, dos minutos. Olano tenía aún que afrontar lo peor: el descenso y el constante subir y subir hasta Aprica, puerto donde todos aquellos que llegan muertos a la cima del Mortirolo se dejan su vida en el otro mundo. Olano aguantó, cedió tres minutos en meta y logró subir al podio, en el tercer cajón. Pero el Mortirolo le dictó sentencia, de rosa, de arcobaleno. Un día histórico.
12. Contador contra todos en la Colombière (2009)
Es cierto, podrían salir a relucir sus ataques en Verbier o su contrarreloj en 2007, un Tour que le cayó regalado del cielo cuando lo tenía perdido, pero pocas etapas más memorables que la de la Colombière en 2009 protagonizó Alberto Contador en el Tour. Siendo líder, se marchó en el gigante alpino junto a los hermanos Schleck para testar un golpe a la totalidad de su equipo: desde Klöden, al que atacó cuando marchaba junto a los tres, hasta Armstrong, que desfalleció en el puerto y en un descenso que manejó con torpeza.
Contador acudía al Tour en la estructura que Armstrong había retomado para lograr el que pretendía ser su octava ronda gala. El paisaje de los Alpes, el duelo contra todos y el descenso posterior y llegada a Le Gran Bernard hicieron el resto.
13. Induráin, de nuevo, en Sestriere (1992)
Una última del navarro: en 1992, uno de sus rivales era Claudio Chiappucci. El italiano era un escalador correoso, vivaz y, ante todo, alocado. A la salida de una etapa maratoniana por los Alpes, Chiappucci se lanzó a un ataque desesperado y suicida. Induráin se dedicó a perseguirle de forma infatigable durante toda la etapa, pero especialmente en el último puerto, Sestriere, donde recortó casi toda la ventaja que Chiappucci había obtenido con un ritmo brutal para, al poco de llegar a meta, reventar y perder otro minuto con el italiano.
Induráin acabaría derrengado y sin fuerzas, pero agarraría el amarillo y no lo soltaría hasta París. No sólo una de las jornadas más memorables del ciclismo español, pese al desfallecimiento, sino de la historia del ciclismo.
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