Hace décadas que el ser humano dijo adiós a la era de las exploraciones, un tiempo, iniciado a mediados del siglo XVII y culminado a mediados del siglo XX, en el que todos los rincones de la Tierra fueron hollados y marcados por la huella de la humanidad. A día de hoy, son escasos los rincones vírgenes de presencia humana, pero un puñado de ellos aún resisten. Uno de los más fascinantes, descubierto apenas tres décadas atrás, es la cueva de Movile, en Rumanía, hogar de rarísimas especies animales que habían permanecido aisladas del mundo exterior a lo largo de 5 millones de años.
La historia de Movile, no por conocida, deja de resultar fascinante. Su hallazgo se remonta a la época de la Rumanía comunista, cuando técnicos del estado se encontraban explorando las inanes planicies que rodean Managlia, una ciudad costera, a orillas del Mar Negro, situada a escasos kilómetros de la frontera con Bulgaria. Fue entonces, en 1986, cuando la búsqueda de un terreno propicio para la construcción de una central nuclear deparó con una remota y oscura cueva cuyas condiciones extraordinarias, desde entonces, han ofrecido un pequeño vivero para la comunidad científica.
Gracias a ella, al aislamiento al que quedó sometido tantos millones de años atrás, hemos aprendido un montón de nuevas cosas sobre el mundo en el que vivimos. Aquí van algunas de ellas:
1. La existencia de 33 nuevas especies
En Movile han vivido al margen de todo contacto con el exterior casi una cincuentena de especies (48, para ser más exactos). Algunas de ellas ya las conocíamos, pero otras han resultado ser totalmente nuevas. En concreto, 33, todas ellas invertebradas. Toda una panoplia de arañas, sanguijuelas, escorpiones y otro sinfín de insectos que se las han apañado para sobrevivir en tan difíciles condiciones (similares, según se explica aquí, a las de las profundidades oceánicas), aislados del mundo y en un espacio donde los nutrientes eran escasos. ¡33 nuevos bichos, nada menos!
2. El ecosistema sobrevive sin fotosíntesis
La pregunta clave es, ¿cómo puede sobrevivir un organismo así en un lugar tan herméticamente cerrado? Cuando un estudio a mediados de los noventa trató de determinar si el agua en el interior de Movile había sido contaminada por la extensa onda radiactiva de Chernóbil, llegaron a una sorprendente conclusión: no. Lo que significaba que el agua, al contrario que en muchísimas cuevas, no provenía del exterior, sino de ¡debajo! de la tierra. El líquido elemento lo proporcionan piedras espojonsas donde lleva almacenado 25.000 años.
A Movile no llega la luz solar, de modo que está plagado de organismos quimiótrofos. ¿Qué significa esto? Que las bacterias de la cueva no pueden hacer la fotosíntesis para convertir su preciado CO2 (la cueva tiene a espuertas) en nutrientes que les proporcionen energía, como harían sus colegas de la superficie. En su lugar, como se explica en la BBC, hacen la quimosíntesis, algo insual, obteniendo materia orgánica a través de reacciones químicas (como la oxidación de sulfuro en ácido sulfúrico, o la oxidación del amonio de las profundidades de la cueva en nitrato).
Este proceso, tan extraordinario y único, es el inicio de la cadena trófica que permite a sus arañas y escorpiones sobrevivir.
3. Los insectos no tienen color ni ojos
Por pura adaptación al medio, los animales encontrados en Movile son bastante particulares, "de ciencia ficción", como los describe aquí uno de los pocos científicos que han tenido el privilegio de visitar este apartado rincón de Rumanía (dato guay: menos de 100 personas han estado en Movile, una cifra similar a la Luna). Los insectos allí presentes no tienen pigmentos y tampoco tienen ojos (no hay luz), ya que les resultan del todo inservibles. Eso sí, sus antenas y piernas son mucho, mucho más grandes que las de sus primos superficiales.
4. Antes de entrar, vivían en un clima tropical
Es una de las teorías que los científicos manejan para tratar de explicar este raro hecho: el pariente más cercano a las arañas encontradas dentro de Movile es un arácnido de... Canarias, donde las temperaturas son tropicales. Rumanía, frente al Mar Negro, no tiene nada de tropical. ¿Cómo puede ser, entonces? Porque, al parecer, hace 5 millones de años esa región de Europa sí contaba con un clima tan benigno. Pero cuando África taponó el Mediterráneo, provocando que se secara, el clima se alteró profundamente. Y supuso un riesgo para todos.
Las condiciones externas se extremaron y, quizá, las temperaturas bajaron muchísimo. Los insectos de Movile acudirían a la cueva buscando protección, en aras de no perecer. Allí, gracias al particular ecosistema creado por las bacterias, anteriores a todo este proceso, y a la calidez de su interior (el carácter termal y sulfúrico de sus aguas hace que sea extremadamente calurosa) lograrían continuar viviendo. Pero, por algún motivo, quedaron atrapadas, por lo que no volvieron a salir nunca más, adaptándose al lugar.
5. A, quizá, detener el calentamiento global
De una forma un tanto rocambolesca, el descubrimiento de una extrañísima cueva cerrada al contacto con el exterior durante cinco millones de años podría permitirnos aprender más cosas sobre cómo detener el calentamiento global que hemos provocado en sólo un siglo. Las simpáticas bacterias que crean sus nutrientes sin la luz del sol lo hacen, ya lo hemos visto, sintetizando el abundante metano y CO2 de la cueva. Exactamente dos de los gases que más contribuyen al cambio climático. Quizá, aprendiendo más de su proceso, logremos dar con vías que permitan reducir todo lo que emitimos. Que es mucho.
6. Podemos aprender de nuestros orígenes
Según se explica en el reportaje de la BBC enlazado más arriba, las condiciones de Movile se parecen bastantes a aquellas que las primeras especies vivas de la Tierra afrontaron miles de millones de años atrás. Esto nos llevaría a una mayor comprensión de cómo evolucionaron. Genéticamente, además, son similares a las bacterias y microbios encontrados en las fuentes geotermales, ricas en CO2, sulfuros y amonio. El ecosistema de Movile, aislado, le ha permitido conservarse casi intacto, y eso es una gran ventana de oportunidad.
7. A lo mejor Marte era esto
Sólo a lo mejor, claro, pero la NASA ha acudido a Movile para estudiar sus particulares condiciones. Se cree que Marte podría haber contado con circunstancias similares hace unos 3.000 millones de años, cuando era mucho más cálido y el agua recorría su superficie. El carácter hermético, aislado y tan cálido de Movile, según investigadores de la NASA como Larry Lemke, podría ser similar a aquellos de Marte, bajo la superficie, donde sabemos que aún existe agua cálida. ¿Vida en Marte? Yup, en forma de bichines blanquecinos y ciegos.
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