¿Se puede generar electricidad o extraer toneladas de carbón a través de edificios funcionales, eficientes y bonitos? La respuesta popular a la anterior pregunta sería un claro y rotundo "no". Vivimos rodeados de grandes polígonos industriales objetivamente feos y sin encanto estético, de fábricas oxidadas y de cementeras, si bien fascinantes, despreocupadas por los cánones de la belleza. Pero en realidad, sí se puede: la belleza industrial no sólo tiene referentes pasados, sino que es una piedra angular del futuro.
Es lo que discuten en este artículo de The Conversation: el futuro de nuestras centrales energéticas pasa por adaptarse al entorno en el que producen electricidad, ser medioambientalmente sostenibles y servir a un propósito estético y funcional a la localidad donde se instalan. Y es apasionante pensar en los proyectos derivados de mezclar el buen diseño arquitectónico con el raciocinio industrial. No porque sean utopías futuras, sino porque la historia de la revolución industrial ha demostrado que construir una fábrica puede ser una forma de crear arte. Al fin y al cabo, no todo ha de ser un gigantismo a la China.
Así que hemos decidido repasar un puñado de industrias y centrales de energía, tanto de ayer, como de hoy, como de mañana que son bonitas y auténticas piezas de autor. Muchas de ellas, por cierto, están incluidas en el listado de Patrimonio Industrial de la UNESCO, no sólo por su valor histórico sino por su importancia arquitectónica. Otras, especialmente en Europa, están incluidas en rutas de Patrimonio Industrial que, además, ponen de manifiesto las posibilidades turísticas y sociales de construcciones de este tipo. Veamos:
1. La mina de carbón de Zollverein
Ubicada sobre algunos de los yacimientos de carbón más importantes de Europa, la cuenca del Ruhr fue el motor de la revolución industrial alemana y, a día de hoy, el corazón económico de Europa. Sobre ella descansan diariamente más de cinco millones de personas, en un entorno de conurbaciones urbanas (Essen, Dortmund, Bochum) sin apenas atractivo histórico, dado que su proyección demográfica e importancia histórica nace a partir del siglo XIX. No es un lugar turístico. Pero en realidad sí.
En Essen, en concreto, se encuentra el complejo minero de Zollverein, la bautizada no oficialmente como "la mina de carbón más bonita del mundo". Se trata de un gigantesco complejo diseñado bajo los cánones de la Bauhaus, con diversos edificios que ejercían de minas de extracción y una emblemática torre del ascensor que preside el complejo. Alberga un museo de arte vanguardista en su interior, y se halla separada por una bella colina boscosa de Kokerei Zollverein, una refinería de coque ya inutilizada pero de bellísima impronta estética. En su momento, fue la mina más productiva e importante del mundo.
2. La central hidroeléctrica de Øvre Forsland
Si el anterior es un ejemplo perfecto de cómo los cánones estéticos de principios del siglo XX podían entrelazarse con la producción industrial, la central hidroeléctrica de Øvre Forsland representa el mismo paradigma pero cien años después. Localizada en Noruega, donde el agua es un recurso muy abundante, el complejo se encuentra en un remoto valle al norte del país, cerca del Círculo Polar Ártico. La central no es particularmente prodigiosa en su volumen de producción eléctrica, pero sí en su sintonía con el paisaje que la accoge.
Como explica su diseñador, Stein Hamre, el paisaje vertical de los fiordos noruegos y del paisaje montañés del país nórdico sirvieron de inspiración para la bella impronta de la central. Ubicada a los pies de una fuente de agua, se ilumina por la noche, y durante el día se entrelaza de forma casi perfecta con los abundantes bosques y los altos riscos que le sirven de compañía. Noruega se está planteando encargar al mismo arquitecto nuevas centrales energéticas de similares características, casadas con sus paisajes.
3. La laguna de olas de Swansea
La energía hidroeléctrica es una de las más relevantes, en cuanto a posibilidades y expansión, del futuro. Hay numerosos aprovechamientos, como el de la fuerza de las mareas y de las olas, cuya experimentación aún es muy temprana. En Swansea, Gales, quieren avanzar por ese camino construyendo una laguna artificial que capturaría la energía del oleaje y lo transformaría en energía limpia. Una infraestructura tan grande, en teoría, debería ser muy gravoso tanto para el medio ambiente como para el paisaje urbano y natural de la bahía de la ciudad. Y es ahí donde entra en juego el diseño.
La Tidal Lagoon Swansea Bay, como es conocida en inglés, aspira a superar todos sus inconvenientes haciendo de la propia central hidroeléctrica un gigantesco parque verde. El murete que crearía la laguna serviría de andador y carril bici para aprovechamiento ocioso y social de los habitantes de Swansea. Y el edificio generador también haría las veces de museo y de centro de recepción, además de contar con un diseño indudablemente apegado al paisaje de la costa de Gales. Está aún en construcción.
4. La fábrica transparente de Volkswagen
Volvemos a Alemania, hogar natural de algunas de las factorías más bellas jamás ideadas. No todas tienen el clásico encanto del siglo XIX o del siglo XX. A día de hoy, los arquitectos también se empeñan en hacer de las fábricas algo en sintonía con el paisaje urbano que las rodea. En el caso de la fábrica transparente de Volkswagen, en Dresde, su valor reside tanto en su intrínseca belleza como en su amoldación al paisaje moderno post-Segunda Guerra Mundial de la ciudad del este de Alemania.
Parte de la estructura del conglomerado de edificios que la componen es transparente, de tal modo que los pasaeantes pueden acercarse a ella y ver algunas fases del proceso de producción de una automóvil. De forma paralela, la fábrica transparente, construida en 2002, pretendía ser un símbolo de la transparencia de Volkswagen para con sus consumidores. Como aprendimos el año pasado, tan sólo se trataba de una mera ilusión. En cualquier caso, la fábrica es un hito arquitectónico industrial digno de verse.
5. Battersea Power Station
Localizada frente al muy acomodado barrio de Chelsea y South Kensington, la antigua central eléctrica de Battersea pervive aún hoy como el último testigo de la revolución industrial londinense. La ciudad ha vaciado el centro del casco urbano de todo vestigio industrial, ya sea convirtiéndolo en museo, como la Tate Modern, o derruyéndolo, pero Battersea Power Station sobrevivió al proceso. Durante décadas abandonada, a día de hoy se está reconvirtiendo en un gran centro comercial, de ocio y residencial a orillas del Támesis.
Sus cuatro altas chimeneas, blancas, moldean el paisaje del sur de la ciudad, río arriba, y han servido para establecer notables icónicas imágenes. Todo fan de Pink Floyd la reconocerá al instante: sirve de portada a Animals, uno de los discos más importantes del grupo, de gran proyección popular en todo el mundo. Battersea Power Station impresiona no sólo por su sobrio pero impactante diseño, sino también por sus dimensiones: pocos edificios en el Londres presente cuentan con tales proporciones.
6. La fábrica de Fagus en Alfeld
De vuelta a Alemania, país que podría llenar esta lista por sí mismo. La fábrica de Fagus, factoría de zapatos, es también Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO. Fue construida durante la segunda década del siglo XX, y es considerada uno de los más impresionantes y tempranos ejemplos de arquitectura industrial moderna. Su aspecto a día de hoy, de hecho, refleja en menor medida el estereotipo de fábrica de ladrillo rojo de la época, y aparece como un complejo funcional, limpio y de una escueta belleza.
7. McLaren Technology Centre
Inaugurado en 2004, el Centro Tecnológico de McLaren es una de las factorías industriales de alta tecnología más relevantes de Reino Unido. Ubicada en Woking y pensada inicialmente como un complejo destinado sólo a oficinas, rápidamente se transformó en el lugar donde la escudería McLaren construía sus prototipos y posteriores vehículos de competición. Está diseñada específicamente para tener un impacto muy reducido, a nivel visual, en su entorno, pero su interior es gigantesco, capaz de almacenar varios aviones.
8. La fábrica de aceite de Olisur
Doscientos kilómetros al sur de Santiago de Chile, en pleno desierto, se encuentra la fábrica de aceite de Olisur, indudablemente una de las factorías más bellas del planeta. Perfectamente mimetizada con el entorno gracias al innovador y muy equilibrado diseño de Guillermo Hevia, el complejo sirve tanto de oficinas para la empresa chilena como de centro de producción de aceite de oliva. No sólo es un prodigio visual y funcional, sino que también, diseñada en 2009, trata de ser lo menos lesiva posible con el medio ambiente. Muy luminosa en su interior y revestida de madera por fuera, es muy icónica.
9. La villa de Saltaire
Planificada sobre un esquema urbano de corte victoriano, Saltaire es una ciudad industrial al modo del siglo XIX. Ubicada en Yorkshire, al norte de Inglaterra, es una de las joyas de la corona del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, capítulo patrimonio industrial. Toda la ciudad se asienta sobre los mismos precepctos estéticos, jugando el ladrillo beige un papel fundamental en la armonía estética tanto del molino, como de los edificios cívicos como de las casas terrace para los obreros, además de las casas de campo.
El molino es quizá el edificio industrial de mayor relevancia. Ubicado junto a una pequeña presa, generaba energía para abastecer la pequeña industria textil asentada en la zona. En pleno siglo XIX, Inglaterra era la productora textil más importante del planeta, una pre-eminencia que le permitió consolidarse como la primera potencia política y económica del mundo. Saltaire no sólo es el paradigma del buen (y remoto) diseño industrial, sino de una excelente planificación urbana en torno a líneas y funciones muy bien definidas.