Ponte en situación: mañana, o mejor, dentro de unos años, descubres que a ese colchón le han entrado chinches. Si en vez de deshacerte el colchón y comprar otro nuevo te decantases por la opción de terminar con ellas, echándoles algún insecticida, es probable que te lleves la sorpresa de que no has logrado matarlos.
O al menos esa es la idea que defienden desde la Universidad de Sydney, que en un reciente y amplio estudio descubren que los molestos bichos de sábanas y camas han desarrollado (al menos los de su comunidad) una cutícula más gruesa que les está permitiendo sobrevivir a dosis extremadamente altas de insecticidas comunes. Cosa que preocupará a las economías mundiales, como por ejemplo la norteamericana, que se puede dejar anualmente 250 millones de dólares en combatir a este pequeño animal.
“Las chinches, como todos los insectos, están cubiertos por un exoesqueleto llamado cutícula", dijo David G. Lilly, el director de la investigación en un comunicado de prensa al respecto de sus resultados.
Gracias al uso de microscopía electrónica de barrido hemos sido capaces de comparar el grosor de la cutícula tomado de muestras de chinches resistentes a los insecticidas y de los que habían muerto por esos mismos insecticidas, y nuestros datos han mostrado una correlación: cuanto más gruesa es la cutícula, más resistentes son estos insectos a los repelentes.
Lo que no te mata te hace más fuerte... a ti y a los insectos
En realidad, todo esto no debería extrañarnos tanto. Una vacuna humana no es más que someter nuestros cuerpos a la exposición de una enfermedad en un grado suficiente bajo como para que nuestros organismos sepan crear unas defensas a ese tipo de compuestos en el futuro. Imagínate lo mismo pero sustituyendo nuestros glóbulos blancos por chinches: cuando regamos con pesticida una de estas plagas, la inmensa mayoría morirán, pero aquellos que genéticamente están más preparados para sobrevivir a esas toxinas, son los que quedarán y procrearán con otros ejemplares trasmitiendo vía ADN esa inmunidad en las nuevas generaciones.
Y por eso mismo cada vez es mayor la preocupación entre ciertos círculos de biólogos. Como indican desde la BBC, desde los años 60 los pesticidas contra las chinches han aumentado la concentración de toxinas en un 1000%. Y la forma de solucionar este problema desde la industria química es seguir aumentando la dosis, en una escalada imparable contra este animal que perjudica no sólo a hoteles, hospitales, prisiones y otros grandes emplazamientos en los que circulen largas cantidades de personas, sino también al resto de fauna y flora de la zona atacada con pesticidas.
Pesticide trap, así se llama a este callejón sin salida en el que los humanos creamos, pretendiendo lo contrario, herramientas para que las especies aumenten su fortaleza. A veces, como con los mosquitos, atacamos una especie con un foco de acción muy reducido haciéndoles más fuertes y permitiéndoles que expandan su territorio (y claro, a menor el tiempo entre generaciones, más rápido se expanden). Y cuanto más avanza la investigación para hacer los pesticidas más resistentes, mayor es el precio que deberán pagar los responsables, desde los citados emplazamientos hasta los granjeros.
Otros ejemplos de pesticide trap que podemos encontrarnos
Las moscas de la fruta: Algunos estudios españoles y estadounidenses han demostrado que estos insectos, de los más perniciosos para las cosechas, que infestan naranjos se estaban volviendo resistentes a malatión, esa sustancia que usamos habitualmente para tratar los piojos de nuestras cabezas, para matar las pulgas de animales domésticos y para matar insectos en jardines.
La polilla de la col: El diamondback moth o *cabbage moth** es el ejemplar que en Hawai, Japón y Tennessee llegó a desarrollar una gran resistencia al bacillus thuringiensis, un tipo de pesticida del tipo de bacteria Gram positiva (esas que dejan un rastro de tinta azul), a los tres años de que se comenzara a emplear en los cultivos de forma extendida.
Superratas: Esto puede darte aún más pesadillas, pero esta es la realidad de los subsuelos de Inglaterra, en los que podría haber a día de hoy roedores de un tamaño mayor y con una genética que les prepara para resistir cantidades de veneno hasta cinco veces más altas de las que en décadas anteriores eran necesarias para matarlas.
Mosquitos: En este caso, los portadores de malaria que hay en algunas zonas de países como Sri Lanka, Pakistán, Centroamérica y Turquía, que pasaron, por el elevado uso de pesticidas, de una susceptibilidad del 85% de los casos al 4%. Aquí, el DDT ya no es eficaz para prevenir esta terrible enfermedad. También se sospecha de los mosquitos regulares.
La Amaranthus palmeri: También conocida como pigweed por los estadounidenses, es una planta con tendencia a absorber el exceso de nitrógeno del suelo y que interfiere en la producción de algodón del sur del país. EL glisofato, el herbicida producido especialmente por Monsanto para combatir su extensión,ya no sirve de nada en algunas regiones.
El escarabajo de la patata: Sí, hasta los bichos que nos pueden provocar algo de ternura pueden convertirse en un infierno. En especial para los cultivos de berenjenas, patatas o tomates, que en la zona del sur de Norteamérica y el norte de México son tan importantes para la economía. Se dice que estas doríforas han combatido hasta 52 compuestos de insecticidas distintos.
¿Soluciones en el horizonte?
Seguro que sí, pero depende inmensamente de cada caso. Como te explicamos aquí, una de las formas de acabar con el mosquito Zika que se ha practicado es incorporar a sus ecosistemas miembros macho con genes defectuosos. Contra diversas plagas la babosa es la mar de eficaz, y aumentar la biodiversidad de plantas y animales de la zona puede ayudar a crear un equilibro y a preservar las cosechas.
Pero para las chinches, es más complicado, ya que son capaces combatir los insecticidas de muchas formas. Este mismo año, un equipo de investigación estadounidense descubrió que pueden descomponer compuestos tóxicos (insecticidas incluidos) produciendo una gran cantidad de enzimas, así que aún queda tiempo del reinado del terror de las chinches. Eso, o seguir aumentando las dosis tóxicas hasta que ellas o nosotros terminemos por perecer.
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