Agotado su trabajo como ilustrador editorial tras el duro golpe que sufrió la industria durante la Gran Depresión, a Gustaf Tenggren se le abrió una puerta dorada: la de Walt Disney, el que por aquel entonces sentaba las bases del futuro de la ilustración animada. Durante los años '30, la compañía produciría algunas de sus películas más emblemáticas. Y Tengrenn estaría tras ellas.
El dibujante aportaría las líneas maestras tanto para Blancanieves como para Pinocho, en las que su supervisión se extendería a virtualmente cada plano de la película. Pese a que su papel fue de mero asesoramiento (y ni siquiera le valió una aparición en los créditos), Tenggren logró dotar de personalidad propia a los fantasiosos proyectos de Disney, y formuló el estilo clásico de la ilustración animada, una influencia que se extendería a lo largo de las siguientes décadas.
Sueco-americano, Tenggren representó acaso la síntesis perfecta entre la tradición ilustrativa europea y las nuevas técnicas americanas. Y pese a que ha pasado a la historia como una de las mentes pensantes del Dinsey clásico, como uno de sus ideólogos más destacados, su fascinante trabajo se extendió más allá de las grandes pantallas. Durante los años previos a Disney, Tenggren trabajó en proyectos editoriales la mar de interesantes.
Uno de los más destacados fue la serie de ilustraciones dedicadas a un libro temático sobre las fábulas de los hermanos Grimm. Oscuro y olvidado, sus dibujos han encontrado un pequeño revival gracias a la curiosidad insaciable de la comunidad digital.
En aquellas ilustraciones, Tenggren plasmó de forma gráfica la idiosincrática mezcla de horror y fantasía tan típica de los hermanos Grimm. Sus dibujos tienen una vis siniestraque les colocan en un punto y aparte de la ilustración infantil, y que más tarde también adoptaría la inquietante mirada clásica de las películas Disney. Ogros depravados, hombres y mujeres psicológicamente turbulentos, escenarios oscuros, góticos, asfixiantes y decadentes. Y todo eso en un libro para niños.
Del mismo modo que las historias de los Grimm eran terribles en su fondo, aunque no en su forma, la esencia de los dibujos de Tenggren es idéntica, y combina de forma magistral el aspecto amable de las fábulas y sus, en ocasiones, truculentos giros finales. Como un Goya metido a narrador infantil, las miradas torcidas y las expresiones patéticas de sus protagonistas plantean interrogantes al lector, le anteponen ante relatos que siempre tienen una doble lectura moral. A lo largo de su carrera, Tenggren explotó estas ideas.
De ahí que las películas clásicas de Disney resulten, también y a su modo, tan siniestras. Esta es una breve colección de su trabajo.
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