Patricio Pron, conocido escritor y columnista de las letras hispanas, ha resucitado un artículo publicado meses atrás en The Guardian causando un pequeño revuelo en Twitter. Señalaba en la web el caso de Keira Drake, una escritora de novelas young adult que se enfrentó a una marabunta de críticas por su última obra, que muchos lectores acusaron de ser una “llameante basura racista” por contarla típica historia de un blanco salvador de tribus de otras etnias.
Lectores de sensibilidad: la anécdota sirve para presentar una figura de creciente importancia en el mundo editorial (especialmente el anglosajón) en los últimos dos años, los sensitivity readers o lectores de sensibilidad, profesionales (y habitualmente integrantes del espectro a analizar, véase persona racializada, del colectivo LGBT, etc) que buscan revisar los textos buscando las carencias de “corrección política” y la falta de realismo de obras ajenas. Es decir, algo equivalente al trabajo de los tradicionales revisores históricos o técnicos (para ficciones de ambientación histórica o sobre temas complejos) pero centrado en raza y género.
Microagresiones: Buena parte del trabajo de estos revisores es la de indicarle al escritor los puntos flacos por los que se le han podido colar clichés, expresiones dañinas o equivocadas. A Anna Hecker su sensivity reader le hizo ver que no había descrito la raza de sus personajes, y le recomendó que lo hiciera. También podría darse el caso de un autor que describiese a un personaje judío y que necesitara cerciorarse de que ha retratado correctamente ciertos pormenores religiosos que no conoce de primera mano.
Scarlett Johansson, blanca: el trasfondo de estas figuras, su objetivo último, es contribuir a eliminar las barreras que tiene la diversidad en nuestros productos culturales. Es la misma sensibilidad que dominó recientemente la conversación acerca de Johansson encarnando a la comandante Motoko Kusanagi, un personaje escrito por un autor japonés, y de su promesa de participación en el biopic de Dante "Tex" Gill, hombre trans, proyecto del que ya se ha retirado.
Hermione, negra: es otro de los enfoques criticados. Con los años ha aumentado una corriente crítica con la novelista J. K. Rowling, que, a pesar de ser mujer, escribió un libro infantil protagonizado por un niño, y cuyo universo refleja un mundillo elitista, blanco y normativo. Con los años Rowling ha rellenado los silencios de sus obras diciendo, por ejemplo, que Dumbledore era gay o haciendo creer que Hermione, una niña de "ojos marrones y pelo rizado”, era negra, pero hay a quien le parece más una revisión interesada, habida cuenta de que no ha intercedido en las explotaciones comerciales de sus obras en las que aparezcen personas acusadas de maltrato, pese a defender el feminismo en redes sociales, cuando va en favor de sus intereses económicos.
Sensibilidad cristiana: el tema no cae muy lejos de otro que trajimos hace unos meses. El escritor Javier Ruescas se topaba con que la web de la cadena de librerías Troa despreciaba su novela por el hecho de incorporar personajes gays. Los de Troa buscan puntuar las obras según la “calidad de su contenido”, que depende de si incluye lo que ellos consideran “valores positivos” para la sociedad o no. En su caso, la diversidad es lo reprobable, y así se lo advierten a sus seguidores.
Relaciones públicas: según Lee & Low Boos, en Estados Unidos el número de libros adultos e infantiles protagonizados por personajes de color ha pasado de ser el 10% al 28%. La inclusividad es una tendencia al alza en el mundo editorial, como también empieza a serlo en el cine. Tal vez por eso los principales beneficiados de los sensitivity readers sean los grandes escritores y publicadores, los que se pueden contratar este tipo de servicios sin pasar tantos apuros económicos. Además, advertir a los lectores de la presencia de estos revisores sirve como cierta garantía de aprobación ideológica, lo que beneficia a las ventas y evita los potenciales boicots que podrían arruinar una inversión.