Cada año, la Federación de Bancos de Alimentos de España organiza la "gran recogida", una campaña donde se pide directamente la colaboración de los ciudadanos que acuden a los supermercados. Aunque cada banco puede realizar una petición concreta en función de sus propios excedentes o carencias, lo habitual es que soliciten productos no perecederos como azúcar, pasta o leche. Sin embargo, lo que hasta ahora había sido una acción solidaria sin más ha despertado el lado más crítico de algunos usuarios en redes sociales. En plena época de Yuka o del movimiento "real food" de Carlos Ríos, en Twitter hay quienes consideran una irresponsabilidad donar azúcar y ultraprocesados a estas organizaciones.
Debate. Hace un par de días, la Federación Española de Bancos de Alimentos agradecía a través de Twitter los más de 3.000 euros que habían donado desde la compañía de aguas de Córdoba. La empresa municipal entregó 2.000 kg de azúcar, 498 botes de cacao y 1.100 paquetes de galletas al banco de alimentos de la ciudad andaluza. A raíz de esta publicación, varios usuarios comenzaron a criticar las donaciones calificándolas de irresponsables para la salud. De ahí que en mitad de este mismo hilo, la tuitera y nutricionista, Laura Saavedra, compartiese una infografía con alternativas saludables más variadas que el tándem azúcar y leche. Y, claro, la división de opiniones se polarizó todavía más.
¿Qué dice el Banco de Alimentos? El Banco de Alimentos recomienda a los donantes contribuir principalmente con azúcar, arroz, pasta, legumbres, leche, aceite o productos precocinados. Su responsable de prensa, Ángel Franco, reconoce que la prioridad es alimentar a cuánta más gente mejor y para ello deben apostar por alimentos que puedan conservarse bien en el tiempo. Respecto al debate en torno al azúcar, el Banco de Alimentos es partidario de "no demonizar los alimentos" y de promulgar una dieta donde se coma de todo. Del mismo modo, aseguran que aceptan todo los alimentos no perecederos que estén en buenas condiciones en términos de seguridad alimentaria. Y añaden que "en la medida en que los donantes den productos de calidad, el banco de alimentos dará más calidad".
Las recomendaciones. La infografía que intensificó el debate fue publicada en 2017 por dos nutricionistas muy seguidos en Instagram: Aitor Sánchez y Laura Martínez. Como abanderados del consumo de productos naturales y no procesados, trataban de concienciar de que es posible realizar donaciones saludables cumpliendo los requisitos de la organización. Así, proponían aportar productos no perecederos como los que pide el Banco de Alimentos, pero poniendo la sílaba tónica en el valor nutricional. Algunos ejemplos que incluían son las conservas de pescado, de verduras, los biscotes de pan o los bricks de caldo de verduras.
Los dulces. El psicólogo de datos, Guido Corradi, aportaba otra perspectiva al debate e introducía el valor emocional de los alimentos como otro factor a tener en cuenta. Su tuit hablaba de la felicidad que pueden llegar a aportar los dulces a los niños de las familias más desfavorecidas. Y aunque es cierto, los efectos a largo plazo del azúcar juegan a la contra del factor psicológico. Varios estudios como este del Instituto Central de Salud Psicológica de Mannheim sostienen que el azúcar libera dopamina y activa el sistema de recompensa en el cerebro. ¿Problema? El consumo prolongado en el tiempo puede terminar generando adicción.
A más pobreza, más obesidad. Hace tan solo unas semanas Unicef publicaba el informe El estado mundial de la infancia 2019 y revelaba un porcentaje cada vez más preocupante: el 20.7% de los menores de 16 años tiene sobrepeso y el 14,2% obesidad (un 34.9% en conjunto). Sin embargo, este porcentaje es mayor en aquellas zonas donde hay más personas que viven por debajo del umbral de la pobreza. Así, en áreas donde la pobreza relativa está por debajo del 10% hay un 32,5% de niños con problemas de peso, pero en aquellas donde esta tasa se sitúa entre el 30 y el 40%, hablamos de que un 39.5% de los menores padecen sobrepeso u obesidad.
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