Johannes Haushofer es actualmente profesor auxiliar de Psicología en la Universidad de Princeton, una de las famosas integrantes de la Ivy League, pero antes de eso pasó por Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts, y ha publicado numerosos estudios y artículos así como recibido varios premios a lo largo de su carrera, como aquel que le permitió abrir el centro de economía conductual en Busara, donde ha estudiado cómo la pobreza afecta a la toma de decisiones. Impresionante, ¿verdad? Lo es, pero siempre es mejor poner las cosas en perspectiva: todos esos datos son sólo una ínfima parte de su trabajo.
Porque como Haushofer nos ha hecho saber la semana pasada, la vida laboral de cualquier persona está rodeada de fracasos, de esfuerzos que se quedaron por el camino, pero que el sistema nos anima a borrar de nuestra narrativa sobre el éxito personal, especialmente a la hora de redactar el currículum vitae. Como anunció previamente en Twitter, Haushofer ha subido a Internet un CV alternativo con sus fracasos académicos, recogiendo todas las tareas que no completó con éxito y aquellas ocasiones en las que fue rechazado antes de conseguir su puesto de trabajo actual. Para sorpresa de todo el mundo, su nuevo Currículum se ha vuelto viral.
El currículum fracasado de este profesor está animando a muchas personas
No sacarse el doctorado en Psicología en Harvard, los posgrados en medicina en la UCL o la Universidad de Cambridge, contar con, que él recuerde, un mínimo de 14 papers rechazados… Es más extensa la lista de logros que se quedaron por completar que los que finalmente ha conseguido. Para él es importante visibilizar los reveses académicos porque, como dice:
“A menudo esos fracasos son invisibles mientras los éxitos sí son visibles. Me he dado cuenta de que esto puede dar la impresión al resto de que a mí todo me va bien. Como consecuencia, tienden a responsabilizarse a sí mismos por los fracasos en lugar de al hecho de que el mundo es un lugar relativo, que las solicitudes que hacemos son imprevisibles y que los comités de selección o los jueces también tienen días malos. Este CV de fracasos es un intento de equilibrar mis registros y proporcionar cierta perspectiva".
¿El efecto? Cientos de personas está ahora hablando del #cvoffailures. Muchos de ellos apuntándose a redactar sus propios y fracasados CVs, otros agradeciéndole a Haushofer su paso al frente para aceptar públicamente nuestros momentos menos honrosos. Melanie Stefan verdadera idearia de esta historia, que escribió sobre la necesidad de abrazar una cultura que acepte el fracaso de forma más abierta en un artículo de la revista Nature en 2010, está abrumada con la recepción. Y ha dicho:
“Como científicos, fracasar forma parte de nuestra experiencia cotidiana. He fracasado a la hora de hacer experimentos, a la hora de solicitar trabajos… Pero esto es algo por lo que en realidad todo el mundo pasa. No sirve de nada pretender que somos superhombres porque no es así. Debemos aceptar el fracaso como parte de la experiencia y tratar de aprender tanto como podamos de él”.
Stefan recordaba después que dentro de su gremio, el éxito a la hora de lograr un mérito curricular ronda el 15%, con lo que los científicos se pasan de media seis veces dándose de bruces antes de conseguir un sí. Estos porcentajes son similares también en otros campos laborales.
He aquí una reducida muestra del amplio y gran predicamento que esta historia ha tenido especialmente en el mundo académico:
Reconocer tus fiascos es fácil... si te va bien en la vida
Pero no todo han sido aplausos: el #cvoffailuers también alguna que otra crítica. Como usuarios como Adam Shapiro recuerdan, no es lo mismo ser un profesor de Princeton y hablar de los fracasos académicos que si no has logrado una posición tan privilegiada en tu vida. Así lo expresa Stuart Ritchie, el #cvoffailuers es el equivalente académico de esos millonarios que dicen: "sí, ganar el dinero ha sido difícil, pero a día de hoy lo llevo bastante bien".
Otra crítica similar puedes encontrarte en las redes, pero desarrollando el asunto de los privilegios y las relaciones de poder: según otros usuarios, es más fácil que puedan apoyarse en la teoría del triunfo a base de la superación de obstáculos los blancos que los afroamericanos, y que por eso te encuentras una abrumadora mayoría de blancos, y casi ningún negro, entre los que escriben inspirados currículums fracasados.
Saber que el éxito no lo es todo nos hace mejores luchadores
Entonces, ¿es o no útil introducir en un currículum tu lista de fracasos o es sólo algo que se pueden permitir a posteriori aquellos que ya han logrado algunos méritos importantes? Lo cierto es que, como explica aquí esta investigadora y como demuestran todos los mensajes positivos de Twitter, en un mundo dominado por la comparación y competitividad extrema, reconocer los fracasos de los demás hace que se despenalicen nuestros fiascos y, sobre todo, nos anima a intentarlo con energías renovadas.
A esta idea apuntaba al menos un estudio de la Universidad de Columbia, en el que de una muestra de 400 alumnos, recibían por separado dos estímulos. A los primeros se les dio un texto de 800 palabras sobre los resultados logrados por prestigiosas figuras del tipo de Albert Einstein, Marie Curie, o Michael Faraday. Para los segundos, lo mismo además de una lista de los problemas personales que vivieron antes de llegar a alcanzar sus metas. Un tercer grupo sabría sólo de los fracasos intelectuales y pruebas fallidas de estos reconocidos genios. Los estudiantes de los dos últimos grupos consiguieron mejores notas que los primeros.
Xiaodong Lin-Siegler, una de las responsables del experimento, se lo contaba a Quartz: “En lugar de interpretar la lucha de algunas de las mentes más grandes de la humanidad como prueba de que una persona normal no tiene ninguna posibilidad, tras las seis semanas que duró el experimentos los estudiantes que conocían los duros problemas de estos científicos lo hicieron mejor que los que sólo habían oído hablar de sus resultados positivos. Y, por increíble que parezca, las puntuaciones de los primeros grupos fueron aún peores de lo que habíamos previsto. Para ellos, estos científicos tenían un talento natural al que probablemente nunca alcanzarían”.
La lección que aprendemos con esta historia es que, al margen de si es o no positivo incluir tus fracasos en el currículum, saber que éstos forman una parte mucho mayor de la experiencia laboral de la gente, incluida esas personas que tomamos como modelo a seguir, puede ayudarnos a no desistir en nuestro esfuerzo. Porque nadie es perfecto ni los resultados son, para casi nadie, óptimos a la primera. Incluso puede que nunca se reconozcan nuestros méritos, por muy necesarios para la sociedad que sean, como bien sabe ahora el propio Johannes Haushofer. Después de hacerse viral, añadió otro punto más a su CV of Failure, un metafracaso: “este falso CV ha recibido más atención de la forma en que todo mi cuerpo de trabajo académico”.
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