Pasando los 17.000 casos de COVID-19 en España, con un incremento masivo en el último fin de semana, el personal sanitario se encuentra inmerso en una carrera contrarreloj ante una situación que comienza a poner a prueba el funcionamiento de muchos centros de la Comunidad de Madrid.
El personal médico ve cómo sus hospitales se llenan y tienen que luchar contra un virus cuyo diagnóstico puede variar en cuestión de horas. Circunstancia que ha redoblado el estrés diario al que se somete el personal sanitario, con hospitales al borde del colapso, tal y como ya ha sucedido en las provincias del norte de Italia.
"El principal problema de este virus es que la radiografía cambia rápidamente", relata una enfermera que está viviendo esta situación en las Urgencias de La Princesa, donde "todavía no hemos llegado a esa situación de saturación, pero sí es cierto que ahora todo lo que llega es coronavirus. Tenemos veinte camas y ya están llenas, con dos plantas nuevas de veinte camas cada una que ya están preparadas. Y que se llenarán también".
Sin espacio y sin especialistas
La situación llegó tan de golpe que a muchos centros no les ha dado tiempo a prepararse. El principal problema radica en la carencia de espacio para unas camas que se llenan de pacientes en cuestión de pocas horas. Ante tal situación, la primera medida de los hospitales ha sido buscar una ampliación del espacio dedicado a los pacientes con coronavirus, que, en algún momentos no se podrán crear más.
"Las camas de observación se han añadido donde se ha podido. Pero la UCI tiene las camas que tiene, no se pueden crear", cuenta la enfermera. Además, hay otro problema que está empezando a encender las alarmas: la ausencia de un personal especializado al que cuesta encontrar cada vez más. "Tenemos a mucha gente joven llegando estos días. Algunos recién licenciados. Lo dan todo, pero pueden ayudar en lo básico, si las cosas se complican no hay gente", relata.
Una de las sanitarias que recibieron a finales de la semana pasada una llamada de la Bolsa de Madrid para incorporarse de forma inmediata coincide con ella: "Los puntos necesarios para entrar en un hospital público han bajado a cero en muchos hospitales. Eso antes se podía ver en verano con las vacaciones, pero no en esta época. Tampoco se contrataba a diez personas en un solo día". Ella misma ha recibido llamadas de cuatro hospitales en dos días preguntando por su disponibilidad.
Recientemente se confirmaba que los residentes, que acaban en mayo, obtendrán un mes y medio antes su certificado para poder ejercer en esta crisis. "Necesitamos gente que esté preparada para atender a estos pacientes, que no es fácil" explican desde la Princesa. Además, desde aquí también recuerdan que la protección ante el virus supone un coste en tiempo muy importante que no debe olvidarse:
Donde estábamos dos ahora somos tres. Pero ahora hay que protegerse y que ponerse de todo: la bata, doble guante, mascarilla, gafas y gorro. Antes de entrar, te mueves menos ligero, sudas, las narices peladas, las manos desgastadas, para quitarte todo necesitas a dos personas. Echamos todo en un cubo especial… Todo lleva mucho más tiempo, y eso afecta al tiempo también de los tratamientos. Con cada paciente tardas mucho más.
Sin preparación y sin material
El refuerzo de personal y de material se ha convertido en una prioridad; sin embargo, la premura de la situación provocó que en los primeros días se diese una situación de cierto descontrol y, sobre todo, muchas dudas.
"En otros hospitales se están preparando. Aquí no ha dado tiempo. Sobre la marcha te iban explicando. Yo viví el ébola. Nos prepararon, se creó una sala. Esto no tiene comparación. Estamos dando palos de ciego. Los protocolos se cambian de un día para otro", desarrolla una de ellas. "A mí me han dado una charla de cinco minutos de cómo ponerme y quitarme el EPI (equipo de protección individual) y realmente nadie sabe muy bien qué es lo que vamos a hacer", sentencia su compañera.
Es el miedo a que llegue el momento en que no haya más material. "Si se acaba el material no se puede trabajar. Nunca se había pensado que algo podía terminarse, pero ahora sí lo empezamos a pensar. Antes usabas y tirabas la mascarilla cada vez que veías a un paciente, ahora usas la misma 24 horas, su máximo tiempo de caducidad", cuenta la enfermera, que especifica que el material está registrado y bajo constante vigilancia ante el miedo de que se terminen mascarillas o productos básicos.
Y no menos importante, el coronavirus presenta un problema paralelo: ha provocado que otras patologías estén quedando de lado.
"Ahora todo son coronavirus, ¿pero qué va a pasar con el resto de enfermedades? ¿Accidentes, ictus, etc.? Siguen llegando", se pregunta la trabajadora de La Princesa. La UCI tiene que seguir guardando un número camas para otras situaciones, que, lamentablemente, siguen ocurriendo. Además, otras consultas se están viendo afectadas, entre otros motivos por los recortes en la financiación de los centros:
Hay que dejar sitio para otros problemas: accidentes de tráfico, infartos, etc. Se han quitado cosas. La de trauma se ha quitado, las consultas que no corren prisa se han retrasado (...) El recorte de personal nos pasa factura. El hospital ha tenido que volver a abrir camas que había cerrado. Camas que si hubieran permanecido abiertas, como solían, ya estarían preparadas. Se ha hecho deprisa y corriendo, abrir plantas, buscar especialistas... Y más allá de los sanitarios. Los responsables de limpieza están doblando turnos.
"Dependemos mucho de la gente, de cómo se comporten estos días". Porque quedarse en casa puede suponer una ayuda importante, pues lo importante es contener el número de afectados, para que a la gente le dé tiempo a recuperarse y no sobresaturar unos hospitales que ya comienzan a ver limitados sus espacios.
La foto de portada corresponde a un hospital de Brescia, Italia.
Imagen: Luca Bruno/AP
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