Los británicos han vuelto a demostrar por todo lo alto que son el mejor pueblo a la hora de hacer colas

Palabras de George Orwell en 1944: “Las características más comunes del pueblo inglés son la falta de sensibilidad artística, la cortesía, el respeto por la ley, el recelo hacia los extranjeros, el sentimentalismo con los animales, la hipocresía, unas diferencias de clase exageradas, la obsesión por el deporte y la disposición a formar colas”.

Setenta años después, cualquier testigo internacional sabrá darle la razón al escritor en su descripción de los rasgos identitarios británicos… en al menos dos puntos clave. El primero, que los ingleses siguen sin tener demasiado cariño a los extranjeros. Y dos, que parece que nada le gusta más que ordenarse en hileras.

La foto que ha subido ayer el usuario de Reddit genothp así lo confirma, la impresionante cola formada por cientos de personas ha causado sensación en el foro: clientes que se ordenan al unísono a modo de mente colmena asumiendo unos códigos de recompensa, justicia y buena conducta en lugar de transformar la espera en el aeropuerto en un sálvese quien pueda.

Es imposible no mirar esa fila infinita y perfectamente zigzagueante sin acordarse de otro meme reciente, cuando los equipos futbolísticos de Inglaterra e Italia constataron frente a frente sus diferencias culturales, donde los ingleses ganaban en orden y los italianos en estética ocular y capilar.

Pero, ¿es realmente un rasgo distintivo de la sociedad inglesa el hacer cola? No hace falta irse demasiado lejos para comprobar cómo otros pueblos se adhieren a este ritual. Los ciudadanos de países comunistas podrían hablar de su amplia experiencia en este ámbito, así como los consumistas de productos de edición limitada de todas partes del mundo, los amantes de Justin Bieber o los creyentes en el poder de Doña Manolita.

Imagen gubernamental sobre el buen comportamiento patriótico. Civiles durante la Segunda Guerra Mundial comprando bonos del estado.

La relación de los ingleses con la formación de colas no es tanto por la práctica en sí de las colas, algo extendido (y que sabemos tendrían que rivalizar muy fuerte con los rusos, los canadienses o los japoneses), sino por las connotaciones históricas y culturales que ellos mismos le dan a este fenómeno que consideran muy suyo, y para descifrar esto tenemos que irnos precisamente al momento en el que Orwell escribió las palabras que abren este artículo.

Durante la Segunda Guerra Mundial el gobierno promocionó una amplia campaña propagandística para erradicar las connotaciones miserables de la formación de hileras que traía de las enormes colas de los obreros durante la Revolución Industrial. A cambio, esperar a tu ración de comida en los tiempos de escasez como un gesto de decencia y de respeto a la comunidad, el pegamento social que nos mantiene a todos dentro de la civilización y a salvo de la barbarie. Un símbolo de orgullo patrio.

Raciones de comida, tanto en el frente como en las ciudades.

Si esperabas con paciencia y amabilidad una larga cola antes de coger un poco de pan o sopa tus valores son los propios de los mejores ciudadanos de una democracia. Y son, por tanto, un valor británico.

Además, un ciudadano educado vería tenso tener que afearle la conducta a quienes pasasen delante de ellos en una cola, mucho menos se les ocurriría adelantarse a los demás a ellos mismos. El sociólogo Geoff Beattie así lo cree: el fenómeno de rápida formación de colas en el mundo británico tiene que ver con el intento de evitar que la gente se enfrente a los infractores del orden social. En serio, en el examen de ciudadanía le exigen a los extranjeros saber realizar colas al estilo nacional.

Y de ahí que se produzcan imágenes tan rocambolescas como británicos en mitad de unos saqueos haciendo cola para robar dentro de establecimientos, una imagen de la necesidad británica de estructuras incluso dentro del caos que seguro también habría inspirado a muchos literatos.

Por supuesto, todo este orgullo no está basado en la eficiencia. La tradicional cola por la que optan los británicos genera mayor frustración y mayores tiempos de espera para todos los participantes de una cola que el sistema danés o incluso que el mediterráneo en el que el que llega pide turno preguntando "¿quién es el último?".

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