Viendo el tráfico aéreo de cualquier aeropuerto del mundo resulta casi increíble que la aviación no lleva ni 110 años desarrollándose. Y es que el primer vuelo (controlado) de una máquina más pesada que el aire tuvo lugar el 17 de diciembre de 1903. Un vuelo de tan sólo 12 segundos de duración y algo más de 36 metros de distancia que cambió el mundo de la mano de un par de hermanos, Wilbur y Orville Wright.
Ninguno acabó sus estudios formales ni fueron a la universidad por diferentes motivos, pero desde bien jóvenes estuvieron envueltos en la fabricación de artilugios mecánicos, fundando su propia marca de bicicletas en 1896. Un año en el que se vieron tres acontecimientos muy importantes que acabaron de atraer la atención de los Wright por la aviación.
En ese mismo año Samuel Langley (el secretario del Smithsonian Institution) consiguió que volase una maquina propulsada por un motor de vapor. El ingeniero Octave Chanute consiguió hacer volar a varias personas con planeadores en las dunas del Lago Michigan y Otto Lilienthal, el inventor alemán que más y mejores vuelos de planeador había conseguido, moría tras romperse el cuello en un accidente con su planeador.
Los primeros intentos llevan del planeador al avión propulsado por motor
Entre 1899 y 1900 los hermanos Wright centraron sus investigaciones en el control del artefacto volador. Al contrario de lo que se había experimentado hasta la fecha, los Wright concibieron que el control de su máquina voladora no dependía del balanceo del piloto si no de una serie de superficies que se movían o retorcían modificando el flujo de aire alrededor de la máquina y haciendo que ésta se moviese en respuesta a estos mandos. Algo tan sencillo de decir requirió una gran cantidad de experimentos, incluso se fabricó un rudimentario túnel de viento para esos experimentos.
Con una cometa de tan sólo metro y medio de envergadura los Wright perfeccionaron sus sistemas de control. Rápidamente se dieron cuenta de que retorciendo las puntas de las alas de la cometa ésta se torcía y giraba con cierto control de la maniobra. El sistema constaba de cuatro cuerdas sujetas a dos bastones en las manos del piloto.
Así en 1900 los hermanos Wright se desplazaron a Kitty Hawk una zona de dunas en el estado de Carolina del Norte en la que el servicio meteorológico les aseguró que existían brisas constantes durante casi todo el año. Con un planeador de sólo 5,33 m de envergadura y 24 kilos de peso realizaron cientos de vuelos controlados. Entre 1900 y 1902 el planeador original fue evolucionando hasta convertirse en una máquina de 9,78 m y 51 kilos que consiguió volar hasta 26 segundos y recorrer 189,7 metros. Sólo faltaba instalar un motor y probar el conjunto.
1903, los hermanos Wright preparan su máquina voladora
Ahora nos puede parecer un paso muy sencillo el motorizar un velero, pero en 1903 no se conocía casi nada sobre el funcionamiento de una hélice y tampoco existían motores con la suficiente relación peso/potencia para permitir instalarlos en un avión tan rudimentario.
Porque el Wright Flyer (como se llamó el artefacto volador) estaba construido con madera de pino, tela de muselina y unos cuantos metros de cable de acero, nada más. Como buenos inventores, los hermanos Wright diseñaron y construyeron un motor de cuatro cilindros de gasolina junto con Charlie Taylor, un mecánico de su propia fábrica de bicicletas y lo instalaron en su avión.
La hélice se concibió como un ala girando en un plano vertical, en lugar de como tornillo que era como se pensaba hasta el momento que funcionaba. Ni siquiera se podía aplicar el diseño de hélices de barco por lo diferente del medio en el que se desenvuelve cada tipo de hélice.
Atendiendo a los estudios de Wilbur Wright, en 1903 consiguieron diseñar una hélice con un rendimiento del 66%, rendimiento que tras revisar los diseños en la actualidad resultó ser un 75% de rendimiento llegando a alcanzar el 82% en algunos momentos. Una hélice de última generación es capaz de alcanzar el 85%
El 14 de diciembre de 1903 tras ganar una apuesta con su hermano lanzando una moneda al aire, Wilbur Wright dio un vuelo de tres segundos en el que se dañó el avión por culpa de un mal aterrizaje. Tras las reparaciones necesarias, el día 17 de diciembre de 1903, con un viento constante de 43 km/h Orville Wright voló 37 metros en 12 segundos a la velocidad de 10,9 km/h.
Este vuelo fue recogido en una fotografía que aún hoy es un documento único en la historia de la humanidad. Los siguientes vuelos fueron de 53 y 61 m respectivamente con los hermanos alternándose a los mandos.
¿Los hermanos Wright, pilotos o mentirosos?
Con un titular así de duro se referían a los hermanos Wright en la edición italiana del Herald Tribune en 1906, tres años después de que la foto del famoso vuelo diera la vuelta al mundo. Pero por culpa de un mal (y fantasioso) articulo publicado el día después del hecho y una actitud mojigata por parte de los Wright que no querían mostrar su aparato volador hasta no tenerlo protegido por patentes les llevó a aparcar sus experimentos después de ese año 1906.
Y es que entre 1904 y 1905 los Wright siguieron con sus vuelos, ahora en Ohio, más cerca de su casa. En esa nueva ubicación fueron los primeros en volar más de un kilómetro, los primeros en completar un circuito circular. Llegando a conseguir volar en 1905 casi cuarenta minutos recorriendo una distancia en circuito cerrado de casi 40 km. Por desgracia la prensa seguía sin hacerles demasiado caso y ni siquiera se molestaban en tomar fotografías de esos vuelos. Así se llegó al escepticismo del titular.
Y el escepticismo no era sólo en USA, si no que en Europa también se dudaba de los logros alcanzados por los hermanos Wright. De hecho el primer vuelo controlado en Europa no tuvo lugar hasta el 12 de noviembre de 1906 y fue de la mano de un Brasileño afincado en París llamado Alberto Santos-Dumont con una aeronave tan rudimentaria que fue abandonada después de recorrer 220 metros en 21 segundos.
En enero de 1908 el aeroplano Voisin-Farman consiguió volar 1 km en un recorrido circular. Pero los hermanos Wright, que habían conseguido superar esas distancias más de dos años antes seguían luchando por patentar su invento antes de mostrárselo al mundo.
Tuvo que llegar 1908 y unos acuerdos con el gobierno estadounidense y unos contratos con una firma francesa para fabricar sus aeroplanos bajo licencia para que Wilbur Wright hiciera sus primeras demostraciones en público, concretamente en Le Mans (Francia) delante de una multitud que quedó boquiabierta. Mientras tanto en Washington, Orville Wright hacía sus demostraciones con parecidos resultados en el público.
Tan emocionados estaban que casi no se dio importancia al accidente que tuvo el día 17 de septiembre en el que murió Thomas Selfridge que iba de pasajero en el avión.
La muerte de Wilbur Wright no detiene el avance de la aviación
Pero todo no iba a ser un camino de rosas, una vez vencido el escepticismo de los gobernantes sus patentes rápidamente se vieron cuestionadas por los otros pioneros que reconocieron lo ventajoso de su sistema de control, pero no estaban dispuestos a pagar por utilizar esos sistemas en sus aviones. Esto les llevó a juicios por defender esas patentes.
Tal magnitud alcanzó el litigio que Wilbur Wright enfermó de fiebres tifoideas y murió en 1912. Según las propias palabras de su padre Wilbur tuvo que emprender innumerables viajes para consultar abogados y jueces lo que pudo ser la causa definitiva para contraer la enfermedad.
La batalla legal duró hasta 1914, cuando la corte suprema de USA dio la razón a los hermanos Wright. Lo que pasa es que en ese momento la aviación había avanzado tanto que estaba a las puertas de convertirse en una de las armas más poderosas de la Primera Guerra Mundial.
Orville Wright vivió hasta el 30 de enero de 1948 y tuvo la oportunidad de ver su invento pasar de una máquina rudimentaria que apenas se mantenía en el aire con mucho esfuerzo a convertirse en un arma muy poderosa en la Primera Guerra Mundial y un arma devastadora capaz de cruzar media Europa para arrasar una ciudad.
Incluso llegó a ver los primeros intentos por batir la barrera del sonido, una quimera que detenía el progreso de la aviación y que suponía el último obstáculo para llegar al espacio. Algo totalmente inconcebible cuando daban aquellos pequeños vuelos en su máquina voladora en un páramo azotado por el viento llamado Kitty Hawk en Carolina del Norte.
Para concluir esta breve historia de los hermanos Wright y sus esfuerzos para alcanzar ese primer vuelo controlado de una aeronave más pesada que el aire lo mejor es ver un vídeo con imágenes originales de la época montado al estilo del cine mudo que a principios del siglo XX era lo que se llevaba en los cines.
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