Según numerosas investigaciones, estudios e informes, la explotación laboral está a la orden del día en el mundo de la moda. ¿Por qué las marcas no hacen nada por lavar su imagen?
Aunque las marcas quisieran ser parte de la solución (como muchas veces se les pide) se ven obstaculizadas por el sistema legal actual. El problema es que si quisieran erradicar la explotación laboral, tendrían que adquirir un mayor control sobre sus cadenas de distribución, mientras que si tuvieran más control sobre sus cadenas de distribución, se expondrían a más riesgos por demasiada responsabilidad jurídica.
Para cambiar realmente el panorama de la industria de la moda internacional, los países donde las marcas tienen sus sedes han de reconsiderar las políticas legales para cambiar las normas actuales sobre responsabilidad jurídica y así conseguir que las marcas se involucren más en los problemas laborales en sus cadenas de distribución.
Un informe reciente de Oxfam encontró que los trabajadores de la industria de la confección ganan menos del 2% del precio final de la prenda cuando se vende en Australia, un país en el que la industria alcanza los 27.000 millones de dólares. A principios de mes, unos clientes de una tienda de Zara en Estambul presuntamente encontraron mensajes escondidos en la ropa por los costureros a modo de protesta en contra de los salarios injustos. En los mensajes se podía leer "he hecho esta prenda que te vas a poner, pero no me han pagado por ella".
La tragedia del Rana Plaza se cobró la vida de más de 1.000 personas hace más de cuatro años cuando un edificio de una fábrica de producción textil se derrumbó en Bangladesh. Estos son solo algunos de los ejemplos de una larga lista de horrores, pero el problema sigue sin arreglarse.
Cadenas de valor mundiales
Durante las últimas décadas, el proceso de producción de las prendas de ropa (entre otras cosas) ha evolucionado y se ha vuelto muy complejo. Estas "cadenas de valor mundiales" incluyen todas las actividades necesarias en el ciclo de vida de un producto: su diseño, su fabricación, su venta e incluso su reciclado.
Cuando se trata de la relación entre estas grandes redes de proveedores y la ley, existe una conexión entre las responsabilidades y las obligaciones legales. Generalmente, una marca solamente es responsable a nivel legal de las acciones de sus proveedores si la marca controla directamente al proveedor. En una cadena de valor mundial, la mayoría de los proveedores normalmente están fuera del control directo de la marca.
Al igual que muchas otras organizaciones activistas, Oxfam exige responsabilidades a las marcas de ropa australianas para que mejoren las prácticas laborales de sus subsidiarias y de sus proveedores en los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, Oxfam les pide a las marcas que implemente un "sueldo digno" que sea suficiente para que los trabajadores puedan cubrir sus necesidades básicas. En su informe se calcula que aplicando el sueldo digno el coste final del producto solamente se incrementa en un 1% y se sugiere que esta medida podría ser absorbida por la cadena para prevenir un aumento de los precios.
La clave está en que para garantizar a cada trabajador de la industria de la confección un sueldo digno las marcas tendrían que ejercer más control y coordinación entre sus proveedores y sus subsidiarias. En otras palabras, las marcas tendrían que ejercer un mayor control no solamente sobre sus proveedores, sino también sobre los proveedores de sus proveedores, así como sobre los proveedores de los proveedores de sus proveedores, etc.
Esto se conoce como integración en cadena. De hecho, en algunos aspectos a las marcas les interesa integrar sus cadenas de suministro, pero por otros motivos. Desde el punto de vista de las marcas, la integración puede garantizar la eficacia de la producción, el control de la calidad del producto y una gestión eficaz de la reputación de la marca.
En muchos aspectos, tanto los activistas como las marcas buscan lo mismo: que las cadenas de distribución estén mejor integradas. ¿Qué les impide a las marcas implementar estas medidas? La respuesta es el marco legal que podría incrementar considerablemente las obligaciones legales como consecuencia de sus esfuerzos.
Es imposible calcular a ciencia cierta cuánto le costarían dichas obligaciones legales a una marca de moda. Pero por analogía, un juzgado australiano ha obligado a una empresa del país a pagar más de un millón de dólares por conductas inadecuadas en un lugar de trabajo que afectaban a _un solo_ empleado. De esta forma se puede entender por qué las marcas pueden tener miedo de tener más responsabilidades en cuanto a las conductas en los puestos de trabajo de _todos_ los trabajadores internacionales en sus cadenas de suministro.
¿Qué hay que hacer para que cambien las cosas?
Para las marcas, esta situación es la pescadilla que se muerde la cola: según la legislación actual (y porque las marcas no dejan de limitar la integración), las marcas pocas veces son responsables si un proveedor o una subsidiaria de su cadena comete una injusticia. El problema es que podrían perder su protección jurídica si tomasen el control de sus cadenas de producción. Esto es cierto tanto si el control es para el bien de sus propios intereses (cadenas de distribución más eficientes) o para el interés de los activistas (mejores prácticas laborales).
Este dilema se puso de manifiesto tras la tragedia del Rana Plaza en 2013 cuando muchas marcas europeas firmaron un a acuerdo de seguridad que buscaba proteger a los trabajadores de Bangladesh contra la falta de seguridad de sus condiciones laborales. Algunas marcas de ropa estadounidenses y australianas se negaron a firmar el acuerdo por el miedo a futuras responsabilidades legales.
Los calculos de Oxfam del aumento del 1% en el precio final de la prenda no salen rentables si se tiene en cuenta el gran riesgo económico legal al que se exponen las marcas si prometieran sueldos dignos para sus trabajadores.
Para motivar a las marcas a que mejoren sus cadenas de distribución y acaben con la explotación laboral, primero tenemos que reconocer la complejidad del entramado legal en el que operan las marcas. En las condiciones actuales, muchas veces es más seguro para las marcas limitar su participación en los asuntos laborales escondiéndose detrás de "procesos de control" y "auditorías" de terceros.
Lo que tenemos que hacer es buscar maneras de transformar dichos riesgos en incentivos para el cambio. Es cierto que las empresas deberían ser responsables de los abusos laborales, pero tampoco hay que castigar a las marcas con posibles responsabilidades legales si el fin es controlar sus cadenas de distribución para mejorar las vidas de sus trabajadores.
Imagen | Thomas8047/Flickr
Autores: Kevin B Sobel-Read, University of Newcastle; Georgia Monaghan, University of Newcastle.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
Traducido por Silvestre Urbón.
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