El bienestar infantil es uno de los parámetros más habituales para ponderar el nivel de vida de un país. Si los niños tienen oportunidades educativas, están cuidados por su familia, cuentan con un sistema sanitario y una dieta que les mantenga sanos y disfrutan de amplios recursos para crecer en plenitud nos dice mucho sobre el nivel de desarrollo estándar de una nación. De ahí que UNICEF, el organismo de la ONU dedicado a la infancia, publique informes habituales sobre el tema.
¿Quién gana? Como siempre, un país del norte de Europa. El más reciente trabajo de UNICEF sobre la materia vuelve a colocar a Países Bajos a la cabeza del bienestar infantil mundial. El ránking se elabora midiendo diferentes parámetros entre la mayor parte de países desarollados (en esencia, la OECDE, exceptuando algunos miembros cuya recopilación de datos es insuficiente, como México). Le siguen otros sospechosos habituales: Noruega, Islandia, Finlandia, Suecia, Alemania, etc.
¿Cuestión de dinero? Como siempre, es tentador asociar el bienestar infantil a elementos tangibles de la economía de cada nación: el PIB, o más concretamente el PIB per cápita. Y aunque hay una evidente relación (todos los países arriba citados son muy ricos) no existe una causalidad directa. Países como República Checa, por ejemplo, logran un mejor resultado que otros más ricos como Austria, Canadá, Estados Unidos (muy abajo) o Reino Unido. Juegan otros factores.
¿Qué importa? UNICEF se vale de un sistema de cálculo en el que entran en juego diferentes estadísticas. Desde la renta familiar hasta el porcentaje de niños en riesgo de exclusión social, pasando por la mortalidad infantil, la obesidad, el grado de involucración de los niños en el sistema educativo, la tasa de fracaso escolar, la puntuación en informes como PISA, el uso de sustancias como el tabaco o el alcohol, los patrones de dieta, la contaminación o la calidad habitacional.
Todo ello ofrece un resultado, imperfecto pero consistente, sobre cómo viven los niños.
¿Varía mucho? Al estar asociado a tantas variables, lo cierto es que sí. El dominio de Países Bajos es indiscutible, pero otros países han caído o ascendido en función de su desempeño reciente. Tres ejemplos negativos: Reino Unido, Estados Unidos y España. Este último llegó a copar uno de los cinco primeros puestos del ránking, antes de la crisis. La caída del nivel de vida y las escandalosas cifras tanto de fracaso escolar como de población infantil en el umbral de la pobreza pesan. Mucho.
¿El secreto holandés? Pese a los cantos de sirena culturales, la realidad es que Países Bajos es un buen país para vivir y para criar a un hijo. El sistema educativo es similar al finlandés, más inclusivo que excluyente, las familias cuentan con posiciones sociales y económicas aventajadas para proporcionar un buen hogar y una buena vida a sus vástagos y la desigualdad y los porcentajes de exclusión social entre niños son bajísimos. Además, ellos mismos se declaran más felices que la media.
Es una métrica imperfecta, pero útil para comprender cómo viven los niños de los países más desarrollados. Y cómo es el futuro de todos ellos.
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