Hay ciertas cosas que funcionan como 'máquinas del tiempo' en miniatura. Una de ellas es la Neisseria gonorreheae, la bacteria causante de la gonorrea, que nos está llevando directamente a los años 20 del siglo pasado antes de descubrir las primeras formas para tratarla.
Y no, no exagero. Según un reciente informe de la OMS, en más del 60% de los países del mundo han encontrado casos de bacterias resistentes a todos los antibióticos que disponemos. La buena noticia es que hay un nuevo fármaco en desarrollo, la mala es que da igual: lo que ha creado una superbacteria no es solo el mal uso de los antibióticos, sino, sobre todo, el declive del uso del preservativo.
La falta de educación sexual va a devolvernos a la Edad Media
¿En serio estoy echándole la culpa a los haters de los condones de crear una enfermedad infecciosa tremendamente peligrosa y cada día más extendida? ¿Una de las diez bacterias más preocupantes según la Organización Mundial de la Salud? Sip. Como suena.
Hay un término para esa gente que no quiere usar el preservativo (porque no se siente lo mismo, porque corta el rollo, porque usamos la píldora): los "talibanes anti-condón". He de reconocer que es un nombre perfecto, como los talibanes afganos lo único que van a conseguir es llevarnos a la Edad Media, cuando todas estas enfermedades eran incurables.
Y es que, además, el rechazo del uso de preservativo no solo es una irresponsabilidad en materia de salud pública, es "machista". La gonorrea es una de esas enfermedades que se ceba especialmente con las mujeres. En los hombres, usualmente se manifiesta como una secreción uretral blanquecina y purulenta. Quizás una uretritis y, en algunos casos, monoartritis de rodilla.
En las mujeres, en cambio, se da un festín. Aparentemente asintomática, es el caldo de cultivo perfecto para el VIH, la enfermedad inflamatoria pélvica (que provoca infertilidad) o la ceguera de los hijos que puedan tener. Nunca se repite demasiado: no usar condón perjudica, sobre todo, a las mujeres (en EEUU, la suma de las principales enfermedades de transmisión sexual reporta unos 20 millones de mujeres frente a unos 10 millones de hombres).
Sexo oral y ausencia de preservativos: las claves de su expansión
Los datos son escalofriantes: el 97% de los países han encontrado casos resistentes al ciprofloxacino; el 81%, a la azitromicina; y el 66%, a las cefalosporinas, el medicamento de último recurso. Es decir, las cepas que no podemos curar ya están en más de la mitad del mundo.
Y sigue expandiéndose espoleado por dos grandes factores: el sexo oral sin protección y la disminución del uso del preservativo. Las tendencias están claras: es solo cuestión de tiempo que la gonorrea se convierta en incurable.
Ver el gráfico //datawrapper.dwcdn.net/cLG32Los datos de la gráfica superior son de Estados Unidos, pero señalan una tendencia generalizada en casi todo el mundo. Durante los años ochenta y noventa, ante la aparición del SIDA con todo su poder destructivo el uso del preservativo comenzó a aumentar progresivamente. Pero a partir de principios de siglo XXI las cifras vuelven a caer.
En muchos países de Europa las cifras son algo mejores, pero solo aparentemente. Ángel Castro, profesor de la Universidad de Zaragoza, nos decía hace unos meses que "solo en el 50% de las relaciones vaginales y en el 30% de las anales se usa el preservativo". Y las explicaciones oscilan entre el desconocimiento, la despreocupación y la nula percepción del riesgo.
Nuevos tratamientos que volveremos obsoletos
"Pero — os estaréis preguntando — ¿no habías dicho que hay un nuevo tratamiento?". Sí, La OMS, la ong Drugs for Neglected Diseases initiative (DNDi) y Entasis Therapeutics, una pequeña empresa biotecnológica norteamericana, están trabajando en un nuevo fármaco que pueda usarse como última línea de defensa.
Las investigaciones están bastante avanzadas y, en serio, ojalá lo consigan. No obstante, el problema no está tanto en que nos falten medicinas, como en que no somos capaces de usarlas bien. Mientras la gonorrea resistente crezca, dan igual las herramientas, no podremos contenerla demasiado tiempo.
Hace unos meses, escribí precisamente sobre cómo estábamos creando una imagen sobre el preservativo que era contraproducente. Pero la situación está llegando a nivel kafkianos: fijaos en las diferencias entre de uso de preservativo entre sexo anal y sexo vaginal (30% frente al 50%), ahí hay un síntoma claro del problema. Es hora de plantearnos seriamente qué clase de educación sexual estamos dando en el mundo actual. Porque sea la que sea, es evidente que nos estamos equivocando.
Imagen | Andrés Nieto Porras/Flickr
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