Las infinitas peculiaridades históricas y culturales de Japón han convertido al país en un pequeño objeto de culto para el resto de la humanidad. La sincera fascinación por sus tradiciones y costumbres sociales se ha explotado a través de obras literarias, cinematográficas y televisivas, muy en especial todas las relacionadas con la animación. Es posible rastrear una filia occidental hacia Japón. Y eso incluye al idioma.
Un dato para España es ilustrativo del magnetismo que ejerce la cultura japonesa sobre otros países: entre 2016 y 2018 todos los idiomas extranjeros ofertados por la Escuela Oficial de Idiomas observaron una caída en su número de estudiantes. Todos menos dos: el finlandés y... El Japonés. La presidenta de la asociación de profesores de Escuelas Oficiales de Madrid, Caridad Baena, lo atribuía a "la seducción que ejerce la cultura del manga y los cómics japoneses entre la gente joven".
Sea como fuere, parece evidente que cada vez más españoles estudian o están interesados por Japón, su idioma y su cultura. El influjo nipón se traduce en ocasiones en una saludable vis cómica. Es imposible no esbozar una sonrisa cuando observamos a sus funcionarios públicos disculparse hasta la extenuación, a sus trenes emitir ladridos para ahuyentar a los ciervos, o a sus pueblos instalar lobos-robot para impedir que se acerquen los osos, o a un ninja oficial y universitariamente graduado.
Todo este proceso, la sincera admiración y el carácter en ocasiones cómico que hemos atribuido a Japón, ha cristalizado durante la última semana en un mapa. Elaborado por Jesús Ortuño (@jesus_Orca), geógrafo y escritor aficionado, traduce los nombres de todas las provincias españolas al japonés. Lo hace en dos sistemas de escritura distintos: por un lado al rōmaji (un método de romanización del japonés, una traslación de sus fonemas al alfabeto latino) y por otro al katakana (un silabario de carácter fonético mediante el que se traducen palabras extranjeras al alfabeto japonés).
Aquí a más resolución.
No son invenciones, aunque en los comentarios al tuit haya surgido una prolífica discusión entre estudiantes de japonés corrigiendo un carácter aquí y otro carácter allá. Los katakana de las provincias españolas se pueden encontrar aquí. Lo divertido, como es evidente, es su romanización, los rōmaji que permiten leer los nombres de las ciudades tal y como suenan en boca de un hablante nativo de japonés. El resultado es en ocasiones hilarante: Madrid se transforma en "Madoriddo", Barcelona en "Baruserona", Castellón en "Kasuteron".
La fonología del español cuenta con sus propias formas específicas, en ocasiones difíciles de asimilar desde otros idiomas, a su vez constreñidos por sus propias normativas fonológicas. Pensemos por ejemplo en Zaragoza, con esas dos "z" imposibles de pronunciar para un alemán o un inglés (más bien "Saragossa"). O en Badajoz, con su "j" protagonista de toda suerte de pesadillas en el sueño de un francés. Muchos de estos idiomas adaptan los nombres de otros puntos del mundo y los trasladan fonéticamente a su escritura. Eso incluye al japonés, al menos en su forma rōmaji.
De ahí que surjan cosas tan maravillosas como "Asuto-uriasu" para Asturias, "Shiuda rearuru" para Ciudad Real, "Murushia" para Murcia, "Baryadoriddo" para Valladolid o "Fuesuka" (o "Uesuka") para Huesca. Lo divertido del experimento es que cada una de las provincias suena en japonés exactamente del mismo modo en el que la imaginaríamos si estuviéramos parodiando a un señor de Kyoto recitando el mapa de España. La cascada de retuits y tuits citados a la publicación de @jesus_Orca es la mejor prueba: más de 9.000 interacciones en los últimos días.
Eso incluye la de Ibai Llanos, quien ha condensado el sentimiento general de Twitter España desde que se viralizara el mapa: "Ahora me apetece que todas las ciudades se llamen así de manera oficial". También todos los accidentes geográficos y políticos adyacentes. Portugal sería "Porutogaru"; Francia, "Furansu"; y el Mar Cantábrico, "Kantaburian Umi". La traslación no siempre es cómica (ahí están "Kuenka", "Soria", "Ourense" o "Segobia", adaptadas en apariencia al sistema fonético japonés), pero lo es en su mayoría ("Saramanka", "Abira", "Nabara", "Bisukaya", "Korudoba", "Kadisu" o "Kaseresu").
En fin. Desde aquí apoyamos sin ambages el Proyecto Supein.
Imagen: @jesus_orca
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