Madrid acaba de prohibir los móviles en clase. La ciencia aún no tiene claro que sirva de mucho

Se trataba de una posibilidad tanteada desde septiembre y confirmada definitivamente hoy: el gobierno de la Comunidad de Madrid obligará a los colegios financiados con dinero público a prohibir el uso del teléfono móvil en las aulas. El objetivo, según la Consejería de Educación, es limitar el impacto del cyberbullying y del acoso en las aulas, un problema al alza durante los últimos años. La medida entrará en vigor a partir del curso que viene.

¿Pero servirá de algo?

Objetivos. Se trata de una política ambiciosa, dado que afectará a más de 800.000 alumnos de distintas edades repartidos en más de 1.700 centros educativos. Según Educación, los objetivos son variados: el gobierno aspira a "mejorar los resultados académicos" de los alumnos y "luchar contra el ciberacoso" dentro de las aulas. Conlleva también un cambio regulatorio, dado que hasta ahora los colegios eran competentes para fijar sus propias políticas.

Precedentes. No es una medida excepcional. Diversos países han experimentado con prohibiciones similares en casi todos los países occidentales. En junio, por ejemplo, un estado de Australia decretó lo mismo. Francia hizo lo propio el año pasado. Desde Dinamarca hasta Reino Unido, pasando por Suecia y por municipios estadounidenses, el móvil ha sufrido restricciones en miles de colegios del mundo.

¿Funciona? Es la pregunta del millón. La prohibición es popular entre los padres, pero no hay muchas evidencias sobre su utilidad. Si bien el acoso escolar ha crecido durante los últimos años, no se debe necesariamente a la introducción de las nuevas tecnologías. Las antiguas formas de abuso se solapan con las digitales, y gran parte de los episodios se producen tras las clases, no durante la convivencia escolar.

Problemas. Sucede, además, que es una medida difícil de aplicar. Nueva York introdujo una prohibición estricta en 2006. Nueve años después tuvo que derogarla. ¿Qué pasó? Por un lado, que no todos los colegios aplicaban el cerco con igual intensidad. Por otro, que la ausencia de móviles dificultaba la comunicación entre niños y familiares, vital en barrios deprimidos y más desconectados.

Didácticos. Como se explica en este texto de The Conversation, hay otros motivos para creer que la prohibición no funciona. Las nuevas tendencias pedagógicas se centran en la interacción con herramientas tecnológicas, el método de expresión y comunicación social por defecto de las nuevas generaciones. No hay evidencia robusta sobre un impacto negativo en el rendimiento escolar, y sí existen externalidades positivas.

Los móviles permiten acceder a información rápida y expanden las herramientas de los profesores. Este estudio ilustra cómo el modo en que los niños utilizan la tecnología hoy en día puede ser utilizada en favor del maestro para mejorar sus prestaciones.

Riesgos. Es decir, aún sabemos poco sobre el impacto que los móviles tienen en el acoso escolar o el rendimiento académico. Demasiado poco. Sí sabemos que hay una elevada correlación entre la introducción de la tecnología entre los más jóvenes y su deterioro de la salud mental. Sin embargo, la mayoría de prohibiciones, como la planteada por Madrid o la esbozada en su momento por Francia, revisten un carácter moralista.

Imagen: Stem4L

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