Mandar constantemente mensajes a tus amigos sobre tus problemas puede darte aún más ansiedad

Como resultado de los smartphones nuestra cultura ha cambiado enormemente y ahora podemos aliviar cualquier de nuestras dudas simplemente mandando un mensaje de texto a algún amigo.

A través de "likes" en nuestras fotos de Instagram o "me gusta" en nuestro estado de Facebook podemos sentir la aceptación de otras personas, pero una fuerte dependencia a nuestros dispositivos electrónicos puede cambiar la forma en la que regulamos nuestras emociones, haciendo que seamos menos capaces de enfrentarnos a la incertidumbre.

Está demostrado que la intolerancia a la incertidumbre puede crear dificultades a nivel mental y los psicólogos ven esta fuerte dependencia de las personas a sus móviles como un "comportamiento en busca de seguridad" para reducir la ansiedad de forma instantánea. Sin embargo, con el paso del tiempo este tipo de comportamientos para buscar seguridad en realidad pueden crear más ansiedad porque hacen que la gente no asuma que sus temores no tienen fundamento cuando llega el momento de la verdad o que simplemente es algo que pueden superar por sí mismos.

En el caso de los niños, estos comportamientos pueden ser especialmente negativos si su capacidad de adaptación se ve distraída por estos hábitos. Por desgracia, algunas aplicaciones como Messenger o la opción de "leído" en los mensajes del iPhone le dicen al emisor si la otra persona está online o si ha leído su mensaje.

¿Tienes problemas? Prueba a apagar el móvil. (Jacob Ufkes/Unsplash)

Tanto los adolescentes como nosotros mismos deberíamos rebelarnos en contra de una manipulación tan obvia del "miedo a perderse algo" (lo que en inglés se conoce como FOMO o fear of missing out) y del miedo al rechazo. Aprender a enfrentarse a la incertidumbre es esencial para cuidar nuestra salud mental.

La incertidumbre es buena para nosotros

La investigación en grupos de personas con enfermedades mentales ha demostrado que las personas que sufren algún tipo de enfermedad mental tienen más problemas para afrontar la incertidumbre que las personas sanas. Cuánto más intolerante sea una persona a la incertidumbre, más probable es que sea diagnosticada con un trastorno mental, algo que ha sido demostrado en adultos. En nuestro estudio, todavía inédito, hemos demostrado que existe la misma asociación en niños.

Sabemos que la incertidumbre nos ayuda en situaciones positivas como cuando empezamos una nueva relación, cuando leemos un libro que poco a poco nos va descubriendo la trama o cuando recibimos un regalo envuelto.

Los juegos de azar, la notificaciones de las aplicaciones móviles y los emoticonos juegan con este mecanismo. Piensa en la pequeña vibración del móvil cuando alguien que te gusta te manda un mensaje: las notificaciones del móvil se aprovechan de esta sensación de ilusión e interfieren en nuestra concentración, haciendo que volvamos a prestarle atención al teléfono.

Aunque parezca contraintuitivo, la incertidumbre nos beneficia. (Jean Gerber/Unsplash)

Por el contrario, la incertidumbre nos desestabiliza cuando se trata de temas personales importantes, tales como el miedo a perder un trabajo, la posibilidad de que alguien que nos gusta nos rechace o si pensamos que hemos suspendido un examen. Todo esto hace que queramos eliminar la incertidumbre de forma rápida, una segunda trampa que hace que queramos usar el móvil.

Los teléfonos inteligentes y las aplicaciones de las redes sociales hacen que sea fácil contactar con otras personas para que nos tranquilicen cuando nos enfrentamos a algo que nos preocupa, en lugar de intentar enfrentarnos a la situación por nuestra cuenta. Una vez que la situación se ha resuelto, podemos creer que nuestra capacidad para hacer frente a la situación fue gracias al apoyo recibido, en lugar de desarrollar una autosuficiencia y muchas veces creemos que es "necesario" tener el teléfono cerca para poder afrontar las cosas.

Saber manejar la incertidumbre

Sentirse más cómodo ante la incertidumbre mejora la capacidad para hacer frente a las preocupaciones y está estrechamente relacionado con la mejora de la ansiedad. Para tratar los problemas de ansiedad, los psicólogos animan a sus pacientes a afrontar el desconocimiento del resultado de una situación en particular y a aprender a esperar a ver si sus temores se convierten en realidad o no.

A los pacientes les animamos a intentar aceptar el problema sin la ayuda de amigos o familiares. Al afrontar la incertidumbre, una persona puede aprender a distraerse con otras cosas y a dejar de preocuparse por controlar las situaciones hasta que se da cuenta de que puede sobrevivir a la angustia de “no saber” qué va a pasar.

La mayoría de las veces, los temores no se cumplirán o serán más tolerables de lo esperado. Este tipo de tratamiento cognitivo-conductual está considerado como el mejor tratamiento para los trastornos de ansiedad. Es normal tener algún tipo de reacción psicológica cuando hay dudas sobre algo que nos afecta.

Utilizar a otras personas a través del teléfono hace que no afrontemos de forma debida nuestras preocupaciones. (José Martín Ramírez C/Unsplash)

Utilizar los teléfonos para pasar nuestras preocupaciones a otras personas hace que evitemos afrontar el problema de forma autosuficiente. Mucha veces no nos damos cuenta de que pasado un rato (y en ocasiones tras muchas distracciones) la angustia se ha ido. Al fin y al cabo, cuanto menos hablemos de un tema, más fácil será olvidarnos y resistir la tentación de mandar un mensaje a modo de reacción.

Si nos pasa algo malo, es saludable hablar con alguien para reflexionar sobre una situación que nos afecta, especialmente si es algo importante. Sin embargo, si lo hacemos cada vez que nos surja una duda, no es saludable y cualquier psicólogo confirmará que preocuparse por algo hace que nos preocupemos más... y hablar muchas veces de algo que nos preocupe no va a cambiar el resultado.

Ser capaz de esperar y dejar de querer controlar cada situación es un factor fundamental para superar la ansiedad.

Para ayudar a los niños a ser más fuertes, necesitamos demostrarles que es posible enfrentarnos a nuestras propias incertidumbres. Apaga el teléfono de vez en cuando o déjalo en casa a propósito. Es un hábito que podemos adquirir poco a poco. Si tu pareja no deja de mirar el móvil, intenta que desconecte también. Podemos dar buen ejemplo a los niños cuando nos vean quedar con otras personas o establecer días sin móviles. Todos necesitamos demostrarnos que podemos vivir sin el teléfono.

Autor: Danielle Einstein, Psicóloga Clínica, University of Sydney, Macquarie University.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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