Como tantos otros eventos de masas, el deporte se ha visto gravemente interrumpido por la crisis del coronavirus. La mayor parte de competiciones occidentales se han visto interrumpidas, suspendidas o aplazadas indefinidamente. Ahora, en pleno proceso de desescalada, los organizadores desean recuperar el tiempo perdido. La cuestión es cómo conjugar las competiciones con las necesarias medidas de distancia social.
Taiwán ofrece un ejemplo.
Béisbol. Hace dos fines de semana, su liga de béisbol taiwanesa inauguró su temporada con un mes de retraso a causa de la epidemia. Lo hizo siguiendo un estricto protocolo de seguridad y con los estadios cerrados al público. En su lugar, durante el primer partido, un nutrido grupo de 500 maniquís y aficionados de cartón poblaron las gradas. Una estampa surreal ideada por los directivos del Rakuten Monkeys.
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Desangelado. Las directrices de la Liga impiden el acceso de los aficionados al campo. Sólo un puñado de periodistas, los jugadores, el resto del plantel técnico y las animadoras tienen permitido el paso. "Es diferente", explica uno de los comentaristas de la competición aquí, "pero estamos intentando hacerlo tan cercano como debería ser, tan normal como podamos. También es muy diferente para los jugadores".
Ellos se ven menos afectados. ESPN recoge aquí algunos de sus testimonios: "Nos gustaría que los aficionados vinieran al estadio y animaran, pero tenemos suerte, dado que no hemos parado la temporada".
Protocolos. Taiwán ha sido uno de los países más exitosos en la contención de la pandemia. Su receta es similar a la de otros países asiáticos: prevención temprana y trazabilidad de contactos mediante tecnología. Tales precauciones se han extendido a sus competiciones deportivas, que han vuelto a disputarse bajo estrictos protocolos:
- El número de personas en los estadios no excede las 200. Los aficionados no deben acercarse a las afueras del estadio o a los campos de entrenamiento.
- Los cinco equipos de béisbol deben viajar lo menos posible. Jugarán todos sus partidos como local en su estadio. Es tradicional celebrar partidos en campos ajenos.
- Los jugadores y planteles técnicos de cada club viven en complejos residenciales cerrados, de tal modo que estén aislados y controlados. Sus familiares sí pueden visitarles.
¿Ventajas? El parón de las competiciones ha generado hambre de deporte. El béisbol taiwanés se puede beneficiar de su regreso: más de cinco millones de espectadores siguieron los primeros partidos por redes sociales, entre ellos apasionados estadounidenses desesperados por llevarse cualquier simulacro de su deporte favorito a la boca. La liga quiere aprovechar el momento para vender sus derechos a televisiones internacionales.
También en fútbol. Vivimos tiempos extraños. Otra prueba: durante las últimas semanas algunos aficionados al fútbol han volcado su atención en dos ligas exóticas, la bielorrusa y la tayika. Ninguno de los dos países ha considerado necesario suspender las competiciones, si bien se celebran a puerta cerrada. De repente, periódicos y páginas españolas han promocionado, difundido y retransmitido sus partidos.
Riesgos. Por lo demás, en Europa, aún no está claro cómo regresarán las competiciones. El modelo de Taiwán, con maniquíes en las gradas o no, ofrece una pista: grupos controlados, sedes fijas, contactos y viajes limitados. Lo que parece improbable es que los aficionados regresemos a nuestros asientos a corto plazo. El Atalanta-Valencia del 19 de febrero fue uno de los principales focos de contagio en Italia y España.
El alcalde de Bérgamo lo definió como una "bomba biológica". Lejos no andaba.
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