Apenas unas semanas después de afirmar airadamente que ella había defendido su Trabajo de Fin de Master, Cristina Cifuentes renuncia a su título y se retrata a sí misma como víctima de una trama de corrupción por parte de la universidad pública. Pocos españoles quedarán ya que puedan creer la honestidad de la política madrileña, pero tan mal parada como ella ha quedado no sólo la Universidad Rey Juan Carlos, sino las instituciones de educación superior en su conjunto, como vemos en los siguientes ejemplos publicados en los medios estos días.
El gran cortijo de la URJC: cubrir todos los indicios de corrupción destapados de esta institución sería una misión casi imposible. Allá van algunos titulares. El creador de la URJC, Gustavo Villapalos, tenía una estrecha relación de dependencia política con Cifuentes, aunque Pedro González-Trevijano es el gran nexo entre la Universidad Rey Juan Carlos y el PP. El director del Instituto del máster de Cifuentes, Enrique Álvarez Conde, tiene una empresa opaca sufragada con gastos públicos con la que factura por cursos y másteres. El instituto que organizaba el máster de Cifuentes engordaba la lista de alumnos para sacar más beneficio económico. Y mucho más.
Másteres en Educación Canina, 2x1: con el revuelo causado por el máster popular también se ha revelado el funcionamiento del Instituto de Derecho Público (IDP) de la propia URJC, una organización de concesión de marca de la universidad a otras entidades privadas que, a cambio de dinero, permiten que planten su sello en los documentos expedidos a sus alumnos. Un negocio de la universidad pública que lleva a las entidades privadas a ofrecer cursos de muchísimo menos rigor del esperado.
Pedro Sánchez y la Camilo José Cela: la “misteriosa” tesis del dirigente socialista ha sido mil veces puesta en duda estos días desde redes sociales. Su trabajo sí es accesible por el público, pero sólo bajo petición expresa. Los medios que accedieron a ella anteriormente garantizan que es real, pero la consideran mediocre y no merecedora del “cum laude” que le atribuyó el tribunal. No es sólo que más de la mitad del trabajo sean reproducciones íntegras de normativas o actuaciones, es que también se dijo que el 90% del trabajo se lo habían redactado otros. El vicerrector de la Camilo José Cela, Juan Padilla, dice que es un trabajo “relevante”.
Romance chino en la Complutense: el 85% de los matriculados del máster de Investigación en Periodismo de la universidad madrileña son chinos. Los títulos prácticamente se regalan, los incautos españoles matriculados en el curso se frustran del bajísimo nivel y la Universidad hace caja. Se trata de una jugada puramente económica, ya que los matriculados extranjeros están obligados a pagar el doble y exista una enorme demanda de títulos de prestigiosas universidades occidentales por parte de los hijos de las clases medias y altas del gigante asiático. Se “regalan” másteres a chinos en esta y otras universidades de la Comunidad de Madrid.
La lucha por la herencia en Oviedo: los mecanismos de autogestión de esta universidad asturiana también han quedado en entredicho. Un veterano profesor titular llevaría varios años intentando colocar a su hijo en una plaza fabricada a su medida. Al ver que había una candidata que cumplía los mismos requisitos curricularmente mucho más brillante, la comisión la seleccionó a ella, el padre impugnó los resultados y obligó a repetir cuatro veces el proceso de selección. Mientras padre e hijo denuncian a los profesores, la plaza todavía sigue en vilo.
Que no falte la UNED: el departamento de Derecho Civil de la UNED no es el único salpicado por el desvío de dinero de matrículas a los bolsillos de profesores. El catedrático Eduardo Pérez Gorostegui creo una red de desvío de ingresos de la institución pública para su propio beneficio, usando para ello incluso a sus hijos. 256.900 euros presupuestados en “revisión del material didáctico”, por ejemplo.
Harvard y sus “invent man”: Pablo Casado no mintió, pero sí hinchó profundamente su currículum. Lo que ha llamado la atención es que su “posgrado en Harvard” no se trataba de más que de un seminario de unos días en Aravaca, Madrid. Un título legal, pero más fácil de conseguir que, pongamos, un carnet de manipulación de alimentos (bastaba con la asistencia).
La también prestigiosa Universidad de Georgetown, que supuestamente acogieron a Casado como “visiting profesor” (algo también desmentido), se mira ahora con lupa, ya que, aunque la normativa dice que sólo podrían inscribirse alumnos de América Latina y contó con seis españoles en su programa. Todos habían trabajado o trabajan para el PP.
Nunca hubo meritocracia: con todo esto, no está de más recordar un interesante artículo que puede haber quedado enterrado estos días. La construcción de la URJC como feudo del PP, como se crearía la Carlos III para el PSOE en los años 90. También otra cifra muy elocuente: más del 90% de los profesores españoles consiguió plaza después de trabajar durante un periodo en esa misma universidad y en torno al 70% de los titulares se presentó como candidato único. En conclusión: todo esto va de mucho más que el máster de Cifuentes.