De "matar dos pájaros de un tiro" a "alimentar dos pájaros con un panecillo": lo último en lenguaje inclusivo

Si con los años las sociedades de todo el mundo han modulado su lenguaje para respetar a las minorías y a los diversos géneros, no es una locura pensar que en el futuro el ser humano adoptará un lenguaje que también sea inclusivo con los animales. Al fin y al cabo llevan siglos apareciendo en frases y dichos que forman parte de la jerga popular y que, en ocasiones, tienen una connotación más truculenta o negativa de la que aparentan a primera vista. ¿Pero quién piensa en ellos?

PETA. PETA piensa en ellos.

Necesidad. Aunque el debate en el seno animalista lleva abierto varios años, ha sido ahora cuando la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) ha propuesto reemplazar las expresiones que trivializan el "sufrimiento animal" por unas, a su juicio, más correctas. Así "matar dos pájaros de un tiro" se convertiría en "alimentar dos pájaros con un panecillo"; "llevarse como perros y gatos" en "no llevarse bien"; o "poner toda la carne en el asador" en "echarle todas las ganas".

El listado es infinito. ¿Quién no ha escuchado alguna vez insultos como "¡burro!", "eres más pesado que una vaca en brazos" o "más tonto que una oveja"?

Evolución. PETA compara este tipo de refranes con el lenguaje racista, homofóbico o discriminatorio. Así, del mismo modo que se volvió inaceptable utilizar lenguajes ofensivos con las personas, frases que trivializan la crueldad hacia los animales podrían desvanecerse. "Las palabras son importantes y a medida que nuestra comprensión de la justicia social evoluciona, nuestro lenguaje evoluciona junto a ella", razona la organización, en una mímesis de los argumentos utilizados para defender las expresiones "políticamente correctas".

El contraargumento. Pero cuando decimos "eres un gallina", realmente no estamos pensando en el animal como tal. Ni siquiera lo asociamos con la afirmación. "Se trata de una lexicalización de la expresión, cuyo sentido se ha cristalizado", explica Santiago Kalinowski, director del departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia en Argentina. "Quien enuncia estas frases no está pensando realmente en un pájaro o en un toro. El problema es que el término está ahí, presente, y aunque el sentido se haya cristalizado, el animal no desaparece".

Según el experto, esto ya lo hemos visto muchas veces en el pasado. Por ejemplo, con expresiones como "trabajé como un negro": una frase que levantaría ampollas hoy en día pero que en el pasado pocos se pronunciaban en contra de su uso. El uso de "negro" en ese caso estaba lexicalizado, pero la realidad es que traía aparejada la noción de que ciertas personas sólo están capacitadas para realizar trabajos rudimentarios, esforzados físicamente, lejos del trabajo intelectual.

¿Rozando lo ridículo? Entre las respuestas a los tuits de la ONG habían comentarios que invocaban a la ironía y el humor. El debate acabó convirtiéndose en todo un meme. “Informan que mañana habrá una gran marcha de gallinas exigiendo que no las estigmaticen de cobardes porque atropellan sus derechos al libre desarrollo de la personalidad” ó "¿Discriminación contra las plantas? No podemos permitir este lenguaje tan ofensivo contra las plantas, vergüenza les debería dar, hay que eliminar el floricismo ya”. Si contáramos a los usuarios que se tomaron esta petición en serio, es probable que solo llegáramos al 5%.

Otra mentalidad. Debates como este resuenan cada vez más en la sociedad, en especial en el sector más joven. Que también ha ido modelando su pensamiento con respecto a los animales. Hablamos de un grupo que se ha transformado al veganismo —ha crecido en un 500% en los últimos cinco años— y ahora lucha fervientemente por el derecho de los animales. Conforme nos alejamos de una vida rural y tradicionalmente asociada a las actividades de campo (ganadería, caza, agricultura) vemos a los animales más como "compañeros" que como parte del entorno que hay que conquistar.

Humanización de los animales. El número de mascotas se ha disparado. Sólo en Estados Unidos hay más de 77 millones de perros y 54 millones de gatos. Los millennial son particularmente felices con ellos: al menos el 70% tiene uno o desea tenerlo. Son tan populares que algunas sociedades ya cuentan con más perros que niños. Y cada vez tienen más derechos. Un estudio revelaba hace unos años que el volumen de herencias y fondos dedicados a perros o gatos se ha multiplicado durante los últimos años. Y sí, muchos de ellos heredan auténticas fortunas. Incluso el Convenio Europeo sobre protección de animales de compañía de la UE ya regula su vida e impide que se produzcan maltratos o se atente contra su aspecto.

Y es que hasta una empresa neoyorkina de tráfico de datos, mParticle,  garantizaba dos semanas de baja remunerada para los empleados recién adoptantes de gato o perro, como si de tener un hijo se tratara. La Pyme Zebra otorgaba una gratificación anual de más de 250 euros por tenencia de perro o gato rescatado como parte de un paquete más grande de beneficios familiares a los que se puede acoger el empleado. Si ya tratamos (en algunos casos) a los animales como personas, no parece a priori muy descabellado aplicar un lenguaje que sea inclusivo con ellos en el futuro.

Imagen: Unsplash

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