El World Architecture Festival ha destacado la escuela entre más de 200 aspirantes
Entre los seleccionados había torres residenciales, un aeropuerto y un observatorio astronómico
El jurado ha valorado su capacidad para integrarse en su entorno y comunidad y enfoque sostenible
En un mundo en el que se levantan rascacielos de más de 1.000 metros de alto, descomunales 'ciudades pasillo' en mitad del desierto, enormes estaciones de ferrocarril, torres residenciales de ultralujo y otras que parecen burlarse de las leyes de la física, uno esperaría que el premio a la mejor edificación del año fuese a parar para precisamente eso: un megaproyecto levantado en alguna metrópoli con un presupuesto millonario. Cuando les tocó decidir a quién otorgaban su galardón mundial de 2024, los jueces del World Architecture Festival (WAF) se fijaron sin embargo en algo bastante distinto: una pequeña escuela de periferia.
Su nombre: escuela pública de Darlington, un proyecto desarrollado en Australia, en Chippendale, uno de los suburbios de Sídney.
¿Quién necesita rascacielos? Corren buenos tiempos para los amantes de las megaconstrucciones. En Arabia Saudí están construyendo The Line y prevén coronarse con el resto de proyectos de Neom o los no menos impresionante Mukaabo la torre Jeddah, en China han dejado claro que le chifan las estructuras XXXL y en otros países, como Emiratos Árabes, Singapur, EEUU o Japón, les gusta también poner a prueba a sus arquitectos e ingenieros.
De ahí que cuando uno piensa en el "edificio del año" inevitablemente recuerda cualquiera de esos grandes proyectos, de alturas descomunales y presupuestos millonarios. Para el jurado del World Architecture Festival (WAF), un festival de arquitectura con repercusión y prestigio a nivel internacional, las cosas son algo distintas. Hace poco otorgaron su premio World Building of the Year 2024 y sorprendentemente la distinción no fue a parar a ningún rascacielos saudí, sino a una discreta escuela primaria cuyas obras se completaron en 2023 en un suburbio de Sídney.
¿Y cómo es el proyecto? Bastante más discreto que las grandes construcciones que se están levantando en otras latitudes del planeta. En su ficha, WAF no entra en detalles sobre el presupuesto ni dimensiones de la obra, pero sí desliza algunos datos que permiten hacerse una idea del proyecto: el edificio es una escuela pública para estudiantes de educación primaria situada en Chippendale, en el extremo sur del distrito comercial de Sídney.
Las obras en el centro se completaron hace un año, en julio de 2023, aunque los responsables del proyecto no partieron exactamente de cero. El estudio que asumió el encargo, Fjcstudio, explica que el centro, una "auténtica escuela comunitaria", ya operaba con edificios antiguos diseñados por los técnicos del Gobierno en los años 70 y que estaban muy deteriorados.
Los arquitectos que aceptaron el encargo de las autoridades de Nueva Gales del Sur quisieron sin embargo "captar el espíritu" original del centro y trasladarlo a su nuevo diseño. Las obras se dividieron además en dos fases para que los alumnos pudiesen seguir con sus clases en todo momento y no tener que reubicarse.
¿Cuál es el resultado? Una humilde escuela suburbana que ha logrado superar a los más de 200 proyectos preseleccionados por los responsables del WAF hasta coronarse con el título de World Building of the Year. El premio es solo eso, una distinción concedida por un organismo, como hay otros en el mundo; pero no deja de ser significativo si se tiene en cuenta que entre los aspirantes había actuaciones de una envergadura mucho mayor.
La lista de aspirantes la completaban, entre otros, un observatorio astronómico de Chipre, una estación de Polonia, una planta de energía solar turca, la terminal de un aeropuerto de Singapur o una torre residencial de México. En 2023 el jurado del WAF también se decantó por una instalación educativa, un internado y escuela secundaria situada en Ningbo, al este de China.
¿Cómo es? La escuela de Chippendale destaca por su fachada de ladrillos y formas ondulantes, rematado por un tejado de forma serrada, cancha de baloncesto, espacios ajardinados, terrazas al aire libre y un enfoque sostenible. "Presenta una secuencia de formas lineales de ladrillo, que reflejan el carácter de mampostería del entorno residencial e industrial y alberga espacios de aprendizaje flexibles. Como complemento, una pantalla de metal perforada curvilínea define espacios fluidos y orgánicos de movimiento y reunión", explica el estudio.
¿Por qué es especial? Sus arquitectos aseguran que el proyecto "ha transformado radicalmente" el centro que existía, con edificios de hace cerca de medio siglo, y destacan que a la hora de plantear el diseño quisieron incorporar elementos de “la rica cultura indígena” que define la escuela de Darlington.
¿Cómo? Conservaron la colección de obras de arte aborigen, colándolas en las aulas, salón y la entrada. Los murales pintados directamente en las paredes del edificio de los años 70 también se fotografiaron para poder reproducirlos en el nuevo inmueble. Para el jardín comunitario escogieron plantas autóctonas.
¿Qué ha valorado el jurado? Varios aspectos. En su fallo el WAF destaca cómo el diseño "conecta perfectamente" la escuela con su entorno y equilibra la privacidad y la sensación de comunidad, la luminosidad del edificio, su integración con el paisaje que lo rodea y cómo ha preservado el espíritu de la escuela anterior.
"El proceso de diseño priorizó un enfoque colaborativo, crucial para integrar la forma construida y el paisaje, resolver los grandes desniveles en el terreno y lograr una verdadera conexión con el paisaje. El plan maestro dividió la obra en dos fases, lo que permitió además el funcionamiento continuo del centro y eliminó los costes de reubicación", añaden sus responsables.
¿Hay algo más? Sí. En cuanto a la apuesta arquitectónica, enfatizan la "conexión" del inmueble con su paisaje, su sostenibilidad, el techo en forma de sierra en ángulo hacia el sol, acristalamientos diseñados para lograr una iluminación natural lo más eficiente posible y, en especial, su apuesta por el arte aborigen. "El diseño adopta la rica cultura indígena y el patrimonio artístico, tan importante para la comunidad", comenta el WAF. "La extensa colección de obras de arte nativo se ha conservado y exhibe en toda la escuela".
¿Es la primera vez? Tras conocer el galardón, Alessadro Rosi, socio de Fjcstudio, lo celebró como "un gran honor", sobre todo "dada la modesta escala del edificio". Pero lo cierto es que no es la primera vez que el estudio australiano ya había sido distinguido antes por el WAF. Sus responsables recuerdan que ya lo lograron en 2013 por otro proyecto, la galería de arte Toi o Tāmaki, situada en Auckland, en la isla norte de Nueva Zelanda. Su diseño para la biblioteca del consejo de Liverpool, al suroeste de Sídney, también ha logrado destacar. Se considera una de las nuevas construcciones más hermosas de su tipo.
Imágenes | NSW Departament of Education-School Infraestructure
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