Una versión anterior de este artículo se publicó en 2016.
Pregúntale a alguien sobre las cosas que mejor recuerda y la mayoría habrán pasado entre los 15 y los 25. Da igual que sean temas de actualidad, eventos deportivos o públicos: pueden ser ganadores de los Óscar, canciones del verano, libros o recuerdos personales. Los que nos dedicamos a investigar la memoria llamamos a este periodo de 10 años “la curva de los recuerdos” en referencia a la forma que toma si tenemos en cuenta conjunto de recuerdos de toda la vida de una persona.
Es uno de esos raros efectos en la psicología cognitiva que no se suele investigar y nos preguntamos por qué. Algunos neurobiólogos proponen que hay algo en la forma en la que el cerebro madura que hace que la información que procesamos durante este período se quede bien registrada.
Algunos investigadores proponen que podemos recordar mejor las experiencias que tienen que ver con una primera vez como son el primer beso, la primera clase de conducir, etc. y la mayor parte de estas experiencias tienden a ocurrir durante esos 10 años. Otros investigadores sugieren que el hecho de que los recuerdos se centren en este periodo de tiempo es algo definido culturalmente porque es cuando nos pasan cosas clave que posteriormente se reviven y se cuentan.
Nuestras investigaciones sugieren algo diferente: puede que sea porque es el periodo en el que procesamos recuerdos e información que nos definirán para el resto de nuestras vidas, o lo que es lo mismo, la formación de nuestra personalidad y queríamos saber si estábamos en lo cierto.
A diferencia de la mayoría de estudios previos, no queríamos basarnos en las pruebas de memoria. El problema con las pruebas de memoria para nuestra teoría es que, por definición, lo que la gente recuerda es algo significativo a nivel personal. Es algo lógico: la gente no recuerda acontecimientos al azar y tiene problemas para recordar o incluso prestar atención a la información que no es relevante. Dado que estamos obligados a preocuparnos por las cosas que nos dan forma, acabamos recordándolas.
Puedes evitarlo si les pides a los participantes en la investigación que recuerden eventos o canciones a los que no tuvieran apego, pero el problema está en que cualquier cosa que recuerden nunca es del todo irrelevante. Si algo se te ha quedado en la cabeza porque te es indiferente, es algo que aún así te define. En nuestra investigación queríamos evitar esta circularidad.
Qué recordamos y de qué modo
Nuestro método consistía en usar otra medida clásica del canon de investigación en memoria que no se ha utilizado mucho en este ámbito: el reconocimiento. En vez de pedirles a los participantes que recordaran cosas, les pedimos elegir a actores galardonados con un Oscar o canciones populares a partir de una lista desde los años '50 hasta el 2005.
Basándonos en las respuestas, pudimos saber si recordaban primero haber experimentado la película o la canción o si recordaban cuántos años tenían cuando salió y constatamos que todas se centraban entre los 15 y los 25 años.
También pedimos a los participantes que eligieran sus cinco favoritos de la lista, algo relevante en nuestro estudio porque nos permitía saber si el porcentaje de películas o canciones que les eran indiferentes entre los 15 y los 25 años era tan alto como el porcentaje de películas o canciones en su lista de favoritos. Si aquellas películas o canciones no relevantes a nivel personal también mostraban una curva de datos similar, nuestra teoría del desarrollo personal se vería desmitificada y volveríamos a la idea de que es pura memoria.
Nos dimos cuenta de que cuando se trata de películas o canciones que no les importaban a los participantes, no las recordaban mejor si eran del periodo de los 15 a los 25 años que si eran de cualquier otro periodo de sus vidas. Para asegurarnos, en un segundo estudio preguntamos a los participantes cuáles eran sus favoritas y de cuáles recordaban algo: volvimos a obtener los mismo resultados.
Nuestros hallazgos sugieren que la razón por la que la gente recuerda más cosas de ese periodo crítico de su vida es, en efecto, porque es cuando se forman las identidades. Las cosas que vivimos que no son relevantes para nuestra identidad son simplemente olvidadas y lo que nos define para el resto de nuestras vidas son nuestros gustos y los eventos a los que asistimos, la información y los medios de comunicación durante este período de nuestras vidas.
Esto no tiene por qué significar que las teorías sobre los recuerdos relacionados al desarrollo de la memoria o la experiencia cultural sean irrelevantes. Aún existe la cuestión de por qué ciertas cosas nos importan a nivel personal y esas teorías podrían tener una respuesta: podemos tener puntos de vista compartidos sobre lo que es bonito o importante a nivel cultural; o podemos depender de mecanismos de memoria para mantener nuestro sentido de quiénes somos.
Lo que podemos decir es que el significado personal que algo tiene para nosotros es una pieza clave para entender por qué recordamos más cosas de esos 10 años de nuestra vida.
Otra vía a explorar son las películas, canciones u otras experiencias que nos traen recuerdos pero que no nos gustan. Todavía tenemos que investigar si estos recuerdos siguen la misma regla de los 15 a 25 años aunque no nos definan. De momento por lo menos estamos un paso más cerca de entender cómo funciona todo este proceso y las canciones, películas, libros o eventos de nuestros años más jóvenes que nos importan seguramente sean compañeros de por vida e incluso pueden definir quiénes somos.
Imagen: Brandon Hoogenboom/Unsplash
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
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