La guerra contra el coronavirus se ha vivido en todos los rincones del mundo. Ha afectado y cambiado la vida a millones de personas. Muchos han tenido que sacar una valentía extrema para salir de sus casas y continuar con sus vidas a pesar de que los contagios no han parado de subir desde Marzo. Francia no ha sido la excepción. Pero allí el heroísmo ha sido recompensado por el gobierno. El país anunció que va a premiar a los trabajadores extranjeros que han desempeñado empleos de riesgo durante la pandemia del Covid con la nacionalidad francesa. Aunque a priori pueda sonar algo justo, este hecho ha desatado una polémica paralela que pone en debate la cuestión de si hay que convertirse en un héroe para conseguir la naturalización.
Héroes. En total, más de 700 personas obtendrán de momento la nacionalidad francesa gracias a un procedimiento extraordinario abreviado. Los beneficiarios incluyen no solo a los trabajadores de la salud, sino también a los recolectores de basura, limpiadores, cuidadores de niños y ancianos, o incluso cajeros de supermercados. Todos ellos han estado al pie del cañón, en contacto con mucho público y han corrido el riesgo de contagiarse al realizar su actividad. Se han visto obligados a desplazarse a diario en transporte público desde los suburbios a la metrópolis para acudir a trabajar. Sus empleos requerían presencia física, mientras que otras profesiones mucho mejor pagadas permitían el teletrabajo y, por tanto, se evitaban en buena parte el riesgo de contagio.
Esto es lo que señaló la ministra de ciudadanía de Francia, Marlène Schiappa: “Dieron su tiempo y se pusieron en acción por todos nosotros durante la crisis de Covid. Ahora le toca a la República dar un paso hacia ellos”.
Requisitos estrictos. Lo cierto es que conseguir la nacionalidad en Francia no es nada fácil. Hay varias formas diferentes de obtenerla: a través del matrimonio; por haber nacido en Francia o de un padre francés; y por naturalización. En este último caso, el solicitante debe haber vivido en el país durante al menos cinco años, o dos años para los inmigrantes con un título obtenido en Francia y tener recursos estables.
Esta medida de vía rápida supone un cambio drástico para un país que siempre ha sido estricto en sus reglas de inmigración. Atrapados en el atasco del papeleo, las solicitudes de ciudadanía a veces pueden tardar años en completarse, y el número de naturalizaciones ha ido disminuyendo a lo largo de los años. En los tres meses que han pasado desde que se anunció la iniciativa se han presentado casi 3.000 solicitudes.
La excepción. En septiembre, el gobierno, envuelto en el caos de la pandemia y con casi mil muertos diarios, ordenó a los funcionarios que redujeran el período de residencia en Francia requerido para obtener la ciudadanía por naturalización a dos años de los cinco habituales en el caso de "grandes servicios prestados". Medidas urgentes para organizarse en la batalla pandémica, que ahora ve sus primeros resultados.
Esta medida excepcional sigue siendo en parte la continuación de una larga tradición que se remonta a la Revolución Francesa, que es otorgar la ciudadanía a los benefactores del país. No obstante, siempre han sido casos individuales y excepcionales. Ahora se ha premiado el esfuerzo colectivo. Algo inusual en el país galo.
Polémica. Aunque la noticia ha sido bien recibida en muchos sectores de la población, no han tardado en llegar quejas que abren un nuevo debate. La asociación francesa Cimade, que defiende los derechos de personas migrantes y refugiadas, cuestiona lo que considera un tema de 'recompensa' para conseguir la integración. Reclaman que estas medidas no facilitan esta integración, dejando a su suerte a las personas en situación irregular que llevan años trabajando en Francia, a veces diez o 15 años.
¿Por qué? ¿No son héroes ellos también? La organización, que ha lanzado una campaña por la regularización "amplia y duradera" de todas las personas indocumentadas, también ha criticado la "lógica de clasificación" que a su juicio esconde la medida. Y se preguntan: ¿Con qué criterios se va a considerar a los empleados como trabajadores de primera línea? ¿Vamos a distinguir a la señora de la limpieza del hospital de la que ha trabajado en una empresa? ¿Y qué hay de la persona que habrá limpiado los vagones del metro de París? Además, en el debate surge la pregunta de si va a ser igual para todas las autoridades locales, ya que no todas están legalmente obligadas a cumplirla, por lo que la aplicación de esta circular va a ser obstaculizada en muchos casos.
Arriesgar la vida o servir con honor. Esta no ha sido la primera vez que Francia se aleja de sus estrictas reglas para recompensar acciones heroicas o destacables. En septiembre de 2018, Mamoudou Gassama, un migrante de Mali, se convirtió en ciudadano francés tras rescatar heroicamente a un niño de cuatro años que colgaba de un balcón, arriesgando su vida. El Gobierno le concedió la nacionalidad, el presidente Macron lo recibió en el Elíseo y los bomberos de la capital lo contrataron.
En España vivimos hace unos meses un caso similar. El Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social concedió el permiso excepcional de residencia y trabajo por razones de interés público a Gorgui Lamine Sow, un migrante de origen senegalés que rescató de las llamas a un vecino de Dénia, en Alicante, con movilidad reducida. Este hombre de 37 años no se lo pensó dos veces para trepar por los balcones al oír gritos de auxilio. Tal y como quedaba reflejado en el Boletín Oficial del Estado del pasado 20 de julio de 2020, Gorgui es ya un ciudadano español con plenos derechos.
En EEUU, por ejemplo, una manera de obtener la ciudadanía por naturalización de forma acelerada y excepcional es servir o haber servido con honor en: el Ejército de Tierra, Mar, Aire, Marines y Guardia Costera, así como ciertos miembros del Cuerpo de Reserva y de la Guardia Nacional. Estos requisitos se establecieron tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Imagen: Unsplash
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