Mark Zuckerberg tiene un sueño: el metaverso. Para llegar hasta él, un universo paralelo proyectado digitalmente sobre el plano de lo real, se necesitan toneladas y toneladas de producción eléctrica, o lo que es lo mismo, de grandes centros de datos capaces de almacenar la nube. Su número no ha hecho sino crecer durante la última década. Y más que lo hará en el futuro. Meta es un buen ejemplo: lleva dos años impulsando un nuevo data center en el corazón de Países Bajos.
Uno que ha generado un enorme debate en el país.
El proyecto. Data de 2019, cuando Facebook, por aquel entonces camuflada bajo el misterioso nombre de "Tulip", se interesó por unos terrenos agrícolas en el centro de Flevoland, un gigantesco polder creado a mediados del siglo pasado y constituido en provincia autónoma. El data center en cuestión ocuparía más de 200.000 metros cuadrados, daría trabajo permanente a unas 400 personas y consumiría hasta 1.380GW/h. La cifra, en sí misma fría, equivale al consumo energético anual de unos 400.000 hogares (si tomamos como referencia la media de Ámsterdam).
Facilidades. El proyecto generó un arduo enfrentamiento entre las distintas administraciones neerlandesas. Tanto Flevoland como Zeewolde, el pequeño municipio acreedor de las 166 hectáreas demandadas por Meta, son partidarios de su construcción. El gobierno nacional parece más dubitativo. En 2020, como los holandeses descubrirían un año más tarde, Eric Wiebes, por aquel entonces ministro de Asuntos Económicos y Política Climática, acomodó las exigencias de Meta.
Su data center tendría acceso prioritario a la red eléctrica nacional.
La polémica. Wiebes ofreció este atajo en contra del criterio de algunas agencias estatales. Como explica NRC, la red eléctrica de Países Bajos tiene problemas de capacidad y está al borde de la saturación. Tennet, la empresa pública encargada de gestionarla, cuenta con una larga lista de espera de diversas empresas e instituciones interesadas en conectarse. Al parecer, Wiebes le invitó a "desviarse de su método habitual" y a facilitar la conexión de Meta a la infraestructura eléctrica. En otras palabras, a concederle un trato de favor para agilizar la llegada del data center.
El debate. La planta de Zeewolde ha avivado un debate ya candente en la esfera pública neerlandesa. El país cuenta con centenares centros de datos (hasta 259, algunos de ellos gigantescos) que consumen mucha energía y ofrecen un limitado retorno económico a cambio, especialmente en materia de empleo. La proliferación es tal que el parlamento, urgido ahora por la polémica, desea debatir un "plan nacional" de data centers. Si el coste eléctrico y medioambiental es tan alto, razonan, ¿no debería el estado, y no un municipio, decidir sobre su construcción?
Voorstel van Land van Ons richting gemeente Zeewolde om de 166 ha van het beoogde megadatacenter van META te kopen. Steun ons, want het is hoogste tijd om duidelijk te maken dat we in ons land andere keuzes moeten maken voor ons grondgebruik.https://t.co/syJegLy7s9 pic.twitter.com/Dsb5YoT6i6
— Land van Ons (@land_ons) December 9, 2021
Pugna. En esta ocasión, la última palabra la tendrá el ayuntamiento de Zeewolde. Votarán dentro de tres días si conceden o no el permiso para iniciar las obras. Todo parece apuntar que sí. Pero su decisión podría no ser definitiva: la agencia estatal inmobiliaria (Rijksvastgoedbedrijf) tiene derecho de veto sobre la venta de unas 80 hectáreas de suelo público demandadas por Meta, y parece dispuesta a utilizarlo. Meta, además, se vería obligada a ceder a la provincia de Flevoland la energía residual generada por el data center durante veinte años.
En esencia, se trata de una batalla entre el estado y Meta por definir qué externalidades tiene el centro y cómo se deben compensar. Un debate que va a más: Ámsterdam ha aprobado una moratoria a la construcción de nuevos centros, Google paralizó varios proyectos y Microsoft salvó una protesta popular limitar su gigantesca planta en la provincia de Holanda. Grupos ciudadanos similares han surgido a nivel nacional.
Costes. El data center de Microsoft sintetiza mejor que nadie los dilemas que muchos países afrontarán en el futuro. El año pasado se inauguró el mayor parque eólico dentro del país, en Wieringermeer, con la capacidad de abastecer a 370.000 hogares. En su lugar la mayor parte de la electricidad generada se destina al data center de Microsoft. Todos esos ordenadores no operan ni se enfrían solos. Lo mismo se puede decir de la gestión del agua, un bien público detraído de forma masiva hacia los centros.
De forma en absoluto casual, el pequeño municipio de Zeewolde también albergará uno de los mayores parques eólicos de Países Bajos con hasta 322MW de potencia instalada. La elección de Meta nunca fue trivial. Es algo que afecta directamente al interés público y que las administraciones tendrán que resolver con cada vez más frecuencia.