México se prepara para llevar a cabo en las próximas horas el primer simulacro nacional del año. Eso significa que los más de 13.000 altavoces instalados en postes del país, al igual que las sirenas de escuelas, edificios públicos, oficinas y supermercados, darán una alerta sísmica ficticia para que la población se prepare ante un hipotético terremoto de magnitud 7.5 localizado entre los límites de Puebla y Veracruz.
Aunque pueda parecer demasiado extremo, los simulacros se practican regularmente en México para mejorar la preparación ante terremotos, ya que el país se encuentra en una de las regiones con mayor actividad sísmica de todo el planeta. De hecho, cada año, el país realiza un simulacro nacional de gran magnitud como el que tendrá lugar hoy y que también sirve para conmemorar el devastador terremoto de 1985, que acabó con la vida de 9.500 personas y tuvo un efecto traumático en el país.
Desde aquel incidente, México ha adoptado medidas drásticas para reducir las muertes y los daños materiales ocasionados por los terremotos. Y una de ellas son los simulacros. Además de la activación de los monitores sísmicos y las alertas a través de altavoces, los helicópteros sobrevuelan los cielos y se despliegan bomberos por calles y edificios durante la simulación. El objetivo es ofrecer a los residentes una simulación realista en la que practicar y ayudar a identificar errores comunes en el proceso.
Todos pueden participar en el simulacro. Para hacerlo, lo mejor es registrar tu inmueble en la web preparados.gob.mx y rellenar un formulario para que la Coordinación Nacional de Protección Civil tenga constancia de la participación. Y es que no es el único que se realiza cada año. Desde el terremoto de 1985, se llevan a cabo ejercicios de simulación mensualmente en hoteles, escuelas y oficinas.
Aunque uno de los problemas es que su efectividad solo se puede evaluar una vez que se conoce la magnitud del desastre, que en este caso no existe. Y otro más grande es que los simulacros pueden coincidir con terremotos reales. En 2017, se realizó un megasimulacro en varias regiones del país. Lo que no esperaban los mexicanos era que, dos horas después, un terremoto golpeara al estado de Puebla y el sur del país.
Su situación sísmica y las medidas
Como comentábamos antes, la Ciudad de México fue construida sobre el lecho de un antiguo lago, lo que la hace extremadamente vulnerable a terremotos a cientos de kilómetros de distancia, ya que la arcilla blanda amplifica los temblores hasta un 500%. De hecho, más del 80% se producen en Michoacán, Guerrero y Oaxaca, donde convergen cinco placas tectónicas, cuyo choque pone en peligro a más de 33 millones de personas, según el Centro Nacional de Prevención de Desastres.
Para estar preparados, México utiliza lo que se conoce como "tiempo de oportunidad". Según los dato que se analizaron tras el terremoto de 1985, las ondas sísmicas tardaron más de dos minutos en viajar desde el epicentro, que estaba a más de 350 kilómetros de distancia en la costa del Pacífico. Eso se traduce en un lapso de tiempo para actuar: el período entre que ocurre un terremoto y la llegada de la catástrofe. El tiempo de oportunidad para la Ciudad de México es típicamente de 60 segundos.
Con el objetivo de aprovechar ese tiempo y dar la alerta, México diseñó un sistema de alerta temprana (SAT) denominado SASMEX: el Sistema de Alerta Sísmica de México. Los sensores identifican la ubicación y la intensidad de un terremoto, y si la magnitud se considera una amenaza, y se envían alertas a los gobiernos estatales y locales y a las organizaciones de emergencia.
A finales de los años 80, el Gobierno financió doce sensores sísmicos sobre la brecha de Guerrero con el objetivo de alertar a la Ciudad de México, la más expuesta a las sacudidas y con más densidad de población. Desde entonces, el Sasmex ya cuenta con al menos 97 sensores distribuidos a lo largo de la costa del Pacífico y en Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Morelos, Ciudad de México, Estado de México y Puebla.
Además, el país también ha mejorado los códigos de construcción y destinó parte de la economía a reforzar la infraestructura haciéndola más resistente a los terremotos, sobre todo hospitales, lugares gubernamentales y edificios de primeros auxilios. Pero lo cierto es que hacer cumplir estos estándares sigue siendo muy complicado en muchas áreas del país, donde los edificios se construyen sin permisos ni orientación profesional.
De hecho, según este artículo de The Conversation, se estima que estos tipos de construcción "sin ingeniería" representan el 40% de todo el inmueble de la Ciudad de México, y es mayor en las zonas lejos del centro, donde existe más pobreza y desigualdad.
Imagen: Flickr / Gobierno de México
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