Según los medios apoyados por el partido The Beijing News y The Global Times, los estudiantes de una modesta región China se han convertido los conejillos de indias de lo que muchos temen puede ser el futuro de la vigilancia ciudadana. La compañía local Guizhou Guanyu Technology Ltd., que está desarrollando una puntera tecnología de microchips, ha llegado a acuerdos con 11 escuelas de Guizhou para que sus alumnos lleven sus productos dentro del uniforme y así estudiar y perfeccionar su sistema.
Niños 100% rastreables: por votación popular entre los profesores y los padres de cada colegio, se ha llegado al acuerdo de que los niños deben llevar obligatoriamente este uniforme inteligente capaz de detectar todos los movimientos del alumno. Si uno de ellos falta a una clase, se envía una alerta.
Y, por supuesto, funciona: los datos de la ropa se cruzan con las bases de datos del reconocimiento facial de la escuela, de manera que los chicos no podrán quitarse o cambiarse el atuendo entre ellos sin que el sistema lo detecte. El profesor de una de las escuelas ha dicho que, en sus primeras semanas, los niveles de presencialidad escolar han aumentado enormemente.
“Smart campuses”: según la página web de los desarrolladores de estos microchips, su proyecto se puso en marcha para satisfacer la demanda del Partido de un futuro “smart” para las aulas de aquí a dos años. Técnicamente, el principal valor de su producto es digitalizar la misión pedagógica de la escuela y ayudar a sistematizar actividades administrativas. Es decir, que su servicio, además demostrar la asistencia de los alumnos a las clases, ayuda a los alumnos a gestionar sus deberes y a los padres a analizar las calificaciones que van obteniendo en cada materia. Como un campus virtual pero a lo grande.
Saber cómo te mueves: la compañía dice que en el futuro su tecnología será capaz de monitorizar la condición física y analizar temperatura corporal y ritmo cardíaco. Esto, arguyen, conseguirá poner coto al bullying, al abuso de los profesores o a las apuestas juveniles, ya que en cuanto se detecte un inusual aumento o bajada de las pulsaciones se alertará a los profesores. Pero, como han indicado algunos padres molestos, este nivel de vigilancia podría derivar en una excesiva vigilancia del rendimiento escolar (si el niño se queda dormido), de la dieta o de la condición física de los estudiantes, permitiendo una futura calificación y estratificación de los alumnos en base a estos datos.
Saber lo que gastas: el sistema actual también permite ya mismo conocer todos los pagos digitales de los alumnos en los colegios, como la compra de golosinas y bocadillo de la merienda mediante reconocimiento facial. En caso de que los padres lo consideren adecuado, podrán cambiar en tiempo real el dinero disponible en las cuentas de sus hijos.
La importancia de la privacidad del menor: el sistema de Guizhou Guanyu Technology permite seguir los movimientos del uniforme en todo momento, pero la compañía asegura que desactivan la vigilancia fuera de las horas escolares. Aunque las cámaras de los centros pueden grabar continuamente, dicen que sólo se envían a la nube vídeos de 20 segundos de las entradas y salidas de cada alumno, así como los momentos en los que se active la alerta. Ya en 2017 otro colegio chino que grababa las clases para analizar la atención del alumnado se enfrentó a las críticas cuando se descubrió que los videos se retransmitían públicamente en determinadas webs.
Vigilancia que cruza fronteras: se conoce de otros dos casos chinos de vigilancia estudiantil mediante nuevas tecnologías, como el análisis visual de un colegio de Hangzhou e incluso los experimentos con drones que realizan reconocimiento facial y la implantación de robots educacionales. Pero también los brasileños de Vitoria da Conquista han tanteado el sistema de seguimiento por microchips en 2012, al igual que los alumnos de unas escuelas de Texas, en Estados Unidos. Después de recibir enormes críticas, ambos proyectos pilotos fueron descartados.