Microdosing: qué dice la ciencia de la moda de "doparse" en el trabajo con pequeñas dosis de LSD

Desde las profundidades de Silicon Valley llega una curiosa moda conocida como microdosing. Sus defensores dicen que drogarse con sustancias subterapéuticas, sin efectos directos, puede ayudarnos a concentrarnos y rendir más en el trabajo. El LSD y la psilocibina, por sus propiedades enteógenas, son las escogidas comúnmente. Pero, claro, la cuestión de usar drogas en el trabajo no es sencilla ni común. ¿Realmente sirven para mejorar el rendimiento laboral?

No existen evidencias, y la falta de estudios al respecto hace muy complicado superar el tabú que supone utilizar este tipo de sustancias en entornos laborales.

Hace unos años, James Fadiman, un psicólogo americano, además de escritor, presentó A Really Good Day, una obra famosa por presentar el concepto de microdosis. La microdosis o microdosing consiste en la administración de drogas en una dosis subterapéutica, es decir, en unos niveles por debajo de su actividad psicoactiva. Lo interesante de la microdosis es que no tiene efectos a nivel fisiológico completo, sino a nivel celular, según defiende Fadiman.

Esta técnica, que comenzó usándose en el estudio de la respuesta celular a las sustancias alucinógenas, es enarbolada por este psicólogo como un método para aumentar la concentración, resolver problemas complejos, ayudar a mejorar el humor y la percepción del trabajo... Aunque Fadiman es en sí mismo un investigador, lo cierto es que existen pocos o ningún estudio al respecto.

Delisyd, el LSD recetado médicamente en los años 50. (Pretty Drugthings/Unsplash)

Curiosamente, este psicólogo abrió un foro donde "rellenar" este vacío científico con la experiencia de las personas que practican la microdosis en su día a día. En él explica, basándose en su propia experiencia, las proporciones máximas, la droga empleada (el ácido lisérgico o la psilocibina), la dosificación y algunos aspectos importantes sobre esta práctica. Por otro lado, ya hay quien, incluso, trata de hacer negocio "enseñando" y asesorando a quienes quieren probarlo y obtener sus beneficios, como Paul Austin, quien se denomina as sí mismo LSD Microsdosing Coach.

Este hombre ofrece "clases" por Skype y está aprovechando la coyuntura para formar un negocio curioso, cuanto menos.

¿Cómo funciona?

Lo más importante, explica Fadiman, es no sobrepasar la propia microdosis. Esto se manifestaría con efectos visuales. La microdosis común está entre 1/20 y 1/10 de la dosis recreativa típica. Para el LSD eso supondría unos 20 microgramos.

Se estima que a partir de los 25 microgramos ya comienzan los primeros efectos visuales, y 150 constituye una dosis "típica", con un "viaje intenso", siempre de manera estimada. Con la psilocibina es más difícil de saber porque depende del peso seco de la seta. La psilocibina es el profármaco de la psilocina, que es el compuesto alucinógeno. Una dosis normal de este compuesto ronda entre los 10 y los 50 microgramos, contenidos en 2 gramos (aproximadamente) de peso seco de la seta. Por tanto, la microdosis se alcanzaría con los 0,1 - 0,4 gramos de peso seco (y 0,5 - 2,5 microgramos de psilocibina).

Estas dosis, explican en el foro, se administran una vez cada tres días. Se desaconseja terminantemente practicar el microdosing en el caso de episodios psicótico o problemas psiquiátricos de diversa naturaleza. Fadiman continúa recogiendo las experiencias de los participantes, voluntarios, que pueden transmitírselas a través del correo electrónico. ¿Qué beneficios se supone que tiene?

Lo que dice la ciencia

Por el momento, prácticamente todos los datos obtenidos al respecto del uso de LSD como agente para realizar la microdosis procede de voluntarios.

No existen apenas estudios, si es que hay alguno, entre otras cosas por que el ácido lisérgico es una sustancia ilegal. Sí que existen, por ejemplo, datos sobre el uso de psilocibina a nivel medicinal, como bien recoge la FDA americana. Según estos, dosis bajas en psilocibina pueden ser útiles para tratar diversos trastornos entre los que se encuentran la depresión, la ansiedad, algunos relacionados con el comportamiento... también puede ayudar a mejorar el humor y reducir el estrés, especialmente en pacientes con enfermedades terminales avanzadas.

En definitiva, una línea fuerte para apoyar la hipótesis de Fadiman.

"Psylocibe sp.", fuente de psilocibina.

Por otro lado, volviendo al LSD, quienes practican el microdosing en el trabajo afirman poder concentrarse mejor, tener mejor humor y afrontar mejor las situaciones de estrés. También comentan haber perdido algunos límites, algo que puede relacionarse con la inhibición del sistema límbico asociado al consumo de esta sustancia. En general, tanto el LSD como la psilocibina se consideran alucinógenos no adictivos, que no producen consecuencias directas a corto plazo a nivel fisiológico (como resaca u otros efectos inmediatos).

Por otro lado, sí que producen tolerancia a largo plazo, es decir, el cuerpo necesita cada vez más cantidad para producir el mismo efecto. Sin embargo, hay una comparación que se nos hace irresistible.

¿Somos yonkis de la cafeína?

Existen algunas drogas legales. Entre ellas se encuentran el alcohol y el tabaco, por supuesto. ¿Y qué hay de la cafeína?

Efectivamente, sin duda alguna, la cafeína es una droga legal, con todas las de la ley. Cumple con los tres efectos asociados a las drogas: produce un cambio de conducta por su consumo, produce tolerancia y produce dependencia. Tal y como nos contaba nuestro compañero, Sergio Parra, de esta droga se administra una dosis para cada 5.000 millones de habitantes, aproximadamente, al día. Sin embargo, nadie se atrevería a ponerla al mismo nivel de la psilocibina o el LSD. Continuando la reflexión, ¿qué ocurre cuando tomamos una cantidad ingente de cafeína?

La intoxicación por cafeína comienza a partir de los 300 miligramos de cafeína, es decir, apenas unas latas de bebida energética o una decena de cafés. No son cifras especialmente grandes para una intoxicación con una droga. ¿Por qué es tan malo, entonces, el microdosing? Comparativamente hablando, el LSD y la psilocibina no muestran dependencia ni efectos adversos. Además, la psilocibina, como la cafeína, ha demostrado ser beneficiosa en muchos aspectos fisiológicos.

(Danielle MacInnes/Unsplash)

Siguiendo esta línea de pensamiento, llama la atención los tabúes que surgen en torno al microdosing. Por supuesto, con un enteógeno existe un peligro sustancial relacionado con enfermedades mentales. Por otro lado, si lo equiparamos con los de hipersensibilidad a la cafeína, recordamos, en cierta medida, aquello que decía Paracelso sobre lo de que el "el veneno está en la dosis".

No obstante, hay que ser precavido. No deberíamos equiparar alegremente el microdosing al consumo de cafeína por cuestiones obvias. La realidad es que todavía no se tienen pruebas científicas fehacientes sobre lo que ocurre, y más a largo plazo, con estas prácticas. Teniendo en cuenta que hablamos de sustancias potencialmente peligrosas, es mejor adoptar el principio de precaución. Al menos, hasta que tengamos más conocimiento sobre cómo podría afectarnos una sustancia de este tipo, pero en dosis subterapéuticas, a largo plazo.

Imagen: Paramount

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