“Aquí un nuevo mensaje” dice Queen Krampus a su red de Twitter en un mensaje en el que adjunta un email de Amazon. La carta recibida muestra que se le han retirado su archivo llamado “Inktober 2017” de forma preventiva por sospecha de infringir los derechos de la marca comercial “Inktober” (juego de palabras en inglés entre tinta y octubre). “Ni siquiera había usado el logo para vender mi libro”, protesta después.
Queen Krampus es sólo una de las muchas afectadas. Su tuit va acompañado de otro hilo mucho más compartido que dice “atención a todos los artistas. NO participéis en #inktober. Jake Parker (la persona que creó la etiqueta) lo ha registrado y su abogado está denunciando a TODOS los que estén vendiendo libros de sketches o CUALQUIER otro tipo de arte PROPIO que contenga la palabra”.
Qué es Inktober y por qué se ha alzado la comunidad en armas
Sí, una etiqueta creada por Jake Parker en 2009. El Inktober es el evento anual más importante desde hace ya muchas ediciones para los millones de artistas surgidos por la democratización de los medios y el altavoz de las redes sociales. Durante un mes, y guiados por los conceptos elegidos anualmente por Parker (algunos se lo toman de forma más libre), los dibujantes crean 31 dibujos, uno por día, que van subiendo a la red, una propuesta parecida al NaNoWriMo de los escritores o el 36 Days of Type para los diseñadores de tipografías. En ambos casos también marcas registradas.
Una mezcla de reto de superación personal, de campeonato y, si tienes seguidores, una gran oportunidad para crear un miniproyecto que después vender en los portales a tu elección. Es una de las pocas veces que los artistas plásticos tienen visibilidad en los medios generalistas, como puede verse aquí o aquí.
A causa del enorme revuelo Parker ha hecho un comunicado. “A medida que el reto se ha ido haciendo más y más grande cada año ha empezado a ser invadido por gente de fuera de la comunidad cuyo objetivo era monetizar por la vía rápida”. El ilustrador decidió registrar el nombre y el logo creado ad hoc para, según cuenta, evitar la usurpación del concepto por parte de otras corporaciones. También para que sus abogados fuesen denunciando a ese tipo de personas que usa el concepto Inktober o los dibujos de otros para vender chapas y tazas en páginas de estampado automático por cuatro duros, una práctica de lo más habitual.
Los artistas podrán seguir participando y usando el concepto para sus productos pero con condiciones: no usar el logo oficial y usar la palabra “Inktober” sólo como subtítulo de la obra (ejemplo: “El nacimiento de Venus: Inktober 2017”), ya que Parker se reserva usarlo como título para sus obras o aquellos que decidan comprar la sponsorización.
La trampa de la visibilidad
La comunidad se ha dividido. De un lado están los que, después de sus declaraciones, entienden sus acciones como un gesto acertado y no invasivo. “Este señor ha creado el reto para dibujantes más popular que ha habido y nos lo ha regalado para que durante los últimos 10 años mejoremos nuestro entintado, nos motivemos entre toda la comunidad y ganemos visibilidad. Y así se lo pagamos...”, como dice Bea Albir.
"Vaya montón de chorradas. El hashtag ha ayudado a promover y hacer crecer a este tipo. Inktober se hizo popular después de que MILES de artistas participásemos y AHORA decide que 'sólo yo puedo ganar dinero con esto'. Es un comportamiento depredador”, en palabras de Kikidoodle.
A cifras de 2018, el hashtag Inktober había sido usado 750.000 veces en Instagram en sus tres primeros días. A eso hay que sumarle posts en Twitter, Flickr, Tumblr y otras tantas plataformas. Hay páginas que crean pequeños campeonatos inktoberianos mediante los cuales el mejor artista (o el más compartido) recibirá algún tipo de premio, e infinidad de rincones de internet crean listas de seguimiento por subgéneros, desde los mejores creadores de fantasía épica hasta los mejores artistas emergentes indios.
A día de hoy Inktober es un arma de doble filo, una propuesta por la que muchos creadores sienten que deben pasar para ganar visibilidad, única métrica importante a día de hoy, y la relación simbiótica entre la marca y los ilustradores no está tan clara, del mismo modo que muchos se sienten obligados a dibujar cosas populares y registradas (personajes de series de Netflix o Princesas Disney) puesto que son el tipo de producto con mayores posibilidades para convertirse en viral.
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