Un aforismo en inglés resume todo el lado oscuro del mundo del neoestrellato digital: “Fake it till you make it”, o “finge hasta que lo consigas”. Ya hemos visto a instagramers simulando haber llegado a acuerdos publicitarios con marcas sólo para que sus seguidores crean que tienen un caché mucho más alto que el que ostentan en realidad. En España vilipendiamos a una actriz sólo porque quiso hacernos creer que había ido a los Oscars. Todos estos ejemplos son amables juegos de niños comparados con el moderno “príncipe nigeriano”.
Raymond Abbas, Hushpuppi para sus seguidores en Instagram. Un nigeriano de 38 años y 2.3 millones de seguidores que había conseguido, según él decía, haber pasado de ser un vendedor de ropa de segunda mano a un “promotor inmobiliario”. El nivel de despilfarro del que hacía gala en su canal era mayor que el del trapero de moda más irreverente: todoterrenos de Mercedes, Ferraris, casi una decena de Rolls-Royces, jets privados, todas las marcas de ropa de lujo que puedas nombrar y más. Se le vio en una boda tirando billetes de 100 dólares como si fueran caramelos. ¿Su motivación? Servir de inspiración a los demás: "Publico estas cosas porque alguien podría ver mi página algún día y decidir no rendirse".
Un timo de 390 millones de euros: en su conversión actual de los 1.600 millones de dirhams, es lo que reclaman FBI, Interpol y fuerzas de seguridad saudíes que habrían estafado él y sus 11 compinches, tal y como recogen en la operación Fox Hunt 2 que acaba de vivir un importante avance, después de que Abbas haya sido arrestado y sus propiedades confiscadas. Sólo en su apartamento se encontraron el equivalente a 33 millones de euros en efectivo. Todos los coches también están en custodia policial, al parecer muchos de ellos con bolsas llenas de dinero en sus maleteros, como quien, acostumbrado a los planes repentinos, deja preparada una maleta de viaje.
No te resistas, compra aquí: los delitos de los que se les acusa son lavado de dinero, hackeo, sustracción de identidad y ciberfraude. En los discos duros de su vivienda se encontró información de casi dos millones de damnificados. Los presuntos estafadores montaban webs que imitaban el aspecto de respetados comercios y páginas bancarias para luego quedarse con los datos y vaciar las cuentas de crédito de los pardillos. De alguna forma que no ha sido facilitada por la policía de Dubai, la reputación online de Hushpuppi como multimillonario también fue crucial para la elaboración de su timo.
Se estima que en 2017 el dinero invertido en márketing de influencers fueron 2.000 millones de dólares. En 2019 hablamos de 8.000 millones. Según las previsiones de la industria, esta cifra podría subir hasta los 15.000 en apenas dos años. Crece la audiencia digital, crece el número de seguidores y se multiplican los canales sociales que crean a estas, las nuevas figuras de relevancia social, bien seas un apasionado de la moda, de los streams o de las competiciones de canicas. Los influencers están por todas partes en un mundo que aún, en cuanto a normas, se parece bastante al salvaje oeste. Si Raymond Abbas iba por ahí con el desparpajo de propagar a millones de smartphones negocios cuyo origen eran de lo más turbio… ¿Habrían sido estrellas de Instagram Al Capone o Pablo Escolar de haber vivido hoy?
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