El año pasado, el Louvre rozó el nivel de visitantes precovid con casi 9 millones de visitantes (en 2019 llegó a cerrar con la cifra mágica de los 10 millones). Sin embargo, el 80% de los que acuden en masa van a ver la misma obra, quizás a obtener la ansiada foto frente a ella. Sí, nos referimos a la Mona Lisa de Leonardo da Vinci, una que, contrario a lo que pueda parecer, su expectación y afluencia exagerada de público para admirarla ha terminado convirtiéndose en un quebradero de cabeza para el museo... hasta el punto de querer moverla.
Mover a la Mona Lisa. Así llegamos a la noticia de esta semana: el plan para sacar a la Mona Lisa de la sala. A este respecto, des Cars ha explicado que el traslado se debe a la idea de que la sala donde se encuentra la obra no está recibiendo adecuadamente a los visitantes, “por lo que sentimos que no estamos haciendo nuestro trabajo correctamente”. De esta forma, la nueva ubicación tendría como objetivo “poner fin a la decepción del público”.
Una nueva sala para la sonrisa más famosa. Si el plan sigue su curso, la idea del Louvre es ubicar la pintura a una sala propia en el sótano del Museo. Según Vincent Delieuvin, curador jefe de arte del siglo XVI, se trata de una habitación grande que albergará a la Mona Lisa al fondo, “detrás de un cristal de seguridad, por lo que a primera vista parece un sello postal”. Esto crearía dos puntos de entrada subterráneos para los visitantes: uno solo para la Mona Lisa y otro para exposiciones temporales.
Demasiada gente para una sola obra. Se estima que la Mona Lisa tiene un valor de 870 millones de dólares y 30.000 personas de todo el planeta esperan cada día dos horas de cola para luego pasar de puntillas por las 35.000 obras restantes de la pinacoteca francesa. En 2019, Jason Farago, crítico del New York Times, sugirió en un reportaje sobre la famosa pintura que el museo podría construir un pabellón para ella. No se había vuelto loco, por supuesto. Farago trataba de expresar con cierta sorna el sentir de muchos en torno al turismo de masas “y el narcisismo digital” con la Mona Lisa como centro de la obsesión. Dicho de otra forma, se estaba convirtiendo en un suplicio de colas y esperas pasar por el museo, y la obra de Leonardo estaba en el centro de la polémica.
Jean-Luc Martínez, entonces director del museo, dijo que el Louvre podría tomar medidas adicionales para aliviar la “Monamanía” en los próximos años con nuevas entradas que tuvieran horarios programados. A comienzos de 2023, los rumores sobre un cambio parecían estar a punto de concretarse: se anunciaba que se iba a limitar la asistencia diaria en aproximadamente un tercio, a 30.000 personas. Según dijo el nuevo director del museo, Laurence des Cars, "me gustaría que una visita al Louvre fuera un momento de placer, especialmente para las personas que descubren el museo por primera vez, lo que representa el 60% de los visitantes".
"La obra maestra más decepcionante del mundo". Se ha llegado a decir que se podría incluir una sala específica donde una versión de la Mona Lisa estuviera a disposición de los turistas que buscan desaforadamente ese selfie para la posteridad con la icónica pintura. Sea como fuere, el Louvre seguramente intuía el cambio. Sin ir más lejos, un análisis reciente de las reseñas online de los visitantes sobre los grandes museos y sus obras de arte más elogiadas citaba a la Mona Lisa como "la obra maestra más decepcionante del mundo", debido a la negatividad de casi el 40% de las reseñas.
Habrá que ver cómo le sienta a la obra el cambio a un nuevo espacio si finalmente se lleva a cabo. Recordemos que la Mona Lisa nunca ha pasado por una restauración completa. Ha sobrevivido en buenas condiciones durante más de 500 años, tan solo algunas capas de barniz y unos láseres especiales para limpiar siglos de suciedad y mugre de la pintura sin dañarla en el año 2012.
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