Existe un patrón de comportamiento que lleva a los seres humanos a emparejarse con sus "iguales". Es decir, poniendo un ejemplo muy simple: los altos con los altos y los deportistas con los deportistas. Ahora, esta tendencia está cada vez más presente en términos educativos y las estadísticas señalan que los universitarios tienden a casarse con los aquellos que también tienen estudios superiores. Más particularmente, las mujeres por debajo de los 30 se están volviendo más exigentes a la hora de encontrar pareja: quieren buscar a su igual en términos de formación e intereses y no lo encuentran fácilmente, entre otras cosas, porque hay menos hombres cualificados de su misma edad.
A mayor cualificación, más exigencia. Según recoge Jon Birger en su libro 'Date-onomics' y confirman las estadísticas de países occidentales como Estados Unidos, Reino Unido o España, hay más mujeres universitarias que hombres. Para hacernos una idea, en España el 60% de los nuevos graduados en la universidades son mujeres. Además, la nota media de ellas es mejor y un 41% terminan la carrera en el tiempo previsto, mientras que solo el 23,7% de los chicos acaba el grado en los cuatro años.
El hecho de que ellas estén más cualificadas que ellos está cambiando la forma de buscar pareja. Según el ensayo de Birger, conforme ha ido ascendiendo el nivel educativo de las mujeres, mayores son los requisitos que demandan en un hombre.
Emparejamiento selectivo. Esta es una de las consecuencias derivadas del desequilibrio académico mencionado anteriormente y que nos lleva a buscar individuos física e intelectualmente similares a nosotros. Y, aunque se trata de un mecanismo que los seres humanos ponemos en práctica desde hace mucho tiempo es ahora cuando está repuntando y, más concretamente, por parte del colectivo femenino. De hecho, una de las mujeres entrevistadas por The Guardian dirige un portal de citas online y reconoce que "el nivel de educación de una posible pareja es "generalmente lo primero que cualquier mujer especifica." Y opina: "Creo que la gente piensa que si alguien no está educado con los mismos estándares que ellos, no tendrán nada en común, lo cual es una tontería. Piensan: "He dedicado mi vida a mi carrera y no me voy a conformar con nada menos de lo que soy".
Endogamia profesional. A pesar de que el número de matrimonios ha ido cayendo a lo largo de las últimas dos décadas en España (en el 2000 se celebraron 216.000 bodas, mientras que en el año 2018 se quedaron en las 163.430), los que se producen son cada vez más endogámicos a nivel profesional, algo que reafirma la teoría del emparejamiento selectivo. Según este artículo de eldiario que analiza los matrimonios que tuvieron lugar del 2008 al 2016, se ha ido imponiendo una brecha social donde los parejas están formadas por individuos de niveles educativos similares.
Según el análisis anterior, el 70% de los diplomados se casaron con diplomadas o licenciadas. Mientras que el 59,6% de las mujeres licenciadas se casaron con hombres que tenían otra licenciatura o, en su defecto, una diplomatura.
Brecha social y salarial. La endogamia profesional y el emparejamiento selectivo traen consigo dos realidades más. Por un lado, el hecho de que los individuos de niveles educativos similares tiendan a emparejarse entre sí trae consigo una mayor desigualdad entre clases. Sin embargo, que sean las mujeres quienes más exijan a la hora de encontrar pareja no significa que tengan unas condiciones salariales acordes a esa mejor cualificación. De hecho, según el último informe del Banco Mundial dedicado a la brecha de género, faltan 202 años para que las mujeres accedan a las mismas condiciones salariales que los hombres en todo el mundo.
Las apps no ayudan. Las nuevas formas de buscar pareja a través de aplicaciones como Tinder o sites como Meetic o Match lejos de reducir el emparejamiento selectivo, lo aumentan. Al fin y al cabo, en Tinder las personas pasan a ser candidatos donde sus gustos e intereses funcionan casi como las cualidades de un curriculum a valorar por la otra persona. Esto quiere decir que tanto hombres como mujeres pueden descartar a una persona por sus intereses culturales o tipo de profesión, antes incluso de llegar a entablar una conversación.
Imagen: Thought Catalog /Unsplash
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