La música ya no es música, son los eventos alrededor de ella. Progresivamente desde la irrupción del acceso masivo a Internet y consagrándose ante la llegada de los servicios de streaming, los artistas musicales han ido progresivamente cambiando su modelo de subsistencia a uno basado en la obra (el vinilo, el CD) a otro basado en las canciones como muestra de consumo gratuito en aras de una comisión por sus conciertos en salas y festivales y la venta de merchandising. Eso ha convertido esta profesión, evidentemente, en un grupo con una tasa de letalidad del 100% por coronavirus.
Cancel everything: lo cuentan en The Quietus. Ya se han cancelado o pospuesto cientos de festivales, incluido ese coloso llamado Coachella. Cientos de miles de conciertos suspendidos en todo el mundo. Las repercusiones llegarán para todos: los artistas que no tocarán, los promotores que se declararán en bancarrota. Los organizadores que suspenderán sus futuros presupuestos en marketing y publicidad. Las empresas de información que vivían de esos patrocinios. Cerrarán los clubs.
De Spotify: Evan Greer, música de Massachusetts, ha iniciado una petición para pedirle a Spotify que triplique para los artistas el precio por reproducción mientras dure la crisis del covid-19. La compañía no da cifras oficiales, pero los analistas estimaban que el pago es de tres euros por cada mil reproducciones, y hay quien dice que el dinero por royalties no ha parado de hundirse en los últimos tiempos, y han presentado apelaciones para que el pago a artistas pueda ser más bajo que el estipulado por legislaciones locales. Amazon ya ha anunciado en varios países que dejará de repartir productos no esenciales. Nada de vinilos o CDs.
Y de Bandcamp: mientras tanto la respuesta de Bandcamp, otra plataforma musical menos concurrida que el gigante sueco pero con condiciones notablemente mejores para los artistas, ha anunciado que suprimirá el cobro de comisiones durante 24 horas este viernes para apoyar a los creadores en estos difíciles momentos. Esto no será, en absoluto, suficiente para la sangría de lo que vendrá. Como puede verse en esta gráfica de PwC y en base al mercado norteamericano, los músicos ahora mismo sólo tienen capacidad de seguir recibiendo dinero por unas categorías que estaban generando hasta ahora el 28% de sus ingresos.
Los reclusos que no oían música: puede que, después de todo, un aumento en los ingresos por servicios digitales tampoco tenga sentido ahora. La gente ya no pasea ni toma el metro para ir a trabajar y eso se va a reflejar en el número de escuchas, por muchas fiestas en los balcones que hagamos. Según cifras de las canciones más escuchadas de Spotify en Italia en los últimos días de febrero, justo cuando el país inició su cuarentena, ha habido caídas del 23%. Dos semanas después el país empezó a incluir medidas de circulación más estrictas y podría también imponer más restricciones de asistencia al trabajo, con lo que la brecha podría ser aún más pronunciada durante estos meses.
La industria cultural al completo: aunque con grandes diferencias, la pandemia va a afectar con una similar crudeza al resto de ámbitos del sector cultural, un conjunto de industrias que generan 720.000 trabajos ahora mismo en nuestro país. El ministerio de Cultura francés ha anunciado que movilizará ayudas “de urgencia” por valor de 22 millones de euros para este sector especial dentro de su economía, y 10 de ellos irán directamente a los “profesionales más fragilizados” dentro del sector musical.