“Reivindicar nuestra profesión y defender nuestros derechos”: con estos objetivos nace la llamada Red de creadores, un espacio impulsado por UGT y que se define como un proyecto sindical.
¿Por qué una Red de creadores? Principalmente porque, pese a que hay millones de influencers en todo el mundo, es un sector laboral altamente informal y aún desregulado. De hecho, será uno de los desafíos del futuro, cómo catalogar a personas que contribuyen a la economía tanto del país como de las empresas tecnológicas para las que ingresan contenido cuando estos espacios son de una libertad participativa casi total, donde el espectador y el creador se entremezclan.
Su importancia ya está siendo reconocida por las propias plataformas. Por ejemplo, Tiktok reconoció que, de no haber “fabricado” influencers, esos creadores no habrían atraído a masas de consumidores a su app. También hace poco Facebook se ofreció a hacerles una contraoferta, a mejorarles las condiciones para retener allí el talento y no dejar que se queden en pastos más verdes. Mientras sigamos enganchados a la pantalla, son una fuerza de trabajo que genera riqueza.
¿Quiénes están detrás del proyecto? Por el momento lo que tenemos es un vídeo colaborativo entre Isabel Serrano (11.000 seguidores en Instagram), Sergio Gregori (38.000 en Youtube y trabajador de Cuatro), Alán Barroso (52.000 en Instagram), Nerea Blanco Marañón (80.000 en Facebook), Marta Llanos (9.000 en Youtube), Mauricio Schwarz (110.000 en Youtube) y PutoMikel (135.000 en Youtube). Ellos son la avanzadilla, habrá que ver si consiguen consolidarse y atraer a los suficientes influencers como para hacerse notar. Para los días 10 y 11 de diciembre han convocado unas jornadas donde contarán más de la propuesta.
¿Qué es lo que piden los creadores españoles? De momento, lo que se ve en el vídeo. Lógicamente, un mayor peso de la negociación colectiva, así como una mayor transparencia y auditación de las plataformas y del funcionamiento de sus algoritmos, donde podría entrar también la creación de marcos de protección legal y vigilancia administrativa. Un reparto “más justo” (se sobreentiende que de los ingresos) y una lucha activa contra los discursos de odio y a favor de la “libertad de expresión, el respeto a la diferencia y la pluralidad ideológica”. A Eldiario adelantan que a nivel sindical se encuentran en una fase embrionaria, analizando "qué necesidades existen" dentro de estos colectivos.
Un movimiento sindical universal. El mundo digital lleva al menos tres años hablando de los “sindicatos de influencers”. Fairtube, con base en Alemania, nacía en 2019 con el apoyo 18.000 youtubers descontentos. De agosto de 2020 es la American Influencer Council (AIC), registrado tanto como ONG como lobby, busca la “defensa y promoción de los intereses de los creadores de contenido virtuales”. The Creator Union (TCU) es un sindicato británico con 400 afiliados. Muchos de los movimientos laborales que se han visto hasta ahora no se han constituido a través de organizaciones como tal, sino como uniones espontáneas de creadores ante atropellos unidireccionales de las plataformas.
El poder de los pequeños altavoces. Ibai tiene ocho millones de seguidores en Twitch. Es comprensible que a él, al tipo de perfil de influencer que es él, no le haga falta un sindicato para negociar mejor con los de Amazon. Pero muchos pequeños streamers sí podrían tener algo que hacer si deciden unirse, al igual que ocurre en cualquier ámbito laboral. De ahí que el éxito de estas plataformas sindicales no vaya a estar tanto en las grandes estrellas (que también) como en la capacidad de acción grupal de los llamados microinfluencers.
Las huelgas de Twitch. Un par de los más sonados fueron los de huelgas de creación en Twitch de este verano, uno enfocado a la rebaja en las condiciones salariales para Brasil de la plataforma de retransmisión de directos y otra internacional contra el aumento de los ataques de odio. Según TwitchTracker, en el pico de la protesta los streamers consiguieron recortar un millón de concurrentes a los 4.5 millones que, de media, venía teniendo, una cifra nada desdeñable para ser una alianza internacional y sin ningún tipo de apoyo económico colectivo detrás.
Y un rechazo por parte de la derecha española. Ya se han visto intervenciones del economista Juan Ramón Rallo y del youtuber Wall Street Wolverine, entre otros, criticando (o burlándose de) la iniciativa. La crítica que se intuye es doble. Por un lado, que les parece que los que están detrás de la propuesta son sólo creadores con tendencia ideológica izquierdista, por lo que sienten que la Red de creadores podría no ser tan pluralmente ideológica como anuncian. De ahí una segunda sospecha, la de que vayan a orientarse a demandar cambios algorítmicos que perjudiquen las audiencias de los creadores de derechas. Es cierto que, por ejemplo, el sindicato británico, ha trabajado en pos de una mayor visibilidad en las tarifas de las instagramers, ya que había una disparidad en el salario que ganaban las blancas con respecto a las negras o LGTBI.
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