La navaja en el bolsillo, el yugo en el corazón: he vivido el auge de la ultraderecha desde un grupo falangista de WhatsApp

El 5 de noviembre localicé un enlace de invitación a un grupo de WhatsApp para simpatizantes de la Falange. El contexto era perfecto: faltaban dos semanas para el aniversario de la muerte de Primo de Rivera y de Francisco Franco, en menos de un mes eran las elecciones andaluzas (aparentemente ninguna política regional despierta tanto odio como Susana Díaz entre los fascistas) y además estaban siendo los prolegómenos del ascenso de Vox, consumado en sus doce escaños en el Parlamento Andaluz.

Accedo a ese grupo y veo que solo somos dos miembros: el administrador y yo. Suponía que la Falange no mueve a grandes masas en pleno 2018, pero aquello me parecía excesivo hasta que entendí que únicamente se trataba de un grupo puente, un punto de verificación en el que ese administrador comprueba si somos falangistas genuinos antes de darnos paso al grupo real. "Mierda, aquí me quedo", pienso.

Afortunadamente, esta suerte de muro infranqueable resulta ser más bien un seto de veinte centímetros de altura. Unas pocas palabras aduladoras son suficiente como para obtener el acceso.

Buenos días y arriba España

Es el momento de las presentaciones y de prepararse un personaje creíble a ojos del resto de los participantes para ganar su confianza y propiciar que hablen con naturalidad, sin temor a decir algo de más ante un posible topo. No es tarea difícil. Destrozamos la ortografía, la gramática y la concordancia, y vamos soltando comentarios incendiarios que aquí pasan inadvertidos. El objetivo: pasar desapercibido y ser apreciado como un igual. Todo va saliendo sin problemas.

Van llegando las conversaciones rutinarias, las que incluyen comentarios sobre la actualidad diaria, las opiniones relativas a ella y una constante en el día a día del grupo los memes de mal gusto, que no solo critican a adversarios en ideología sino que se recrean en asuntos como la discapacidad de Pablo Echenique, por ejemplo. Echenique es, por encima incluso de Pablo Iglesias o Pedro Sánchez, la mayor diana a la que apuntan este tipo de imágenes que se comparten día sí día también.

También se van filtrando opiniones de este grupo que acoge a una treintena de simpatizantes de la Falange (solo cinco de ellas son mujeres): la añoranza de Tejero, el teniente insurrecto del golpe de Estado de 1981; las vivas a la Guardia Civil, los deseos de muerte hacia políticos de izquierdas y/o independentistas, el fuerte rechazo al extranjero, la justificación de la violencia para la defensa de sus intereses. Son expresiones y anhelos que vertebran las conversaciones muy habitualmente.

Llegado cierto punto también se habla de "acciones" o "limpiezas", algo que resultan ser -como muestra un vídeo enviado por sus protagonistas- salidas nocturnas en las que tapar o arrancar símbolos de signo opuesto, como estrellas socialistas, banderas estel·lades, lazos amarillos de apoyo a los presos del referéndum independentista y demás, y poner en su lugar pegatinas o pintadas de apoyo a la Falange o a la unidad de España.

Aunque las conversaciones sobre política suelen ser exaltaciones de proclamas y frases precocinadas sin más, en ocasiones sí se profundiza. En este mes he leído debates sobre puntos de encuentro entre la ideología falangista y los postulados de Karl Marx en El Capital. Al fin y al cabo, el nacionalsindicalismo mostró su objeción al capitalismo desde sus inicios. También se habla de los preceptos de la ideología falangista. No obstante, estas conversaciones son las menos: lo habitual es la exaltación de símbolos y las manifestaciones de odio colectivo al adversario político, copado por grupos feministas, independentistas, PSOE, Podemos, nacionalistas periféricos e inmigrantes (sobre todo árabes).

Odio al diferente y navajas en el bolsillo

La gran mayoría de los miembros del grupo están en la edad adulta, con la salvedad de unos pocos que todavía no han cumplido los veinte años. Eso no ha sido óbice para múltiples chistes haciendo referencia al físico de otros (ya ni hablemos de sobre su raza), igual que no se respetaba siquiera la condición de discapacidad de Echenique.

A veces se intercambian anécdotas del día a día de los miembros que impliquen parte de este odio al diferente, con el odio al inmigrante de telón de fondo (ya sea porque son unos vagos que vienen a vivir de la paguita, ya sea porque trabajan y quitan el empleo a los españoles) e incluso con exhibiciones de armas blancas con las que desafían a un supuesto enemigo a ir a atacarles. También gustan las exhibiciones de fuerza de los aliados (o supuestos aliados).

Misas en honor a Franco y a Primo de Rivera

Llega el 20 de noviembre, y con él, el día de exaltar a las figuras de Francisco Franco (muerto en la cama en este día de 1975) y de José Antonio Primo de Rivera (fusilado en este día de 1936 durante los inicios de la Guerra Civil). Un grupo se organiza para celebrar una misa en su honor en Burgos. Otros organizadores de grupos regionales dan las coordenadas de sus concentraciones. El día pasa como un reguero de vivas a ambos y felicitaciones generales entre miembros por ser "los últimos defensores de la patria".

Sube Vox

Los días previos a las elecciones andaluzas fueron los días en los que Vox entró en la conversación. En el grupo de falangistas había dos corrientes de pensamiento: por un lado, los que consideran al partido de Santiago Abascal como la mejor opción actual a falta de que prospere la simpatía por el partido de la Falange; por otro lado, los que consideran que el líder vasco es un chaquetero que nunca ha trabajado en el sector privado y por lo tanto no merece el apoyo de los que integran este grupo.

Empiezan a llegar algunas convocatorias de manifestaciones en apoyo a Vox a las que se anima a asistir, entre medias siempre se cuelan frases como "me las reventaba y las dejaba tiradas" en referencia a un vídeo en el que aparecían activistas de FEMEN.

El ascenso de Vox, su omnipresencia en los medios de comunicación y el resultado electoral andaluz sirvió de palanca a muchos miembros del grupo, que comenzaron a desatarse con frases victoriosas y un espíritu combativo revigorizado para mantener la unidad de España, aunque sea desde un grupo de WhatsApp.

La división

Este mes en un grupo de WhatsApp de falangistas ha terminado de forma poética: una división de opiniones entre dos bandos se ha saldado con la marcha de varios de los integrantes de uno de ellos. La causa, el debate de uno de los postulados de Vox, que distingue entre inmigrantes de primera (los latinos, de quienes dicen que tienen más fácil integrarse por compartir lengua y cultura) y de segunda (los musulmanes, de quienes dicen que es imposible su integración en una sociedad católica y occidental).

Los fortísimos insultos de algunos integrantes hacia los latinoamericanos es lo que provocó el abandono de varios simpatizantes que se veían afectados por tener relaciones familiares o sentimentales con alguno de ellos.

El grupo pasó a un estado de calma tensa en la que la conversación se redujo notablemente, precisamente cuanto más fuertes se veían los simpatizantes de la extrema derecha. Quién sabe si como una predicción a pequeña escala del devenir de la extrema derecha en España, la que ha visto reverdecer sus laureles en el estadio más inesperado: Andalucía.

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