Es posible que Nico haya llegado a tu teléfono móvil durante los últimos días. El personaje imaginario no es más que un dibujo realizado con bolígrafo verde sobre un papel de cuadrícula. Aparece ataviado con una gorra y un maletín y mirando alegremente a cámara, acompañado de la leyenda "Ayúdame a recorrer el mundo".
Y le estamos ayudando. Nico aparece siempre acompañado de otro mensaje de WhatsApp en el que se explica lo extraño de la imagen: "Una profe está haciendo un experimento con sus alumnos de 3º de ESO para que tomen conciencia de la rapidez con la que se difunden las imágenes sin poder controlarlas". Y allá que acudimos. De forma orgánica, Nico se ha convertido en un pequeño hit viral de las redes sociales.
En Verne han hablado con la profesora responsable de la idea, Esmeralda Reviriego, de Torrejón. El objetivo del proyecto no era otro que alertar de los peligros de la viralidad y de las imágenes personales en plena ebullición de las redes sociales, también entre los más pequeños. Nico aparece como un vehículo educativo perfecto, y su éxito viral refrenda el propósito de la profesora: las imágenes vuelan. Pero no "sin control".
En realidad, la historia de Nico es una historia injusta con la realidad de las redes sociales. No muestra el descontrol, sino lo contrario: lo sencillo que es fabricar un viral y manipularlo para que sea más y más compartido.
Al poco de iniciar su largo recorrido, Nico contó con la ayuda de otras asociaciones e instituciones públicas preocupadas por la pérdida de privacidad en las redes sociales. Las cuentas de Twitter de la Guardia Civil y de la Policía Nacional tuitearon la imagen (más de 3.000 retuits entre amnbas), y el asunto cruzó el Atlántico para instalarse también en México y Colombia, donde la policía estatal también subió la imagen. En todos los casos, se acompaña con el hashtag #HazloPorNico. "Que llegue muy lejos".
Un experimento trucado desde el principio
Desde el principio, Nico nace con el expreso propósito de compartirse de forma masiva. Invita a ello porque tiene detrás una (bien intencionada y educativa) moraleja: las redes sociales pueden ser peligrosas, el contenido privado que subes quizá escape de tu control y termine en manos equivocadas. Ten cuidado.
Pero antes que mostrar cómo de fácil es perder el control, Nico es la prueba del control que el creador de un viral puede tener sobre él si articular las trampas retóricas adecuadas. Su dibujo es el equivalente a los titulares clickbait de los medios de comunicación: todo en él ha sido diseñado para que pulses en la imagen, te sientas repentinamente realizado y te lances a compartirla. Es puro impulso psicológico. Lo fascinante de Nico es que, sin querer, ha demostrado cómo de elemental es el proceso de generar virales.
Tampoco está solo: es habitual toparse en Facebook o en WhatsApp con historias de personas que quieren conseguir algo a cambio de millones de likes. Compartir la historia de superación de una persona cualquiera para ganar visibilidad, un niño reclamando 1 millón de likes en Facebook para viajar a Disneyland o difusiones de personas enfermas que necesitan apoyo económico para complejas operaciones en Estados Unidos. Las redes sociales son un mercadeo constante de likes y shares.
Si quieres, como Nico, también puedes tener una parte del pastel.
Y como en casi cualquier fenómeno semejante que termina en las redes, Nico también se ha convertido en meme, consecuencia inmediata de su expresa viralidad: montajes de Trump con carteles de Nico, el padre de Nico buscando a su hijo y pidiéndole que regrese a casa de una vez, agudos connoisseur aprovechando la polvareda para compartir una canción de Nico con The Velvet Underground, etcétera.
Al final, Nico ha llegado muy lejos, cosa lógica porque lo estaba pidiendo a gritos. Sin embargo, el fenómeno sobre el que quería alertar es el contrario: fotos que no queremos que se compartan siendo compartidas por extraños. En el fondo, el experimento Nico tiene un punto alarmista, porque toma como referencia un proceso viral muy distinto al problema de fondo y contribuye a un relato moralizante sobre la tecnología y sus riesgos.
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