La prohibición del burkini en las playas francesas, alentada por las autoridades del estado galo por su supuesto ataque contra los valores seculares y laicos del país, ha vuelto a arrastrar a la primera plana de la actualidad la vestimenta de las mujeres musulmanas en los países occidentales. O más bien, algunas de sus prendas de vestir, resumidas en el hijab, la más popular de todas ellas, y el burkini, ahora tan en boga durante el verano y traje de baño que cubre todo el cuerpo y pelo. El debate es enconado, tanto a favor como en contra.
La polémica es reciente. No sólo por la corta historia de la inmigración musulmana en Europa, sino por los propios usos y costumbres culturales de las sociedades musulmanas durante el último siglo. Pese a lo que pueda parecer, la utilización de prendas que cubran de forma parcial el cuerpo de la mujer, tanto brazos como cabeza y cuerpo, tiene un moderado recorrido histórico, y no hace falta remontarse demasiado atrás en el tiempo para encontrar ejemplos más laxos en el código de vestimenta.
Irán antes de la revolución de 1979
Un ejemplo arquetípico de cómo el Islam, como gran religión monoteísta, tiene un relativo efecto en la vestimenta de las mujeres es el Irán previo a la revolución islamista de 1979, cuando un grupo de radicales religiosos acabaron con el estado monárquico del Sha e instauraron la primera República Islámica de la historia. Durante el gobierno del Sha, y durante los siglos previos, Irán era un país musulmán. La sociedad era mayoritariamente religiosa, aunque el grado de involucración y seguimiento de sus dogmas era variable.
La situación cambia a partir de 1979, cuando el régimen de los ayatollah aprueba graves legislaciones de carácter antiliberal y coercitivo tanto para los homrbes como, en el caso del código de vestimenta, para las mujeres. La Guardia Revolucionaria o las Patrullas de Guía se encargan de vigilar que la legislación islámica se cumple en las calles. Calles que lucen así:
Como explicó en su momento Jordi Pérez Colomé tras su viaje a Irán, el grado de seguimiento del código de vestimenta varía. La foto anterior representaría un extremo, el más conservador y tradicional para con el chador y el hijab, pero la de abajo mostraría cómo el abanico de posibilidades es amplio, y no todas las mujeres lo llevan del mismo modo. Las hay más atrevidas, enseñan más cabellera, se maquillan y visten de un modo más occidental.
Algo parecido se podía aplicar a la edad imperial de Irán, antes de la revolución. Al tratarse de un estado de carácter secular y laico, las mujeres tenían un mayor grado de libertad en la vestimenta. Eso no significaba que el chador o el hijab estuvieran ausentes de la sociedad, sino que era más común encontrar fotos de mujeres iraníes despojados de ellos y ataviadas con ropajes similares a los occidentales, tanto en atrevimiento como en cánones estéticos. Estas fotos, por ejemplo, forman parte de la antigua Oficina de Turismo de Irán.
Un ejemplo claro del mayor grado de libertad estética de las mujeres en Irán, aún cuando elementos como el hijab o el chador jamás fueran expulsados a los márgenes de la sociedad iraní y aún mantuvieran una relevante presencia social, lo podemos encontrar en las revistas de tendencias de la época. Wikipedia alberga numerosos ejemplares de magazines como Khandaniha o Ettelaat, que dan una idea del clima social de aquellas décadas.
Como es lógico, el grado de aceptación de vestidos y ropajes más o menos atrevidos lo marcaban los valores de cada individuo o familia, así de cada sector social (del mismo modo que podía suceder en la España de los sesenta o de los setenta, aún fuertemente marcada por una ideología de corte más conservador y religiosa que la actual). El abanico de posibilidades para la mujer, sin embargo, sí se redujo tras el triunfo de la revolución islamista de 1979.
Aquí otra colección de fotos de la época:
Iran in 1960 - 70
Afganistán antes de la llegada de los talibanes
Algo semejante sucedió en Afganistán. Durante los últimos años del Reino de Afganistán y de la República de Daud, antes del levantamiento comunista que tantas consecuencias tuvo a largo plazo para la Unión Soviética, la sociedad afgana avanzaba hacia el progreso. Consumada su independencia, tanto las costumbres culturales como la imagen de la mujer dentro de la sociedad comenzaban a cambiar. Pese al origen pastún del burka, aún presente en el país, era posible encontrar mujeres sin él (y sin velo) en Kabul.
El Afganistán de finales de los sesenta, por tanto, era un país, en muchos sentidos, más abierto que el actual. Hoy asociado al integrismo islámico más radical y a la sumisión total de los derechos de la mujer a los de su marido, Afganistán, no hace demasiado tiempo, vivía un clima cultural y social muy distinto, y más aproximado, en términos de vestimenta, a Occidente. Las fotos que siguen fueron tomadas por el fotógrafo estadounidense Bill Podlich durante su visita al país entre 1967 y 1968. Se puede ver la galería completa aquí.
La llegada al poder de los talibanes durante la década de los noventa cambió las tornas. La sociedad afgana volvió a sus costumbres más conservadoras y la coacción del estado obligó a las mujeres a cubrirse de cuerpo completo tras el burka. A día de hoy, escenas como las cuatro anteriores, donde mujeres de todo tipo y condición visten del modo que libremente deciden, son difíciles de encontrar en el país afgano. Huelga recordar, como se explica en este interesante artículo, que la costumbre pastún del burka no tiene relación con el Islam.
Hoy, encontrarse con una mujer afgana suele devolver la misma imagen:
También ha sucedido en los países árabes
La expansión de la versión más fundamentalista del islam ha llevado a situaciones similares en otros países musulmanes, en especial en los de Oriente Medio. De aquellos proviene el grueso de la inmigración musulmana en Europa. En Egipto, por ejemplo, una comparativa de las imágenes de las mujeres universitarias desde los setenta hasta nuestros días, sin regímenes islamistas de por medio, da una idea de las fuerte predominancia de los preceptos islámicos en el código de vestimenta de sus mujeres. El debate, ahora, se traslada a Europa.
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