Una de las cosas de ser el periodista científico de la redacción es que siempre que aparece un estudio científico curioso toca explicarlo. Hay estudios que, de hecho, hay que explicar recurrentemente. Uno de esos estudios es el del médico francés Jean-Denis Rouillon que sostiene que los sujetadores son el mal hecho lencería. Científicamente demostrado, explicaba Rouillon.
Símbolos de la opresión femenina, sospechosos (sin motivo) de causar cáncer de pecho o acusados de causar terremotos en Irán: hay pocas prendas de ropa más polémicas que los sujetadores. Una polémica que es insostenible con argumentos científicos.
Rouillon o el remedio que es peor que la enfermedad
Rouillon, un médico del deporte en la sesentena que trabajaba en el Hospital Universitario de Besacon (Francia), alcanzó cierta notoriedad cuando anunció los resultados de un estudio, durante 15 años con 330 voluntarias de entre 18 y 35 años. Esos resultados decían que las mujeres que usaban sujetadores sufrían una caída de pecho (ptosis mamaria) 7 milímetros mayor que las que no los usaban. Es decir, los sujetadores incrementaban la caída del pecho. 7 milímetros al año, para ser precisos.
Si hacéis una breve búsqueda en internet, veréis que este estudio se repite más que el ajo. Ahí fuera hay cientos de medios anunciando que #ojocuidado con los sujetadores. El problema es que el estudio no existe. No hay ningún artículo científico, ninguna nota de prensa, ni ningún libro o informe sobre el asunto. Lo único que sabemos de él son unas declaraciones de Rouillon. Unas declaraciones que, a poco que las examinamos, parecen una ocurrencia en mitad de una entrevista de radio más que nada parecido a un estudio científico.
Entonces, ¿Qué dice la ciencia?
Nada. En principio, no hay argumentos médicos que avalen o censuren el uso del sujetador. La ciencia es agnóstica en cuanto a lo que de 'sostenes' se refiere. Nunca imaginé que iba a escribir esas palabras. Pero así es.
No hay duda de que para ciertas actividades (como hacer deporte) es una prenda muy útil y que según la Sociedad Norteamericana de Cirujanos Plásticos puede contribuir a mejorar la postura y prevenir problemas de espalda. Pero no hay nada que justifique su uso generalizado (o su rechazo radical).
En parte porque la investigación es muy escasa o incluso inexistente. Ni siquiera hay investigación concluyente que sostenga la idea de que los sujetadores retrasan la caída del pecho. Los expertos suelen coincidir en que (aunque previsiblemente los sujetadores tendrán algún efecto) los factores fundamentales son el tamaño, el índice de masa corporal, la maternidad, el tabaco y el envejecimiento celular.
Esa falta de investigación se debe en parte a que, tradicionalmente, la medicina ha estudiado poco las problemáticas femeninas. Pero, sobre todo, a que la caída del pecho no es un problema médico, sino estético. Un problema que se inscribe en la tendencia general de los tejidos a descolgarse con la edad y que, más allá de la comodidad de uso en algunas situaciones, está atravesado por significados culturales, sociales y personales.
Una cuestión personal
Es decir, no hay un caso científico a favor o en contra de los sujetadores. Su utilidad parece depender de las características físicas, personales y profesionales de cada mujer. Y su uso depende de consideraciones estéticas, sociales y de comodidad. Hay poco debate, pues. Su uso o no es una decisión eminentemente personal.
Personalmente, el tema central me parece otro. Darnos cuenta de que hacer pasar nuestras opiniones personales por argumentos científicos o recomendaciones médicas es algo insostenible.
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