Hoy se cumplen dos meses desde que Pedro Sánchez anunció el estado de alarma y el aislamiento social. Ocho semanas y diez mil videollamadas más tarde, muchos ya no pueden más. Las preocupaciones por el panorama económico y las dudas respecto al futuro laboral dificultan nuestra capacidad de concentración hasta el punto de que ni siquiera somos capaces de mantener la atención en la lectura. Si no la interrumpimos para mirar Instagram, lo hacemos para leer las últimas noticias.
Dispersos. Así es como estamos a la hora de enfrentarnos a una tarea como la lectura. El grado de concentración que requiere choca frontalmente con la pérdida de atención que arrastramos desde hace semanas. Según el psicólogo Ovidio Peñalver esto se debe a que nuestro foco de atención ha cambiado y estamos más pendientes de las noticias y las fases del desconfinamiento que de la tarea que tenemos entre manos. El cerebro se encuentra dividido entre la lectura y todo lo que está sucediendo alrededor.
¿Por qué? Las emociones desempeñan un papel importante a la hora de incrementar nuestro grado de distracción porque influyen directamente en procesos cognitivos como la memoria o el aprendizaje. En esta línea, un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Malasia lustra que estados emocionales como la frustración, la ansiedad y el aburrimiento dificultan la capacidad de mantener la atención en una sola cosa.
Las preocupaciones que quedan latentes en un segundo plano provocan que la mente rebote de unos pensamiento a otros.
Efecto residuo de atención. Este fenómeno hace referencia a la pérdida de atención que se produce cuando no mantenemos la concentración sobre un mismo asunto. Según los hallazgos encontrados en la investigación que dio nombre a este proceso, cada vez que cambiamos el foco de atención de un objetivo a otro, queda un residuo del primer objetivo que reduce el rendimiento cognitivo necesario para hacer frente al segundo.
Por ejemplo, si pausamos un momento la lectura para revisar el timeline de Twitter, tardaremos entre 15 y 30 minutos en volver al nivel de concentración anterior.
¿Tiene remedio? Crear rutinas ajenas al coronavirus y que nos mantengan activos puede ayudar a paliar la frustración y el aburrimiento. En términos generales, esto reducirá los niveles de ansiedad y, por ende, ayudará a mejorar la concentración. Para mantener la atención, lo más recomendable es evitar estímulos que puedan interrumpir la actividad en la que estamos inmersos. De tal forma que si vamos a leer, mejor dejar el móvil en otra habitación y en silencio.
Otros profesionales también avalan actividades manipulativas como coser, pintar o cocinar.
Excepción. Aunque la ansiedad y la fatiga derivada del aislamiento social y el confinamiento comienzan a hacer mella en buena parte de la población mundial, hay quienes lo llevan mejor que otros. Este es precisamente el caso de los franceses. Un encuesta realizada a principios de este mes revela que cinco millones de franceses han comenzado a escribir un libro durante el confinamiento. Es decir, una de cada diez personas han encontrado la concentración para hacerlo de manera más o menos productiva.
Imagen: Anete Lusina/Unsplash
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