A estas alturas pocas personas desconocen que cambiamos la práctica totalidad de nuestras células cada quince años, más o menos. Desde esa perspectiva, es fácil decir que somos personas distintas cuando somos jóvenes y viejos.Pero esto también es verdad cuando hablamos de la personalidad.
La personalidad es un constructo psicológico que determina las características psíquicas de una persona. Y según un reciente estudio, el más largo sobre la personalidad hecho hasta la fecha, no somos las mismas ni los mismos, sino que cambiamos por completo según pasan los años.
Una transformación más allá de lo que podemos reconocer
1950, Escocia. 1.208 chavales de 14 años reciben un cuestionario para evaluar su personalidad a partir de la autoconfianza, la perseverancia, la estabilidad emocional, la conciencia de sí mismos, la originalidad y el deseo de aprender. De este estudio se sacó un resultado que ha estado archivado durante más de seis décadas.
Hace unos años, unos investigadores decidieron desempolvar estos test y volver a contactar con los adultos, que una vez fueron adolescentes, del estudio. Al final solo 174 accedieron a responder, de nuevo, al cuestionario. Más que suficientes para el propósito. Los científicos buscaron en sus respuestas si existe una relación entre la estabilidad emocional que existía en sus yo más jóvenes y sus yo adultos.
Sin embargo, se encontraron con otra cosa mucho más curiosa: la personalidad de estos "veteranos" de la vida había cambiado más allá de lo que podrían haber reconocido sus versiones más jóvenes. Así lo mostraban las correlaciones estudiadas estadísticamente a partir de sus test: el cambio se había producido en profundidad.
"Esperábamos encontrar evidencias de una estabilidad en la personalidad a lo largo del tiempo", comentaban los investigadores en las conclusiones del estudio. "Sin embargo, las correlaciones halladas no apoyan esta hipótesis". En otras palabras, que la personalidad no se mantiene a lo largo de la vida, ni mucho menos.
¿De qué hablamos cuando decimos personalidad?
Cuando hablamos de personalidad no estamos diciendo (solo) detalles, preferencias o actitudes. Como decíamos, la personalidad es una manera de describir un "constructo", una entidad teórica, que nos permite explicar las tendencias en el comportamiento individual de las personas. Es decir, llamamos personalidad a la organización psíquica que determina cómo actúa un individuo ante una determinada circunstancia, por ejemplo. O lo que es lo mismo, la personalidad es... lo que somos, en cierto sentido.
Describir algo tan complejo como la personalidad es muy difícil. Aun así, estos investigadores han tratado de identificar la personalidad de cada uno de los chavales encuestados a partir de estas seis áreas cuestionadas. Lo importante no es tanto si han conseguido la mejor determinación de personalidad de la historia. El valor del estudio reside en que esta "radiografía psicológica" cambia tras sesenta y tantos años, por lo menos.
Tampoco hablamos de partes selectivas o secciones de la personalidad. Esta encuesta de personalidad, y sus cambios, explican los autores, comprueba que el cambio es mucho más profundo. En sus conclusiones afirman que a medida que pasa más tiempo, la relación entre la personalidad de nuestro yo joven y nuestro yo adulto se vuelve mucho más débil, hasta prácticamente no reconocernos.
Esto, además, llama mucho la atención porque no era lo que se esperaba. Efectivamente, otros estudios anteriores habían apuntado que la personalidad de una persona joven se mantiene, más o menos, al llegar a la fase adulta al igual que ocurre de la fase adulta a la senectud. Sin embargo, ningún estudio había hecho un repaso tan sumamente largo. Los más de sesenta años de diferencia suponen... pues eso, una diferencia enorme.
¿Cada cuánto somos una "nueva persona"?
A nivel fisiológico la respuesta es fácil: cada 15 años renovamos casi todo nuestro ajuar celular, grosso modo. Análogamente, ¿cada cuanto "cambiamos" nuestra personalidad? Me temo que no existe todavía una respuesta. Probablemente, de hecho, no podamos generalizarla nunca. En primer lugar, por las limitaciones que existen para medir algo como la personalidad.
Esto mismo se muestra en el estudio, el cual tiene algunos problemas metodológicos que, según avisan los investigadores, incitan a hacer más estudios longitudinales (en el tiempo). Pero en general, y pesar de estos problemas, el estudio parece sólido. Aun así, es imposible determinar un cambio concreto o acotado.
Si tenemos en cuenta los artículos anteriores que hablaban de que la personalidad se mantiene entre la adolescencia y la etapa adulta, y la etapa adulta y la vejez, podríamos deducir que la personalidad cambia en un tramo más largo de la vida. Pero es demasiado pronto para sacar conclusiones. De hecho, ya lo hemos dicho, puede que nunca seamos capaces de hacerlo.
Medir este tipo de constructos sociales es complicado, por no decir atrevido. Pero el estudio es claro, y es el más largo y mejor hecho hasta la fecha. En él se pone de manifiesto, si le hacemos caso, algo que puede resultar incómodo: no somos los mismos con el tiempo. Pero si esto tiene un sentido para nuestro cuerpo, ¿por qué no iba a tenerlo para nuestra personalidad?
Imagen: Wiebrig Krakau/Unsplash
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