Es posible que lo hayáis leído en algún sitio: tras más de 80 años declarado como extinto, el Tigre de Tasmania, el marsupial carnívoro más grande del que tenemos constancia, puede seguir vivo. Una serie de avistamientos extraños protagonizados por guardabosques han hecho saltar todas las alarmas.
El tigre se ha convertido, durante estas décadas, en un símbolo del impacto negativo del ser humano en la naturaleza. Y por eso, la esperanza de que no se hubiera extinguido estaba ahí, en la conciencia del pueblo australiano". En estos 80 años, se han reportado 4000 avistamientos. Pero nunca, hasta ahora, nos los habíamos tomado en serio.
Desafortunadamente, eso no significa nada.
80 años no son nada
Hasta ahora, el último ejemplar conocido de Tigre de Tasmania murió en un zoo de la isla que le da nombre en 1936. Antes de la llegada de los occidentales, era una especie muy común en toda Australia. Después llegó la caza, las enfermedades, la destrucción de su hábitat y la introducción de otras especies.
Los supuestos avistamientos son muy comunes, demasiado. Normalmente, se trata de gente sin formación que confunde gatos, perros u otros animales con el marsupial extinto. Y, precisamente por eso, eran avistamientos que quedaban en nada.
El primer avistamiento creíble
Pero, en los últimos meses, eso ha cambiado. Quien dice haberlo visto son guardabosques y operadores turísticos de la península de Cape York, al norte de Australia. De hecho, no sólo es un avistamiento: según los testigos, sean lo que sean, esos animales no tienen los patrones conductuales de ningún otro animal carnívoro conocido.
Esto son palabras mayores. Tanto que Bill Laurence y su equipo de la Universidad James Cook han decidido que merece la pena investigarlo. Durante los próximos meses se instalarán hasta 50 cámaras para tratar de localizar a la población perdida.
Entonces... ¿Es cierto? ¿Encontraremos al tigre de Tasmania?
Sí y no. En realidad, a poco que uno investiga sobre el asunto, descubre que ni los investigadores creen que exista esa población perdida de tigres de Tasmania. ¿A qué viene, entonces, el revuelo? A que se trata de un símbolo nacional australiano y hay muchísimas ganas de que sea cierto.
Si volvieran los tigres de Tasmania, si la paloma pasajera volara de nuevo en EEUU o si los dodos crecieran otra vez en las islas Mauricio, tendríamos en cierta forma una redención improvisada. Una redención poco probable y, si me permiten la franqueza, poco merecida: más aún en un mundo donde miles de especies siguen estando al borde de la extinción.
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