Para algunos una comida sin kétchup es como un día sin sol. Esos paquetitos rojos llevan años formando parte de nuestra vida. Y nos encantan. Nadie en su sano juicio se atrevería a probar bocado de una hamburguesa que no haya sido previamente untada con la salsa de la vida. Y qué decir de las patatas. La insipidez la hemos combatido con litros y litros de tomate líquido. Pero esa época dorada podría llegar a su fin.
La pandemia y los problemas en la cadena de suministros derivados de ella han abocado algunos productos a una cercana extinción. Y una de esas víctimas son los paquetes de kétchup. Si conserváis algunos en vuestra nevera, guardarlos como oro en paño y preparaos, porque el apocalipsis está cerca.
Un mundo sin kétchup. Después de soportar un año de cierres interrumpidos y medidas anticovid exhaustivas, los restaurantes y las cadenas de comida rápida ahora se enfrentan a la escasez de kétchup en EEUU, un desabastecimiento que derivará también en los países del resto del mundo, que cuentan con los mismos abastecedores. Tal y como explica este reportaje de The Wall Street Journal, los gerentes de los establecimientos ya están usando versiones alternativas a Heinz —que tiene un dominio casi monopolístico en los sobres de este producto— vertiendo la salsa a granel en vasos individuales para pedidos online y acudiendo a los pasillos de los supermercados en busca de sustitutos.
Incluso los gigantes de la comida rápida están pidiendo paquetes a quien pueden. La LLC de Long John Silver, una cadena de casi 700 establecimientos, ya ha tenido que buscar la salsa en proveedores secundarios. McDonalds y Burger King podrían ser los próximos. Para entender el fenómeno hay que prestar atención a dos factores clave: la demanda y la manera de consumir en pandemia.
La demanda es enorme. El kétchup es la salsa más consumida en prácticamente todo el mundo. Alrededor de 300.000 toneladas fueron vendidas al sector de restauración el año pasado en EEUU, según la empresa de análisis de mercado Euromonitor. Incluso se come más en casa, y la pandemia ayudó a impulsar las ventas minoristas: un 15% más que en 2019. Kraft Heinz Co. es el rey de los kétchups. Posee casi el 70% del mercado minorista de EEUU de esta salsa y trabaja directamente con las empresas de comida rápida más famosas del mundo: McDonald's, Burger King, KFC... Pero la marca estrella no estaba preparada para la pandemia.
¿Por qué? Primero, no pudo seguir el ritmo de los pedidos de sus sobres. La pandemia convirtió a muchos restaurantes donde las familias acudían a comer presencialmente en puestos de comida para llevar, haciendo que los paquetitos individuales fueran esenciales en cada pedido. Tanto, que los precios de esos diminutos sobres (que nos cuesta la vida abrir) aumentaron un 13% desde enero de 2020, y su participación de mercado se ha disparado a expensas de las botellas de mesa, según la plataforma de negocios de restaurantes Plate IQ.
Heinz se apresuró entonces a satisfacer la demanda para uso doméstico, sabiendo que el cierrre de restaurantes era inevitable. Mientras tanto, los establecimientos que atendían pedidos online seguían repartiendo más paquetes de kétchup de una sola porción. Cuando los restaurantes pudieron abrir al fin sus comedores, los clientes aún tenían que usar los paquetes porque se habían quitado las botellas de kétchup de las mesas para reducir la propagación del virus.
Nadie quiere compartir. Las precauciones anticovid son otro factor que ha puesto patas arriba la demanda de sobres de kétchup. El año pasado, diversas organizaciones de salud aconsejaron a los restaurantes que retiraran las botellas de condimentos compartidas de las mesas con fines sanitarios. Incluso algunos estados de EEUU que han levantado todas las restricciones de aforo en los restaurantes siguen adoptando una postura dura sobre el kétchup. "Proporcione condimentos solo a pedido y en porciones de un solo uso, no reutilizables", sugieren a los restaurantes los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). En España hemos visto como lo de servir una tapa con varios cubiertos para compartir se ha reducido. Cada uno su plato y ya veremos cómo distribuimos las salsas.
Consecuencias. De momento, los únicos que pueden hacer algo para abordar el problema son Heinz. Hace unos días, un representante de la compañía contaba a The Wall Street Journal que planean aumentar la producción en un 25% este mes para producir paquetes a un ritmo de más de 12 mil millones al año. La CNN ya informaba hace nueve meses de que la demanda de condimentos de una sola porción estaba aumentando. Y en FoodServiceDirect.com, las ventas de paquetes de salsas aumentaron un 300% sólo en la primera mitad de 2020, en comparación con el mismo período en 2019. Si el kétchup se está terminando, quizás sea hora de pasarnos a otra cosa. La era de la mostaza podría estar cerca, aunque no nos guste igual.
Imagen: Charlotte Jones
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