¿Hasta qué punto tienen que llegar a fingir las grandes instituciones para encajar en sus representaciones de poder? ¿Cuánto tienen que esforzarse por mantener la ilusión de superioridad física que han vendido los dirigentes en el plano simbólico generaciones tras generaciones justificando su superioridad de estatus?
Sabemos que Napoleón Bonaparte no llevaba nada bien aquello de medir bastante menos que sus compatriotas, o que en sus cuadros, monarcas como Carlos I no dudaban en pedir a sus pintores que alargasen sus miembros (y achicasen los ajenos) para que su gracia genética caminase a la par que el poder que Dios le había concedido por el hecho de nacer en la realeza.
Sí, todo esto vuelve a estar de actualidad porque, según ha apuntado el profesor norteamericano Philip N Cohen, la aristocracia británica podría haber estado mintiéndonos de nuevo durante los últimos tiempos, ya en la época en la que las cámaras de la prensa o incluso los videos de televisión habrían hecho imposible controlar todas las imágenes que la pareja real producía. Resulta que en los retratos familiares, Carlos III le sacaba una cabeza a Diana. Pese a que tenían una estatura parecida. Aquí tienes más fotos del atropello de niveles en retratos oficiales la pareja.
¿Pero cómo de parecida? Las redes se han sumido en una gymkana investigadora para averiguar si es cierta la imagen que Cohen subió a Twitter. Sabemos que Google nos indica que, según sus informaciones, ambos medían 178 centímetros, la estatura exacta en la que también se habría basado Cohen para hacer su comentario viral. Todo cuadra en el truco y de todo tiene: desde la idea de una masculinidad frágil que debe hacerse ver como más grande que sus esposas hasta el tema de cómo alguien de sangre real no podía ser más reducido que una pueblerina.
Aceptando como válida esta igualdad de estaturas, hay quienes han justificado la diferencia de alturas en, por ejemplo, el dibujo de este sello, señalando que si Di y Carlos hubieran quedado a la misma altura en el dibujo, el precio de 25 peniques no sería igual de visible en la estampilla (aunque a nosotros, la verdad, se nos ocurren otras soluciones que no implicaban acrecentar a Carlos en el cuadro).
La teoría del sello se derrumba cuando vemos que, efectivamente, en todos los retratos reales Diana parece encogida de ser válida la estatura que nos han dicho que ambos tenían. Uno empieza a imaginarse cosas. Empieza a ver cómo Di se colocaba en un escalón inferior al de Charles, cómo podría estar flexionando las rodillas… e incluso los retratistas podrían haberle dado una caja al príncipe para que se subiera en él, cosa que como apuntó una periodista Diana había explicado anteriormente, tal y como aparece en una de sus biografías.
Pero puede que Carlos fuese, en verdad, algo más alto que Lady Di
Sin embargo el profesor, movido por el impacto de su tuit, ha querido confirmar si lo que vio en un primer momento es cierto. Hay diversas fuentes, incluso británicos, que consideraban que Diana era más alta que su esposo. Una de las fuentes más fiables que ha encontrado el estudioso es una crónica de la época, del día exacto en el que se casaron.
Entonces, en 1981, los periodistas hicieron notar cómo Diana parecía ser igual de alta que Carlos, algo que llevó al Palacio de Buckingham a hacer una aclaración de que el esposo era 2.5 centímetros más alto que la esposa (no sabemos cuál de los dos mediría 1.78 metros y cuál una altura distinta, por arriba o por abajo). Es decir, distancia que podía quedar anulada si la princesa se hubiera puesto tacones, cosa que probablemente hizo en su boda.
Y por supuesto, no todas las imágenes concuerdan con el relato oficial, y en escenas como la de la pareja saliendo del hospital con su recién nacido, vemos cómo ambos tienen la misma estatura y, por tanto, Diana nos parece “bastante alta”, aproximadamente unos 1.78 metros, mientras que Carlos tiene una altura media para su género, esos mismos 1.78 metros.
Hombre alto-mujer baja: la necesidad de encajar en el estereotipo aunque este no sea cierto
Puede que nunca sepamos exactamente cuánto medía la pareja real, pero sí sabemos que la diferencia de estaturas que forzaban visualmente desde el Palacio de Buckingham no hace más que secundar el tópico preexistente de hombre dominante/protector y mujer frágil/necesitada. Es el mismo profesor el que explica cómo este tropo cultural existe en la sociedad pese a que la realidad biológica no lo confirma como tan cierto.
Es decir, que como mostró en un artículo para The Atlantic hace unos años, las parejas heterosexuales de hombre-mujer tendían a juntarse de forma que él fuese de media 15 centímetros más alto que ella, y que esa es una diferencia de alturas mayor de la que cabría esperar que se produjera por azar en base a las estaturas que se encuentran de forma natural en ambos géneros.
De igual forma, el porcentaje de parejas en las que la mujer es más alta que el hombre era muy inferior a la que se debería producir por azar dados los porcentajes naturales de mujeres altas que hay en sociedad.
O dicho de otra manera, aunque los hombres son, de media, más altos que las mujeres, tendemos a juntarnos en parejas en las que el hombre es notablemente más alto que la mujer en un nivel mucho mayor al que se da de forma natural y sigue pareciéndonos socialmente molesto que ella sea más alta que él.
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