La división del ser humano entre razas es una clasificación ideológica o estética cargada de prejuicios, no una verdad científica: las razas no existen. Y, aunque no lo parezca desde nuestra perspectiva, la discriminación racial sucede en todos los grupos étnicos, incluso dentro del mismo grupo.
Es un tipo de racismo menos evidente, que muestra algo que los antropólogos y neuropsicólogos llevan tiempo señalando: el prejuicio racial es una cuestión cultural, independiente incluso de nuestra propia etnia. Y un test de la Universidad de Harvard lo pone de manifiesto en poco más de 10 minutos.
¿Existe el racismo dentro de la misma raza?
La respuesta corta es sí. Den Fujita, por ejemplo, introdujo McDonald's en Japón en los años 70, y la convirtió en la primera cadena de comida rápida capaz de seducir a la sociedad japonesa. Con un marketing tan agresivo que, en varias de sus charlas durante los 70, Fujita llegó a aseverar que “los japoneses somos amarillos y bajitos porque no hemos comido nada más que arroz y pescado durante los últimos 2.000 años. Si comemos hamburguesas y patatas fritas de McDonald’s durante los próximos mil años seremos más altos, nuestra piel se volverá blanca y nuestro pelo, rubio”.
Fujita estaba reconociendo un prejuicio explícito hacia su propia etnia. El mismo que ahora mismo viven en Corea del Sur con una obsesión por la cirugía estética para "suavizar" sus rasgos que les ha llevado a ser líderes mundiales en gasto per capita en el asunto. Con una diferencia sobre Occidente: las operaciones buscan un look muy concreto, que algunos cirujanos surcoreanos denominan "occidentalizado".
La presión social -operarse antes de ponerse a buscar trabajo, por ejemplo- ha llevado a que cerca del 20% de los jóvenes del país se sometan a procedimientos para cambiar la forma de su cara y llevarla a un ideal de ojos más abiertos y mandíbulas limadas.
Con un problema adicional: la influencia de la cultura pop coreana en países como China está llevando a que el fenómeno se extienda fuera de sus fronteras, con miles de personas viajando al año al distrito de Gangnam -sí, ese Gangnam- para cambiar sus orígenes... Hacia un estereotipo clónico.
Ojo, también hay racismo "heredado"
Aunque no siempre sea evidente, o nuestra perspectiva de ello acertada. Por ejemplo, desde nuestra perspectiva eurocéntrica la mayor parte de los conflictos étnicos africanos pueden parecernos incomprensibles a priori, con el genocidio ruandés a la cabeza.
Pero la mayor desgracia racista desde el Holocausto nazi obedecía a raíces coloniales, a un racismo más conocido: el del hombre blanco sobre el “pobre salvaje” africano. Fueron los belgas quienes exacerbaron la separación entre tutsis y hutus. A principios del siglo XX, el Gobierno belga se apoyaba en teorías racistas para promover esa dominación entre etnias:
"El gobierno debe esforzarse en mantener y consolidar las estructuras tradicionales compuestas por la clase dirigente Tutsi, por sus importantes capacidades, su innegable superioridad intelectual y su potencial para liderar”.
El resultado: cerca de un millón de tutsis exterminados poco más de medio siglo después a manos de la mayoría hutu. A pesar de que entre ambos grupos no había diferencias étnicas evidentes, demostrando otra vez que cualquier creencia en la superioridad de un ser humano sobre otro -étnica, religiosa, política, clasista, de género- es un peligro para la Humanidad en general.
Pero sí, el prejuicio racial dentro de la propia raza existe, incluso en las mentes más progresistas. Y el estudio de los comportamientos implícitos lo pone de manifiesto.
¿Qué son los prejuicios implícitos?
Los comportamientos implícitos modulan nuestra existencia, aunque no seamos conscientes de ello. Atribuimos ciertos valores propios a los demás mediante su apariencia externa o ciertos detalles conocidos, desde la ropa que llevan hasta el color de piel, pasando por la religión, el trabajo o demás factores. Su estudio proporciona herramientas a varias disciplinas, desde la neurología hasta el marketing o la gestión empresarial. Y, lo más sorprendente, también nos descubren que ciertas actitudes inconscientes pueden sobrepasar incluso nuestra "pertenencia" a una raza, o lo que nos decimos a nosotros mismos sobre nuestras ideas.
El mejor ejemplo de este “prejuicio implícito” lo descubrió Theodore R. Johnson, escritor y exoficial de la Armada estadounidense, en The Atlantic. Johnson se sometió a los Test de Asociación Implícita de The Implicit Project. Los test son baterías de pruebas de entre 10 y 15 minutos de duración diseñadas por los psicólogos e investigadores de la Universidad de Harvard para enseñarnos que “no siempre sabemos todo lo que pensamos”.
Y cubren más de 90 materias: preferencias políticas, deportes, cultura… Entre ellos, destaca el de la percepción de las razas. Las pruebas son simples: piden clasificar imágenes de rostros incompletos entre razas y, al mismo tiempo, asociar palabras con los valores “bueno” y “malo”. Poniendo especial énfasis en que se hagan a la mayor velocidad posible, para que no podamos responder de forma consciente. Porque nos mentimos. Y mucho.
Johnson se sometió al test y su descubrimiento le provocó “una minicrisis existencial”: los resultados revelaban que tenía una “fuerte preferencia automática sobre los euroamericanos [los blancos] frente a los afroamericanos”. ¿La crisis vino porque Johnson comprobó que tenía prejuicios raciales a su pesar? Sí, pero con un problema añadido: Theodore R. Johnson es negro.
Johnson no está solo. Varios estudios que usan The Implicit Project -con más de cinco millones de pruebas realizadas durante la década pasada- demuestran que los norteamericanos en general tienen prejuicios implícitos hacia los negros aunque ellos mismos lo sean.
¿Todos tenemos prejuicios?
Todavía estamos intentando descubrirlo. Los estudios de Mahzarin Banaji, la principal impulsora de The Implicit Project, aún investigan si es posible cambiar nuestros estereotipos -respuesta actual: sí, pero poquito-, si es posible "curar" el racismo. Banaji cree que
"Los prejuicios implícitos vienen de la cultura. Creo que son la huella dáctilar de la cultura en nuestras mentes. Los seres humanos tienen la capacidad de aprender a asociar dos conceptos muy rápidamente. Eso es innato. Lo que podamos enseñarnos a nosotros mismos, lo que elijamos asociar, es cosa nuestra"
Banaji apunta a lo mismo que todos los estudios disponibles sobre el tema: es posible educarnos contra el racismo, implícito o no. Pero cómo hacerlo todavía es problemático, aunque existan algunas recetas.
La principal es el tiempo: nuestros cerebros pueden tomar decisiones inconscientes con muy poca información (unos 16 bits, comparado con los aproximadamente 11 millones de bit que puede procesar por segundo), que vayan incluso en contra de nuestros comportamientos explícitos. Contratar a alguien de la misma raza, en el caso de las minorías norteamericanas, puede verse afectado por esos prejuicios si el que decide no se toma su tiempo para considerar el asunto de forma consciente. Es sólo un ejemplo de cómo puede afectar el prejuicio implícito a la toma de decisiones dentro de la misma etnia.
El problema es que, cuando se intenta educar contra los estereotipos -otra de las recetas que dan los estudios sobre la materia- surge un problema de base: hay que hacerlo sobre los estereotipos ya construidos.
El experimento del Colegio Fieldston
Fieldston es un nombre propio en la educación progresista neoyorquina, un colegio de los de 40.000 dólares al año, galería de exalumnos notables (Sofia Coppola, por ejemplo) y énfasis en la "educación ética". Uno de sus experimentos de este año consistía en "segregar" temporalmente a los estudiantes de primaria en grupos raciales. Para que entendiesen que existe el racismo y empezar a meter en sus cabecitas la idea de que está mal. El problema -aparte del experimento en sí, discutible- es que los padres han montado en cólera... Porque se han quedado cortos de razas y etnias.
El colegio dividía a los alumnos en "grupos de afinidad étnica", dándose el caso de que un padre judío ha puesto el grito en el cielo porque "sentar a mi hijo con los blancos es negar los prejuicios a los judíos". Y sabe de qué habla: ese padre vio de niño como el Ku Klux Klan le prendía fuego a su sinagoga. O el caso de una madre dominicana que es "de raza negra y origen latino, ¿qué casilla tienen que marcar mis hijos?". Aunque se declara a favor del experimento porque "en la vida, hay gente que marca esas casillas por ti".
Los test ofrecidos por la Universidad de Harvard no se quedan sólo en la raza: también incluyen el género o, en el caso español, la percepción que tenemos de los nacionalismos y nuestros propios prejuicios hacia catalanes o madrileños. Con sólo 15 minutos, podremos empezar a aprender si nuestra mente inconsciente no es tan abierta como nos gustaría... Y dar el primer paso para arreglarla.
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